CAPÍTULO 02. «Ghost»

Felix Ramos, un hombre pelinegro, de ojos azules y algo de barba, levanto un cuadro y lo miro unos segundos.

—Buenos días—saludo, dejándolo en su mesita con una pequeña sonrisa.

—Buenos días, cariño—respondió Aaron Blanco, un hombre castaño, de ojos ámbar, desde la silla de enfrente, mientras ojeaba una revista que había en la mesa. 

Felix se levantó para cambiarse y Aaron lo miro con una sonrisa, al otro le dió un escalofrío.

—Por cierto, ¿Cómo estas? Espero que bien—opino Felix, sentándose para calzarse.

—De hecho...estoy mejor que nunca, esa vista mañanera era increíble...No podría pedir nada más—susurro Aaron y suspiro algo cansado, mientras se levantaba, para sentarse junto a el.

—Te amo, ¿Lo sabías? Incluso después de que te hayas ido, te seguiría amando—miro una foto donde se encontraban Aaron, Miki y el.

—Si, yo también te amo…y no sabes cuanto—Aaron pasó saliva con dificultad y suspiro cansado.

—Y debería haberte dicho eso todos los días—susurro Felix, mientras apoyaba su codo en su pierna y luego su frente en la palma de su mano—. Lo siento—sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Aunque no me lo digas todos los días, yo se que me amas, no te preocupes—pidió Aaron y lo rodeo por los hombros—. Por favor, no sufras. Realmente odio verte así.

—Si vas a quedarte con nosotros, ¿No?—cuestiono con voz temblorosa.

—Me voy a quedar a tu lado y voy a amarte Incluso después de que me haya ido, lo prometo—aseguro Aaron, mientras que por su mejilla caían un par de lágrimas.

—Dios—Felix llevo sus manos a su rostro con frustración, mientras lloraba en silencio—. ¿Que estoy haciendo? Hablando solo, es obvio que ya no esta.

Aaron simplemente se quedó a su lado impotente. Felix limpio sus lágrimas y se levantó a hacer mantenimiento a sus armas, tal vez así se olvidaría un poco de todo.

—¡Buenos días, papá!—Felix se giró hacia su hija de seis años, Miki, con una sonrisa.

Miki era una niña rubia, de ojos castaños.

—Buenos días, reina—respondió Felix alegre, Miki era su felicidad de todos los días.

—¡Buenos días, papi!—Miki miro con una sonrisa a Aaron, quien estaba apoyado en la mesita, viendo su foto algo disgustado, había salido horrible ahí, pero le devolvió a su hija la sonrisa, gustoso—. Te ves bien.

—Buenos días. Y gracias, también vos, bebé—Aaron se apoyo en su brazo divertido, Miki era su única salvación de no aburrirse eternamente.

Felix simplemente pensó que le hablaba al cuadro o algo así. Creyó que Miki podría estar tan loca como el, pero no en realidad.

—¿No vamos ya a buscar más gente y sin comer, papá?—Miki miro a Felix algo triste y este sonrió divertido.

—No, ya voy a hacer algo, tranquila—Felix guardo sus armas en el bolso y se llevó a Miki a la cocina.

Miki puso tres platos en la mesa y se sentó a esperar que Felix llegue con la comida.

—Ay, Miki...—Felix pasó saliva con dificultad al ver el tercer plato y se agachó frente a su hija, aguantando las ganas de llorar—. Somos sólo dos, hija… no tres—le explico, tratando de que su voz se escuche firme.

—Pero...—Miki miro a Aaron y este negó.

—Tranquila, vas a hacer llorar a papá. Yo no voy a comer, no te preocupes por mi—aseguro Aaron con una pequeña sonrisa y Miki suspiro algo resignada.

—Esta bien, no llores—Miki miro preocupada a Felix y fue a llevar el plato nuevamente al bolso.

¿Por que su papá no podía ver a Aaron? Ojalá pudiera, ojalá supiera todo lo que Aaron le dice.

Comieron en silencio, después guardaron lo que faltaba y salieron del apartamento.

—Chau, señora Lily. Fue un gusto conocerla, pero me tengo que ir para siempre—Miki saludo a la mujer de al lado que siempre se sentaba en en balcón y está le devolvió el saludo con una sonrisa.

Felix se dió vuelta y vio hacia donde veía Miki, no había nada. Se acercó curioso y le tomó la mano.

—Vamos, no te quedes atrás—ordeno Felix y Miki asintió rápidamente.

Miki se inclinaba a ver a su papi en el asiento de atrás a cada rato, a ver si estaba bien y Felix movió el retrovisor para saber qué veía, no había nada.

—Papá se va a asustar, Miki. Al menos disimula—pidió Aaron divertido, mientras se cruzaba de piernas con una sonrisa de lado y Miki inflo sus mejillas molesta.

—¿Que te pasa?—Felix miro curioso a Miki, quien parecía molesta.

Lo estaba, quería que sus papás pudieran verse y estar felices otra vez. Aunque al menos Aaron seguía con ellos, pero lo malo era que sólo ella lo veía.

—Nada, simplemente extraño a papi...mas bien que ustedes estén juntos y puedan verse—susurro triste y suspiró, mirando por la ventana, Felix la miraba desanimado.

