2.2 Feromonas asfixiantes / ¿Dónde está?

...II...

...¿Dónde está?...

¿Dónde estaba su hermana?

Aiden estaba apunto de dar mil gritos al cielo.

Por ello, Tian no respondería hasta que fuera demasiado tarde. Debía decir lo justo. Empezar por lo que le ocurría a los estudiantes. Y disimular para hacer tiempo.

—El niño inconsciente de ahí... —señaló a Dan—...es un alfa. Este respondió de manera inadecuada al «celo» intempestivo del omega del patio. Y este niño de aquí...—continuó, mientras sacaba algunas medicinas de uno de los botiquines traídos—...sufrió las consecuencias. —Entonces, aprovechando que su paciente estaba quieto, hábilmente, por fin pudo desinfectar la herida con un antiséptico en spray—. Y terminó... —dudó. Ya que no podía decir la palabra correcta a la situación, porque no quería otro escándalo más del rubio. Debía evitar decir «marcado», por tanto completó con—: Terminó «herido».

Ilia lo miró en silencio con las cejas levantadas.

El joven encargado ya había entendido su carácter.

—No te preocupes, la herida no fue tan grave —le sonrió este aprovechando su atención—. Se sanará en unos días, pero es mejor que vayas a un doctor para que te receten algunas pastillas y cremas. ¿Está bien?

—¿Ustedes dos se conocen? —interrumpió Ilia sin importarle algún respeto o diferencia de edad.

Ilia sentía un «déjà vu». Reconocía esa conversación como un recuerdo casi olvidado. Pero no sabía de cuándo. En su memoria podía saber que el color de cabello de Tian ya lo había visto. Pero no sabía en dónde.

¿Acaso ya lo conocía? ¿Cuál era su relación con la familia Tagram?

A lo que, Aiden exhaló amargado.

Odiaba su trabajo.

¡Sus alumnos no sabían comportarse!

Si tan solo, el «bendito examen» se hubiera realizado en un «bendito martes» o en un «bendito jueves», él estaría acostado –en su hermoso sofá–, tomando su merecido descanso –con un tazón de papa fritas sobre el estómago–, y mirando sus novelas dramáticas de romance caótico hasta desmayarse.

Pero no.

Debía recibir su buena dosis de estrés laboral para que el mundo pudiera estar feliz.

Paralelamente, los compañeros de Tian –los otros encargados de la prueba– andaban ayudando a restaurar el desorden, tal como revisaban el estado físico de los estudiantes involucrados en la pelea.

—Rezaré para que te mueras —masculló Ilia, mientras veía a Dan alejarse.

Los paramédicos se lo llevaban en una camilla hacia la ambulancia.

Estos habían llegado de forma rápido a la institución para llevarse al omega. Pero como este había sido posiblemente "secuestrado", se andaban encargando del más afectado.

Es decir, de Dan.

¡Vaya ironía!

¡Vaya jugada del destino!

¿Quién diría que James resultaría ser un omega?

Nunca a nadie –y ni por un segundo– se le habría podido pasar por la cabeza.

De un momento a otro, aquel estúpido delegado había entrado en celo.

Todo había pasado en menos de diez minutos.

Sin que nadie hubiera podido preverlo, sus feromonas deambularon de manera intempestiva. Y en consecuencia, los alfas de sus alrededoresempezaron a ceder ante sus instintos.

Por lo tanto, retrocediendo el tiempo en esa cantidad, lo ocurrido fue casi exactamente así:

Ilia estaba viendo a James en el suelo, mientras Lenay lo amedrentaba en grupo.

Dan estaba leyendo el resultado del examen de subgénero del chico flor, mientras sonreía.

El profesor Aiden renegaba, mientras los del Ministerio observaban el drama con horror.

—Ilia es un... —habló Dan, pero se detuvo a reír cuando vio el resultado.

«Qué sorpresa», pensó con ironía.

Dan, entre pocos, había ganado la apuesta. Pero, por más que quería, no podía mantener su sonrisa radiante. ¿Qué le estaba pasando?

Este tenía una expresión extraña en el rostro.

«¿Confusión? ¿Dolor?».

Tal vez, los betas se preguntaron, al ver que algunos de sus compañeros también se quedaban en silencio. ¿Estarían actuando?

No entendían nada de nada.

Era algo abstracto. Entre betas no podían percibir el mundo de las feromonas como lo hacían los otros dos géneros. Era extraño e irrelevante meterse en aquellos asuntos. Así que lo único interesante que podían destacar era que la apuesta estaba de por medio, ¿qué andaba esperando Dan para dar la respuesta?

—¡Ey! ¡Tú! —gritó el profesor Aiden a uno de los encargados—. ¡Saca los kit de emergencia! —¡Tenian que tomar cartas en el asunto! Pues alguien podía resultar herido—. ¡Ya! —Y también porque (él mismo) estaba reaccionando a las feromonas esparcidas y no podía superar a su instinto con solo su fuerza de voluntad.

El aroma era demasiado fuerte.

Algunos alfas ya se amenazaban los unos a los otros entre miradas, mientras avanzaban. Y los betas, siendo mayoría, aún conversaban alegremente entre ellos haciendo planes para la tarde.

A la masa de estudiantes ni siquiera les importaba los dramas que podían ocurrir. Porque no era novedad que, el desorden acompañaba a los de 1B por dónde pasaran. Los profesores no podían calmarlos al ser tantos. Y al escudarse en una especie de «culpa grupal» muchos de ellos se salvaban de la expulsión por los pelos.

En consecuencia, si había alguna pelea... ya era típico de ellos.

«¿Le duele el estómago?», se preguntó Ilia cuando vio al delegado retorcerse. «Yo digo que es mentira». Pues los actos fingidos eran comunes para esquivar castigos.

—¿Por qué lo golpeaste demasiado fuerte? ¿Qué le has hecho Lenay? —preguntó Neizan entre susurros.

Pues James jamás les seguía con ninguno de sus juegos.

—Eres una sádica —siguió hablando, mientras fingió algo preocupación por el delegado—: ¿Estás bien?

James no podía levantarse y se andaba quejándose de... ¿dolor?

«¿Eso era dolor?», se cuestionó Lenay presintiendo que algo malo estaba por ocurrir.

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Aquí debo un boceto de alguno de los personajes.

Por tanto, será de Neizan o de Dan.

Abro votación.

¿Neizan, el fastidioso egoísta?