Narrador.
Anais, con mucho cuidado y determinación, logró quitarse de encima a David. Sigilosamente, terminó de quitarle la ropa, dejándolo completamente desnudo. Ella también se despojó de todas sus prendas, quedando desnuda. Por su mente solo pasaban pensamientos perversos.
— Este imbécil se va a arrepentir de haberme tratado como una basura.— pensó la joven y continuó con su plan. Sin hacer ruido, le quitó el seguro a la puerta y volvió a la cama. Cuidadosamente, para no despertarlo, empleó fuerza, y se colocó debajo de él. Respiró con pereza, y pidió a Dios que su objetivo salga bien. No había vuelta atrás, empezó a gritar; Auxilio. Ayuda, por favor. Ayuda, ayúdenme, por favor.
Para suerte de Anais, la señora Clara iba pasando por el pasillo, y la escuchó gritar. Entró inmediatamente a la habitación. Al ver la escena antes sus ojos, se puso la mano en el pecho, y con mucho pesar, dijo: — ¡Dios mío! ¿Qué pasó aquí? ¿Qué te hizo ese patán? Ven, levántate.
— No quise hacerlo, señora. — dijo llorando. La señora la ayudó a quitárselo de encima. Muy indignada por lo que hizo su sobrino, agarró una jarra de agua fría y se la tiró.
— ¡Despierta! ¿Eso fue lo que te enseñé? Despierta, despierta, David. — dijo con estruendo. Él, aún soñoliento, abrió los ojos. Sorprendido, miró a las mujeres a su alrededor, luego se percató de que no tenía ropa.
— Tía, ¿qué pasa? ¿Por qué el escándalo? — Maldición, ¿qué demonios hice? No puede ser, lo único que recuerdo es que le pegué seguro a la puerta, y la agarré por el cabello. — pensó frustrado.— ¿Qué pasó, tía? —volvió a preguntar, y miró Anais envuelta en una sábana.
— ¿Aún tienes el descaro de preguntar eso? Mira lo que acabas de hacerle a Anais. Nunca creí eso de ti. Vamos, Anais, te buscaré ropa.— dijo la señora Clara.
¡Victoria! Esa fue la palabra que exclamó Anais, para sí misma. Su plan estaba funcionando. La joven estaba decidida con hacer pagar a David, por la humillación. Todas las mujeres no son iguales, él no sabía de lo que era capaz esa mujer a la que llamó «pobre diabla».
Anais se quedó a dormir en el rancho, llorando amargas lágrimas. La señora Clara estaba atormentada por lo sucedido.
En la mañana, la señora clara se despertó temprano, o mejor dicho, casi no pudo dormir. Fue a la habitación en donde estaba Anais, le tocó la puerta, toc toc. — Anais, ¿podemos hablar? — preguntó.
Anais seguía con su teatro, y para darle más sabor a la escena, abrió la puerta, y abrazó a la señora llorando.
— Me quiero ir a mi casa, no soporto estar aquí, me siento sucia.— dijo con sollozos.
— ¿Estás segura? Deberías hablar con David.
— No, señora, no quiero verlo.
— Está bien, pero antes déjame hablar con él.
La señora salió de la habitación, e inmediatamente una sonrisa de satisfacción apareció en el rostro de Anaís.
La señora clara entró a la habitación de David, quien aún dormía plácidamente. Ella le quitó la sábana y le dijo. — David, levántate, tenemos que hablar.
Él abrió los ojos adaptándose a la luz. Se pasó la mano por la cabeza.
— ¿Qué le hiciste a Anais? Ella no ha dejado de llorar. Dime la verdad, por favor.
— Tía, lo siento, no recuerdo bien. Sé que la encontré aquí en la habitación, la insulté, cerré la puerta, y la agarré por el cabello. Después no recuerdo nada más, estaba muy ebrio, perdón, tía.
— Me decepciona. Hablas con ella, es una buena mujer. Seguro va a poner una denuncia, y no te permitiré que manches el buen apellido de la familia por una borrachera.
Anais se fue a su casa, no había vuelto a ver a su mamá y estaba sola. La señora Carmen, su madre, al verla entrar, le preguntó. — Hija, ¿por qué no llegaste a dormir? Estaba preocupada. ¿Por qué tienes esa cara?
Anais se acercó a ella, la abrazó y la besó. — Tranquila, mamá, todo está bien. Me quedé en el rancho, había mucho trabajo. ¿Sabes qué? Nuestras vidas van a cambiar. Pedro, mi papá, y todos los que nos han hecho daño, se van a arrepentir.— expresó llena de ira.
Horas más tarde.
David, después de pensarlo mucho, y tratar de recordar lo que pasó, fue a casa de Anais para hablar con ella. Estaba frente a su casa pitando la bocina de su auto, pero nadie salió de dicho lugar. Tanto insistir, obtuvo resultado, ella salió muy molesta, se acercó a él, y lo miró de manera despectiva.
— ¿Qué quieres? Usted y yo no tenemos nada de que hablar. Lo que le voy a decir, lo voy a hacer frente a un juez, y con un abogado. Lo voy a denunciar por violación. Todos van a saber lo poco hombre que es usted.
Él la miró con el ceño fruncido, y se cruzó de brazos. — Entre nosotros no pasó nada.
— Bien. Hablamos después.— dio la vuelta para entrar a su hogar, pero él la detuvo.
— Espera, espera, ¿qué quieres? Te doy lo que me pidas. Además, no recuerdo nada. ¿Cómo puedes demostrar que entre nosotros pasó algo? ¿Crees que vas a ganar si vamos a juicio? ¿Qué cantidad de dinero quieres?—preguntó exasperado.
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Comments
Viviana Bustos Aldana
Eres mala Anais 😈😈😈😈 jajajajaja 🤣🤣🤣
2025-02-18
0
Ibelitza Oliverovelis
castigado para que aprenda ser una mejor persona
2024-11-03
1
Gaba Avila
Pero pues… no es algo diferente a lo que el maldito realmente iba a hacer!
2024-09-23
0