Capitulo 10

Se paró frente a la ventana, su mente empezó a generar todos tipos de pensamientos. La necesidad de vengarse de ella había aumentado.

Una hora después, Víctor entró a la habitación de la abogada, y permaneció parado en la puerta. No llevaba camiseta puesta y en su mano traía un arma de fuego.

Las luces estaban apagadas, pero un rayo de luz que entraba por ventana, iluminaba a Patricia, tendida sobre la cama. Ella se percató de una presencia extraña en la habitación y se levantó rápidamente a encender la luz.

— ¿Qué demonio haces aquí?— preguntó atemorizada.

— ¿Tienes miedo?—preguntó con los ojos entrecerrados.

Ella quería mostrarse fuerte, pero los nervios la traicionaron. Él guardó el arma, la acorraló a la pared sujetándola con fuerza y se pegó a su cuerpo.

— Por si no lo sabes, vamos a tener sexo.— expreso él con determinación.

— Primero muerta, mátame, pero no voy a estar contigo.— dijo exaltada.

Patricia estaba dispuesta a morir antes que tener relaciones con él. Su corazón empezó a latir, sentía sensación de miedo en el estómago.

— Mátame, acaba con todo esto.

— Alguien va a morir, pero no eres tú precisamente.

Le pasó el teléfono. — Llama a tus padres.

— No, no lo voy a hacer.— renegó ella.

— Bien, tienes dos opciones, o satisface mi apetito sexual, o uno de tus padres muere.

Ella se le fue encima, golpeándolo en el pecho con fuerza, gritándole dichos ofensivos. Él la sujetó por las manos y la sentó en el sofá de golpe.

— ¿Qué le hiciste a mis padres?— preguntó desesperada.

— Aún nada, te pedí que los llames.

Víctor le tendió la mano con un teléfono, ella lo tomó rápidamente, quería saber cómo estaban sus padres. Mientras ella hablaba con sus padres, él dio una orden.

“Hola, hija”

“Hola, papá, ¿cómo están?”

“Feliz de poder escucharte, hija, ¿por qué no llamaste ayer?” Estábamos preocupados.

“No se preocupen por mí, estoy bien, ¿y mi mamá, está ahí contigo?”

“Está en la cocina. Hija, hablamos ahora, parece que están asaltando la casa, se escuchan unos disparos”.

Fin de llamada

— Dile que paren, dile que se detengan, por favor. — gritó ella.

“Manténgase alejados, hasta nueva orden”— dijo Víctor por teléfono.

— Entonces, ¿cuál de las opciones eliges?

— Eres un maldito hijo de puta, mátame a mí, pero deja a mis padres tranquilos. Ellos no tienen nada que ver con lo que pasó.— explicó con tristeza.

— Tienes un minuto para decidir. En casa de tus padres ahí cuatro hombres armados, la orden es matar a uno de ellos, para que el otro se muera de tristeza. Tú decides.

— Quiero escuchar que están bien.

Ella volvió hablar con su papá, todo estaba bien, alguien disparo, pero no encontraron a nadie y no había nada extraño. Terminó de la llamada y se quedó petrificada.

— ¿Podemos empezar?— manifestó él, con una sonrisa.

No tenía más opciones, lo único que le quedaba era dejar que él se sintiera satisfecho. Él la agarró de la mano, la llevó a la cama y le quitó todo lo que traía puesto. Dejando descubiertas sus partes íntimas. Antes de empezar, recorrió todo su cuerpo con el arma de fuego, haciendo que la piel se erizara.

Víctor se quitó el pantalón mirándola a la cara y mordió su labio inferior.

— Eres un maldito cobarde, Víctor Torres.

Él se desnudó completamente, era evidente que estaba muy excitado, tenía una fuerte erección. Ella permaneció inmovilizada, incluso miró a la pared, gesto que hizo que Víctor se enfureciera. Pensar que le tenía asco y saber que sentía repugnancia por él, lo hizo perder el control.

Se puso sobre ella, y le abrió las piernas para poder penetrarla. Empezó a hundirse en su interior bruscamente, acción que la hizo dejar escapar un gemido de dolor y aferrarse a su espalda. La besaba a la fuerza, la apretaba fuerte y dejaba chupetones en su cuerpo.

Algo dentro de él lo hizo cambiar de la actitud posesiva que mostraba. Empezó a hacer movimientos lentos, la besó suavemente, y le gemía al oído. Ella no expresó ninguna sensación, se limitó aferrarse a su espalda y a cerrar los ojos, para tratar de bloquear todo tipo de placer. Víctor terminó dentro de ella, y se levantó inmediatamente.

— ¿Estás satisfecho?— preguntó la Lic. Con sus labios hinchados, la cara roja y varias marcas en su cuerpo.

Él salió de la habitación, estaba detrás de la puerta y la escuchó echar un gran grito, después empezó a llorar. Debería sentirse feliz, era justamente lo que él quería, pero ¿por qué se sentía un canalla, un cobarde, un poco hombre?

Nuevo día

Patricia lloró casi toda la noche, sus estaban hinchados, se miró al espejo y notó todas las marcas que él había dejado en su cuerpo. Alguien le tocó la puerta.

— Lic. Buen día. — saludó Loli detrás de la puerta.

— Buen día. — dijo invitándola a entrar.

— Aquí tienes el desayuno.

— No quiero nada.— ella se cubrió las marcas.

— Parece que la noche estuvo desastrosa, Víctor acabó con la habitación y tú estuviste llorando.

— ¿Dónde está él?

— Gracias a Dios se fue anoche, después que destrozó la habitación, sentí miedo al verlo tan alterado.

— Así estará su conciencia.

El día siguió su curso normal, excepto para Víctor. No dejaba de pensar en lo que había hecho, una culpa lo atormentaba, aunque a la vez se sentía bien, estaba logrando su objetivo.

Era de noche

Patricia estaba mirando por la ventana el anochecer, un silencio, una paz, el aire fresco, la hacían relajarse, pero todo cambio al escuchar una voz conocida detrás de ella.

— Linda noche, ¿verdad, abogada?—manifestó Víctor.

Ella no dijo nada, se levantó e intentó alejarse, pero fue inútil, la jaló hacia él.

— ¿Qué demonio quieres ahora?— preguntó nerviosa.

— Tú eres inteligente, sabes bien por qué estoy aquí.

— Otra vez no.

— Todas las veces que a mí se me antoje. No estás aquí por diversión, estás aquí porque te voy a matar.

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