Sus pensamientos revoloteaban en su cabeza como un torbellino, recuerdos de su vida iban y venían, no pagaban de atormentarla. Observando a la nada en el techo agrietado, así estaba ella en aquel baño, un pensamiento fulminante llegó a su cabeza, su corazón se aceleró a tal punto que lo empezó a sentir retumbar en pecho, el miedo le invadió, el recuerdo de aquel viaje llegó a su mente, el recuerdo del que hablaba aquel doctor, ese condenado viaje, deseó no haber ido a ese viaje con su familia.
Ese viaje sucedió cuando ella apenas era una niña, su familia era adinerada, eran dueños de una mina de diamantes, su niñez la paso con muchos lujos, mansiones, viajes por todo el mundo, nunca le faltó nada, ella solo tenía que levantar su dedo y lo sirvientes llegaban para atenderla, lo tenía todo. Había salido de vacaciones de verano, su familia siempre iba de viaje al rancho de la familia, hectáreas y hectáreas de bosque eran propiedad de ellos, lo compraron para hacer sus retiros de los negocios, su mamá le estaba preparando las maletas pero ella no tenía muchas ganas de ir, solo se quería quedar para tomar clases de montar caballo, su mamá le insistió pero tampoco la obligó.
- ¿ Por qué no quieres ir hija? - preguntó con extrañeza ya que a ella siempre le gustaba ir a visitar el rancho y ver los cisnes nadar en el lago principal-
- Es que ni tú ni Papi irán, no quiero estar sola con mis primas. - Ella lo dijo con un poco de miedo, sus primas la molestaban mucho ya que era la menor de todas-
- Solo estaremos ausentes de las vacaciones dos días hijas, no te preocupes, después iremos a reunirnos contigo en el rancho - su mamá lo dijo en tono calmado para que ella no se preocupara-
- Está bien mami, iré, pero cualquier cosa los llamaré.
- Tus tíos estarán allá, ellos no permitirán que nada malo te suceda no te preocupes.
- Mami, ¿ Y si mejor no voy y me quedo para tomar las clases de montar caballo que tanto quieres que haga?. - tenía la esperanza que con eso cayera su mamá y no la dejara ir-
- Allá hay caballos hija, puedo enseñarte allá si de verdad quieres tomar clases, no tomes eso como excusa para no querer ir, la vas a pasar muy bien.
- ! Tu no entiendes mamá, mis primas son muy malas conmigo ¡
- Hija -- dijo en voz calmada y en tono bajo, teniendo empatía para calmar a su hija- no tienes de que preocuparte, a parte no tienes necesidad de estar gritando, esos modelos no te los enseñé yo.
Se acercó a ella y la abrazó, la niña comenzó a llorar y la madre secándoles la lágrimas le dijo:
- No tienes necesidad de llorar, te prometo algo - la sostuvo en sus manos, colocó sus dedos en la barbilla de la niña y delicadamente subió su rostro para que se mirarán fijamente - Nada malo te sucederá, eres mi hija, la niña que más adoro en el mundo y no podría permitir que algo malo te llegue a suceder.
- Está bien mami - dijo sollozando- iré, pero promete que no me dejarás allá sola más de dos días, ¿ Lo prometes? - ella levantó su meñique izquierdo-
La madre levantó su meñique y sujeto el de la niña.
- Lo prometo mi niña.
Las dos dijeron al unisono, “ Una promesa de meñique no se puede romper, si no que me caiga un elefante si la rompo”.
Era un tradición tonta para ellas hacer eso cada vez que hacían esas cosas.
El recuerdo de ese viaje le llegó muy vivo a la cabeza, pero está vez, ella era la espectadora de todo lo que estaba aconteciendo en sus recuerdos, ya no luchaba contra ellos, simplemente dejaba que sucedieran, sabía que ese recuerdo no terminaba allí todavía seguía y le daba curiosidad como vería lo que sucedió ese día. Se miró el meñique derecho y repitió en su mente “ Una promesa de meñique no se puede romper, si no te cortarán el cuello y te desangraras por no cumplir ”.
Llegó el día del esperado viaje, aunque no para ella, habían quedado en salir desde su casa, sus tíos pasarían por ella. Su casa era de cinco pisos, con muchos lujos en ella, a la entrada tenía las típicas escaleras grandes que llevaban casi todas las casas lujosas, éstas llevaban al balcón de la entrada, en el segundo piso estaban las oficinas de negocio, allí era donde sus padres manejaban su imperio, oficinas lujosas dónde no cualquier empleado entraba, solo los mejores tenían el honor de ir a trabajar en esa casa, el tercer piso solo se podía acceder mediante un ascensor que funcionaba con sistema biométrico, solo la familia o amigos de la familia podían entrar allí, allí la familia todo tipo de lujos, un salón de cine con veinte butacas para que todos los que quisieran pudieran ver las películas que quisieran, incluso consiguieron un contrato de colocar todos los estrenos que ellos quisieran en ese cine. La cocina que estaba equipada con tecnología de punta, todo estaba conectado a un servidor privado y con el teléfono ellos podían acceder remotamente para verificar cada aparto electrónico en esa cocina y en toda la sala, las paredes de la cocina eran blancas con las gavetas, mesas y encimeras de color negro, en el medio una mesa grande para cocinar, hecha de mármol negro con gavetas debajo de madera de color beige. Habían seis cuartos, el principal para los padres el de la niña y cuatro más para visitas, en cada cuarto un proyector de alta definición ya que al padre no le gustaban los televisores, prefería los proyectores por su rendimiento, más una laptop, un refrigerador pequeño mantenimiento siempre equipado con lo que los inquilinos quisieran y una cama tamaño king para máximo confort en cada habitación. El cuarto piso era el área de entrenamiento, con varias canchas de tenis, basket y fútbol. En el último piso ya que querían ser ostentosos instalaron la piscina, una gran piscina con paredes de vidrio.
La niña todavía seguía insistiendo a su madre de no ir, pero la madre le recordó de la promesa que habían hecho, la niña dejó de insistir y ayuda a su mamá a terminar de hacer las maletas. Llamaron al teléfono de su mamá, era para avisarle que habían llegado a recoger a la niña, bajaron hacia las oficinas donde estaba su papá cerrando un negocio importante.
- Adiós papi, nos vemos en unos días.
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