—Yo también...—musitó con tristeza y miro el camino.

Iban caminando por una ciudad abandonada, habían dejado el auto cerca, ya que las calles no eran tan aptas para conducir seguido. Miki daba pequeños saltitos, Felix iba atento a cada centímetro de su alrededor y a los movimientos de la niña.

Escuchó un ruido y apuntó con su rifle rápidamente, con expresión sería, lleno de concentración.

—Que sexy—susurro Aaron y mordió su labio, Miki lo vio disgustada, había olvidado que podía escucharlo—. ¿Qué? ¿Como sabes que es eso?—Miki miro hacia otro lado haciéndose la inocente—. Niña astuta, si sabes cosas—como se notaba que era su bebé.

Felix vio salir a una rata y levantó a Miki, esquivando al animal, luego siguió caminando. Iban cruzando por una vieja heladería cuando un zombie corrió hasta él para atacarlo, se paró detrás de Miki y le disparó rápidamente al zombie, enviándole al piso.

—Que suerte que no estamos en el centro, sería una catástrofe—susurro Felix y soltó un largo suspiro de cansancio.

En el centro, al estar mas concentrada la contaminación de las fábricas y el alimento que provocó el virus, los zombies tenían una mutación diferente, era más peligroso. Sabía esto por la televisión, ahora, después de tanto tiempo, no tenía idea de como eran las cosas, pero seguía siendo peligroso.

Pasaron por un centro comercial y Miki le pidió entrar, así que por las dudas fueron. En un centro comercial había varias posibilidades de que hubiera sobrevivientes, además tenía que reponer algunas cosas.

Felix busco si había algunas balas para reponer y las encontró, al menos algunas para su rifle, Miki simplemente veía a Aaron atravesar paredes y ver las cosas curioso. Aaron encontró una katana que le resultó muy llamativa.

—¡Siempre quise una katana!—exclamo Aaron desanimado, Felix recordaba eso completamente y Miki se acercó a él.

—¡Mira, papá, una katana!—hablo Miki, señalando el objeto y Felix se acercó con curiosidad.

—Mira, es muy buena—la levanto y busco la vaina—. La voy a llevar—la colgó en su espalda y ambos caminaron fuera de la tienda.

Felix, quien siempre iba adelante, se escondió rápidamente en una esquina, deteniendo a Miki. Había tres zombies ahí.

  Le indicó a su hija con una seña, que se mantengan ahí y le dió un arma de fuego, Miki sabía manejar un arma, también le enseñó a pelear. Cualquiera diría que estaba súper mal que un niño sepa de esas cosas tan temprano, pero teniendo en cuenta la condición en la que vivían, era todo un privilegio saber defenderse sólo. Trataba de que su hija no dependiera tanto de él.

Cargó su arma, mientras Miki se alejaba un poco de el, para no correr mucho peligro. Felix salto de detrás de la esquina, alertando a los zombies y comenzó a dispararles, esquivando a uno, dándole directo en la cabeza. En unos segundos ya estaban totalmente muertos, así que busco a Miki, quien estaba pegada a la pared como apoyo y le había disparado de lejos a un zombie que iba a atacarla.

—Bien hecho—la felicito Felix y la niña sonrió ampliamente, devolviéndole el arma—. Mejor quedatela, por si acaso no puedo llegar a dártela—se sacó la funda del arma que tenía en su muslo y se la dió a Miki—. Y esto también—le dió una navaja—. Por si acaso.

—¡Gracias!—le sonrió a su papá y acomodó todo.

Miki encontró un peluche muy lindo, de un osito pirata y lo conservo. Felix simplemente la esperó a que elija lo que quiera.

—Al parecer no hay nadie, el disparo hubiera llamado la atención de cualquiera...Y la de muchos zombies también—hablo Felix y Miki asintió con su cabeza.

—¿Entonces nos vamos a otro lugar?

—Si, hay que volver al auto—respondió Felix y caminaron de regreso a donde vinieron.

Manejo hasta una carretera y por curiosidad, giró en un camino, llegando hasta un pueblo en buen estado, pero vacío o eso parecía a simple vista. 

—Quiero ir al baño y de paso voy a explorar un poco—dejo el auto detrás de una casa y por un presentimiento, bajó todo y dejó a Miki dentro de la casa—. No salgas por nada, ni aunque algo exploté y no te olvides del arma, ¿Me oíste? Ya vuelvo, te amo—le dejo un beso en la frente y se fue rápidamente.

—Yo también...—susurró Miki y apretó su peluche, junto a su arma, contra su pecho con fuerza. No estaba asustada, sino que tenía un mal presentimiento.

Busco a Aaron, pero este no estaba con ella. Había pasado mucho y escuchó unos ruidos afuera, dándole un pequeño susto. Se asomó despacio por una abertura y vio a unos tipos destrozar el auto, así que fue a esconderse de inmediato. Comenzaba a desesperarse, había pasado mucho y quería a sus papás de vuelta. Comenzó a llorar en silencio y cerró sus ojos fuerte, respirando hondo, pero no servía. Ella sola no podía contra tantos hombres, así que prefirió quedarse escondida en la casa.

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