4: Mi hermana.

...DONATO...

— Osea idiota; ¿te casaste y no me dijiste nada?— Una dramática Jane— ¿Ni por ser tu hermana preferida?

— Fué una decisión rápida.

— Para que vea qué aún no termina de conocer a su hermano. Lo que pasa es que la mercancía estaba muy buena que no hubo tiempo de pensar nada, no es así Donato?

— ¿Mercancía? ¿De qué habla la chica, Donato?

— Guarda silencio, Bella. En boca cerrada no entran moscas. Vayola ven conmigo, quiero hablar contigo.

— Claro— Me acompaña hasta la habitación de descanso del segundo piso de su mansión— A mí también me interesa hablar contigo, Donato. ¿Qué es lo que ocurre con esa chica? ¿Acaso la compraste?

...ISABELLA...

— Te juro que mi intención no es incomodarte, Zafira.

— ¿Incomodarme?— Sonrío— Oh, claro. Hablas de eso. La última vez que nos vimos fué hace unos años, no? Te debo una disculpa por haberte tratado mal, por creer que eras una trepadora.

— Te confieso que me gustaba Massimo— Frunce el ceño— Pero es en tiempo pasado. Eran ideas de niña tonta así que no te preocupes, no te quitaré a tu esposo. ¿Qué haces aquí en Italia?

— Como puedes ver no estoy sola, estoy con mis cuñadas tomandonos unas vacaciones. Ahora que lo pienso sería genial que pasáramos tiempo juntas. ¿Qué dices?

— ¿Volverás a encerrarme en un baño por dos horas?— Niega— Entonces será un placer— Juego con mis dedos— ¿Puedes hacerme un favor?

— Dime.

— Necesito de tu ayuda para escaparme.

Analiza mis palabras pero por la tardanza en entender, Donato ya regresa con su hermana.

— Vámonos Bella.

— Pero si acaban de llegar...— Interrumpe a la pelinegra.

— Tengo un asunto pendiente— Su mano envuelve mi brazo— Que tengan un buen día— Me saca antes de que me despida de ellas.

La expresión de su rostro no luce normal; es como si estuviera conteniendose algo.

El hecho de que no lo conozco me retracta a la idea de preguntarle que sucede, aparte no me interesa tener algún dialogo con él.

…

Respiro sintiendo cada vez más el rozar del viento en mi cara, hace frío pero saber que tengo que entrar y ver su cara no me deja.

— Son las diez de la noche, no tienes sueño?

Genial, ahora no puedo estar sola en el jardín.

— Hace frío, entra.

— ¿Desde cuando debo obedecerte?

— Desde que firmaste esos papeles. Oye no soy tan malo como creés, deja de hacerte la idea en la cabeza de que soy la bestia que te tiene encerrada en su palacio y tú la dulce princesa Bella, si?

— Entonces debería tener otra cosa en mi cabeza tras que me tienes aquí lejos de mis amigos, del chico que quiero y al que pensaba declararmele. Pero claro, tú no tienes sentimientos, tú no sabes lo que es amar a una persona y desear verla cada día— Suspiro— Llorar porque no puedes estar con ella. Estoy enamorada y daría todo por salir de aquí.

—Sentimientos todos tenemos, todos alguna vez hemos amado tanto a una persona. De hecho, te entiendo. La primera vez que me enamoré de una mujer pensé en darlo todo, nos acabábamos de conocernos pero quería ir enserio con ella, quería tenerla para mí y cuidarla. Aún sabiendo que ella amaba a otro hombre. La amo demasiado, aún lo sigo haciendo aunque no debería pero en el corazón no se manda. Yo también daría todo por arrancarmela del pecho y verla como lo que es.

— No entiendo.

— La mujer de la que te estoy hablando es Amelia, mi hermana.

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