3.4 Secuestro / Iré a casa

...IV...

...Iré a casa...

No obstante, cuando estaba a punto de soltar más información, Lenay se retiró del grupo. No quería enterarse de nada más. El asunto se había salido de sus manos. Y ella era inútil.

—Me voy —dijo al reconocer a sus padres—. Mañana no falten a clases. Tenemos que hablar de todo esto —y con las mismas, se fue sin despedirse.

«¿Cómo que mañana?», cuestionó Ilia.¡Si al día siguiente no tenían clases! «¿Pero qué le pasa?».

Era como si le hubieran succionado el alma. Se notaba rendida y desanimada. ¿No debía ser ella la primera en reírse de toda esa situación? ¿No dijo toda la semana que bailaría sobre las lágrimas del que resultara ser omega? ¡Bah! Lenay era la que más...

«No», detuvo Ilia a sus propios pensamientos.

Lenay era la más blanda de todos ellos. Era la primera que se echaba a llorar, y aunque siempre era la primera en atacar, también era la primera que se echaba la culpa de todo. Además, James...

—Esto es demasiado cansado —espetó Neizan—. ¿Sabías que la «alfa» que se llevó a James es su «predestinada»?

—No es necesario que me cuentes esas cosas, Neizan —detuvo Ilia ante la revelación de la noticia—. No tengo ganas de oírte.

Pues, escucharlo hablar era un tormento y y no tenía la suficiente energía para soportarlo.

Le bastaba y sobraba saber que James se encontraba siendo atendido en el hospital.

Pues si Neizan lo decía, debía ser cierto.

Ilia confiaba en la veracidad de las palabras de su amigo «más querido». Lo conocía desde niño y, sabía que este nunca soltaba una noticia antes de estar completamente seguro de aquello.

No obstante, al tener cierta costumbre grotesca, no era agradable enterarse cualquier noticia de su boca. ¡Pues no era un secreto, que a este le encantaba derramar cizaña y burlarse de la tragedia ajena!

—Claro, claro —respondió Neizan—. Cómo ahora estás «vinculado», nada te importa.

—CÁ – LLA – TE.

—Aburrido, como siempre... Bueno, debo irme yo también —despidió este al ver a sus dos madres correr hacia él.

Entonces, el rubio vio al asistente de su padre hablando con uno de los médicos que los atendió. Este iba discutiendo. Pronto habría otro caos, pero de un enfoque distinto. Y ya lo intuía.

Eso no iba a quedarse así.

El padre de Ilia manejaba una firma de abogados, así que tendría que ser paciente. De seguro se estarían atando cabos para armar las contundentes demandas que lanzaría. Pero...

—¿Dónde está? —preguntó Ilia al no ver a a su padre en ningún lado.

—Probablemente, el señor Liam está corriendo hacia acá —respondió el asistente sacando una bolsa de galletas de chocolate y una botella de agua—. Estaba en una diligencia al otro lado de la ciudad.

—Me lo suponía —continuó Ilia recibiendo la comida traída—. ¿Ya le dijiste que estoy bien y que no hay necesidad de apresurarse?

El asistente movió el cabeza de manera afirmativa y pensó lo mismo que Ilia.

«Espero que no cause ningún accidente».

Pues, ya lo escuchaban gritar:

«¡Nadie tocará a mi hijito! ¡No lo he cuidado tanto para que se lo lleven tan rápido de mi lado! ¡Alguien debe pagar con sangre!».

—Se le apagó el móvil —reveló el asistente antes que Ilia preguntara—. El jefe llegará aqui en una hora, asi que deberás esperar... No te muevas, yo estaré hablando con tus profesores afuera, volveré en unos minutos.

«Maldita sea», refunfuñó Ilia y el asistente se fue.

Entonces, Dan le sostuvo la mano.

«¿Ya despertaste, puto?», pensó Ilia inspeccionando los rasgos faciales de su amigo.

Este permanecía tendido en una de las camas del hospital con los ojos completamente cerrados. ¿Acaso seguía dormido? ¡No podía creerlo! ¿Cuánto tiempo más tendría que soportar «no hacer nada»?

Ilia estaba frustrado.

Necesitaba emparejar las cosas.

Pero la habían dicho que este todavía demoraría en despertar.

Entonces, cerró los ojos para dar una pequeña siesta. Su padre llegaría en más de una hora.

El asistente era un mentiroso. Él no demoraría unos minutos, porque estaría conversando y conversando.

Y... conversando con toda persona que tuviera una boca.

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El siguiente boceto es el que tengo en mi libreta de notas.

Están todos excepto Tian.

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