Capítulo 2: Negocios y Secretos en Francia
—No puedo creer lo afortunado que eres, cabrón —escucho a Zev entrar sin tocar al despacho de mi padre, desviando la mirada de los papeles para fijarla en mi mejor amigo, que llega con esa sonrisa confiada después de su reunión con Amélie Moreau, una vieja amiga de la familia y experta en diseño editorial.
Zev es quien maneja mis relaciones con los mejores diseñadores y publicistas de Marsella, y no olvidemos que me debe unos cuantos favores que ahora estoy cobrando.
—¿Acaso no te enseñaron a tocar la puerta? —le reprocho, mientras él me lanza una mirada pícara y se sienta frente a mí.
—¿Te estabas haciendo una paja y no me invitaste? Eso es muy desconsiderado, Sweetie —bromea, y no puedo evitar reír.
Pero dejemos las bromas y vayamos a lo importante.
—¿Y Amélie? ¿Pudiste cerrar el trato? —pregunto, impaciente.
—Mejor de lo que pensábamos —responde Zev—. Al principio fue reacia, pero al mencionar tu nombre y recordarle unos cuantos favores, no pudo negarse.
Desde hace ocho años administro los clubes nocturnos que mi padre dejó cuando tuvo que apartarse por la salud de mi hermana pequeña, Odette, que sufre de asma. Con la ayuda de Zev, limpié los negocios de las malas influencias que el tío Adriam había introducido y ahora estamos listos para expandirnos.
Dentro de dos meses inauguramos un nuevo club en la Gran Avenida de Marsella. Será la joya de la corona, y Amélie y su equipo se encargarán de darle una imagen renovada que hará que todos hablen de nosotros.
—Los rivales no son rival para nosotros —digo con confianza—. Francia está infestada de mis clubes, y no pienso dejar que nadie me quite el trono.
—¿Dónde está tu madre? —pregunta Zev mirando la hora.
—Seguro está apurándonos para la comida —respondo y abro la puerta justo cuando ella está a punto de entrar, impaciente como siempre.
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—Pensé que nunca saldrían —mi madre, Jeanette, empieza con su habitual discurso—. Deaclan, sabes que no me gusta que estés encerrado en el despacho cuando es hora de comer.
—Qué vergüenza de hijo te gastas, Jeanette —interrumpe Zev con su típica broma—. Yo nunca haría esperar a mi madre para comer, deberías adoptarme; sería mejor hijo que él, te lo juro.
—¡Auch! Eso es abuso —me quejo mientras le doy un golpecito en la cabeza para que deje de hablar.
Mi madre suspira, y yo ruedo los ojos. Zev se ríe sin que ella se dé cuenta.
—¿Dónde están Odette y tu padre? —pregunto para cambiar de tema.
—Ya los esperan en el comedor —responde mamá.
Al entrar veo a mi hermana con su melena castaña casi dorada sentada, y no pierdo oportunidad para molestarla un poco. Le revuelvo el pelo y la escucho resoplar.
Me río y me acerco a saludar a mi padre antes de que nos sentemos todos a comer.
Amo a mi familia, pero estas reuniones mensuales me agotan. Las constantes quejas de mi madre sobre cada detalle son insoportables.
Desde que me fui a estudiar fuera y pude regresar, vivo en mi propio departamento con una de las mejores vistas de Marsella, lejos del caos familiar.
—¿Deaclan? ¿Dónde dejaste a la desquiciada? —escucho a Odette bromear mientras Zev intenta contener la risa.
—Odette, ¿podrías tener más respeto por la prometida de tu hermano? —interviene mamá, insistiendo en esa boda que sé que nunca pasará.
Le hago una señal a mi hermana para que se calle y me hago cargo.
—No es mi prometida, mamá, así que deja de meternos ideas de bodas perfectas —le digo firme, mirándola a los ojos para que entienda que no manejaré mi vida como ella quiere.
Antes de que responda, la voz autoritaria de mi padre corta la tensión.
—Sé que a veces exageras, Jeanette, pero Deaclan es adulto y merece respeto. No quiero que le levantes la voz delante de mí, ¿entendido?
—Entonces dile a tu esposa que no se meta en mis decisiones, porque ya soy mayor para decidir con quién casarme —le respondo.
Un silencio pesado se instala en el comedor mientras terminamos la comida en paz.
De regreso al despacho, le comento a mi padre los planes para la imagen de los clubes, y está conforme.
Salgo ya entrada la tarde y me dirijo a mi departamento para preparar todo para la noche en el club.
Justo cuando voy hacia el coche, recibo una llamada de Zev.
—¿Qué tal si nos juntamos en el Sensation? —me pregunta entre el ruido de la música.
—Sabes que cuando vengo a casa de mis padres no voy a los clubes, no me jodas —le contesto.
—Vamos, Dae, necesitas relajarte. Quizás consigas una chica para distraerte y se te baje el mal humor.
—Nos vemos allá en media hora —le ordeno, sintiendo que necesito despejarme.
Mientras conduzco, suena otra llamada. Sin mirar, contesto.
—¿Amor? ¿Estás ahí? —su voz dulce me sorprende, y el recuerdo de la pelea con mamá me hace respirar profundo.
—Sí, soy yo, pensé que era otra persona.
—¿Con quién vas a salir? ¿Me llevas contigo?
Intento ser corto: tengo trabajo, no voy a ir a ningún club para distraerme.
—Dae, llevamos dos semanas sin vernos, sabes que estaba de viaje por trabajo. Quiero verte.
—Tengo reuniones de trabajo en la noche, esas cosas te aburren —le digo—. Mejor no te molesto.
Cuelgo y entro al club, donde la música y la energía me recuerdan por qué lucho tanto.
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El club Sensation vibra con luces y música a todo volumen. La multitud se mezcla en la pista de baile, mientras los DJ’s van marcando el ritmo de la noche.
Al entrar, Zev ya me espera en la zona VIP con una botella de tequila sobre la mesa y una sonrisa pícara.
—Por fin llegas, príncipe del negocio —me dice mientras levanta su vaso para brindar.
—Sí, sí, no me hagas mucho caso, solo necesitaba desconectar —respondo mientras tomo un trago.
Mientras nos relajamos, observo a los clientes. Hay chicas y chicos que parecen vivir por estas noches, buscando diversión y olvidarse del día a día.
Pero no puedo evitar sentir que algo anda mal. Hay miradas que se cruzan con demasiado interés cuando me acerco a la barra, y sé que en este mundo de clubes, no todo es fiesta.
De repente, alguien me toca el hombro. Giro y veo a un hombre con traje oscuro, mirada fría y sonrisa tensa.
—Deaclan Muller —dice con voz firme—. Tengo una propuesta que no podrás rechazar.
Zev frunce el ceño y me mira, alerta.
—¿Quién es este? —pregunta en voz baja.
—Un viejo conocido... o más bien un problema en potencia —le respondo.
El hombre me entrega una tarjeta y se aleja entre la gente.
Leo la tarjeta: “Julien Roche, negocios y oportunidades”.
Sé que con ese nombre vienen más que “oportunidades”. Hace años, Julien intentó sabotear uno de mis clubes con métodos que prefiero no recordar.
Siento que esta noche no será tan simple como pensaba.
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Comments
Yessica Esmeralda
ufff hermoso me encanta no pensé que fuera tan bueno, me gusto 10/10 Y eso que es el segundo capítulo
2023-02-05
4
Lizeth Suarez
esta muy interesante ♥️
2022-08-03
1
itzel yerania martinez reyes
bien vamos bien conociendo a los personajes
2022-08-01
1