Parte de él

El auto disminuyó la velocidad al atravesar el alto portón eléctrico de color negro y se detuvo por completo al llegar al parqueo subterráneo. Su chofer salió rápidamente como era de esperar para abrirle la puerta a su señor. Su ama de llaves salió a su encuentro al verlos llegar y se apresuró a servirle.

-Mi señor Kavanagh, me alegro de que haya llegado. Le he preparado su cena, guste pasar, mi señor –

Él negó con la cabeza sintiéndose mal consigo mismo por tratar a su eficiente chófer de una manera tan brusca y maleducada por lo cual se dirigió hacía él con una notaría amabilidad y caballerosidad con la que se le caracteriza.

- Caleb, por favor, sírvase la cena y descanse por el día de hoy, esto va también para usted, señora Fladh. Yo subiré y tomaré una ducha.

Sin más que decir se adentro a su casa dejando atrás a las 3 personas.

Caleb suspiro cansonamente al ver a su señor perderse por el lugar, pero aun más cansado se sintió al ver a la jóven vomitando contra el césped. Negó con la cabeza con desaprobación. En eso se preguntó ¿Quién demonios se atrevía a drogar a su señor? ¿Quién era se ser con el pudor de hacer una acción tan descabellada como aquella? Con solo pensar en aquello sintió un escalofrío por toda su espalda dorsal, ni de broma quisiera estar él en el sitio de esa persona cuando su jefe descubra quién fue.

Volvió a mirar a la joven quien observando todo el alrededor minuciosamente ¿Acaso él se olvido de ese pequeño detalle? Eso era imposible, su jefe tiene un intelecto muy alto para olvidarse de algo así y dio por sentado que lo hizo adrede, pero ¿Por qué lo haría si él es quien necesita estar con una mujer para que los efectos de la droga pasen? Pero, estaba más que claro que su jefe es un hombre de principio y nunca, jamás tomaría a una mujer en contra de su voluntad. Algo, que sin duda alguna admira de él y su auto control iba más allá de sus deseos carnales.

El chófer estaba cavilando hasta que sintió un golpe contra su costillas. La señora Fladh lo saco de su ensoñación y le pregunto con la mirada sobre quién era esa chica, él solo se limitó a subir sus hombros y no decir nada. Fladh era consciente de que Caleb no solitaria ni una sola palabra sobre aquella chica y ella lo entendía, sabía que no se le era permitido cotillear sobre los asuntos del jefe pero aún así se le hacía muy curioso que su jefe hubiese traído a una mujer a su residencia.

Como Cloe no se movía del lugar mientras apreciaba todos los alrededores del lugar, la señora Fladh tuvo que guiarla hacía dentro.

-Tome asiento, señorita- y la dejaron sola en aquel lugar.

Cloe se mantuvo embobada por los lujos del lugar, en el jardín delantero había una piscina y su agua se podía percibir de color verde, las grandes palmas a sus costados y que decir sobre el interior de la majestuosa casa ¿Casa? No, esto no llevaba el nombre de una casa, es demasiada ostentoso para ser una casa o al menos no como su casa normal y corriente y aquello no tenía nada de corriente.

Las dudas afloraron en su mente preguntándose ¿Quién era aquel hombre? ¿En qué lugar se adentro ella? Aquel hombre no es simple, con tan solo ver el interior del lugar era más que suficiente para concluir y dar por sentado aquello.

La decoración del interior es impactante ante sus ojos. En el centro hay una escalera de color caoba haciendo mestizaje con el color piel de las paredes, en éstas hay cuadros esparcidos por todo el lugar.

Camino hasta el más cercano “La Gioconda" en todo su esplendor y luego le sigue “la noche estrellada” de Vincent. Al pie de los escalones a su derecha está el cuadro de “el nacimiento de venus". Cloe fue recorriendo cada escalón embelesada por cada pintura que veía hasta llegar al segundo piso. En este un pasillo impasible se hacía ver, las diferencias eran muy notarías tanto en los colores como en las decoraciones.

En el segundo piso la pintura se denota más pálida y sin vida, no hay cuadros y la carencia de una decoración viva no pasa desapercibida.

Al estar sola en aquel lugar le invadió un sentimiento de añoranza de estar en su casa dentro del edredón y disfrutar de un largo sueño. Por tal razón se decidió a buscar a un buen samaritano que pudiera ayudarla a volver a casa, además, el dolor en la planta de sus pies ya era muy insoportable.

Comenzó a abrir cada puerta que encontraba pero cada una de estas se encontraba vacía haciéndola exasperarse, al final del pasillo se encontraba la última puerta y sin pensarlo dos veces tomó la manija de la puerta y la abrió. Aquella habitación es la representación de la realeza. Delante de la amplia cama yace una plasma que ocupa una pared entera, debajo de esta una chimenea, a sus lados dos gabinetes llenos de libros y el ventanal con el vidrio polarizado mostrando las gruesas ramas de un árbol.

La puerta del baño se abrió y ella se giró solo para encontrar a aquel hombre con una toalla enroscada en su parte inferior. Sus ojos se encontraron y él la miró con desprecio mientras se encaminaba hacía ella, quedando frente a frente, aunque sus expresiones siendo totalmente adversas, ya que, la de él denotaba esa furia y desagrado hacía la jóven, la de ella siendo totalmente cubierta por la curiosidad.

Su sentido olfativo fue cubierto por la espesa esencia del jabón con olor a almizcle, su cabello húmedo dejando caer gotas sobre su torso descubierto y su mirada viajó desde su rostro hasta el posarse sobre su torso donde el tatuaje se podía apreciar en su totalidad.

Cloe alargo su mano y comenzó a trazar delicadamente con sus dedos -Este tatuaje es impresionante- musito con admiración.

Kavanagh se tenso por su toque pero al ver la expresión de admiración se relajó un poco y tomó los dedos de ella contra los de él y comenzó a explicar.

-El tatuaje comienza con la frase “Never look back" y sobre ella hay una brújula, la cuál representa la guianza, siendo opacado por un reloj, quien traza el tiempo como “la limitación del hombre” y sobre este, hay un cuervo posando, quien simboliza la muerte siendo parte de la misma limitación y termina con otra frase “Dios es eterno"