Capítulo 18: Eres mi mejor regalo

La casa de campo era un lugar de ensueño, estaba rodeada de un bosque de pinos que por la nieve se veía como un sitio mágico, sacado de un cuento de hadas, o de.una de esas películas navideñas que tanto se ven en esta época.

Andrés y yo bajamos del auto y observamos todo a nuestro alrededor, el lugar era silencioso, romántico y muy hermoso, era un buen lugar para estar solos y disfrutar el uno del otro.

La casa en su interior era muy acogedora, era un lugar perfecto para celebrar la navidad y el año nuevo, en medio del salón había un enorme árbol adornado con flores rojas y bolas de cristal doradas, papá había pensado en un sitio perfecto para pasar las fiestas familiares, subimos a la habitación principal y allí dejamos nuestras maletas, dimos una vuelta por el resto de la casa y como aún no caía la noche decidimos salir a caminar un rato por el bosque.

Estaba haciendo algo de frío por lo que nos pusimos nuestros abrigos, nuestra caminata serviría también para buscar algo de leña para a nuestro regreso encender la chimenea, el sitio era perfecto, los pinos desprendían un olor maravilloso y se veían perfectos cubiertos por la nieve, Andrés y yo íbamos tomados de la mano, así como en las películas románticas que tanto amaba ver mi hermana Sofía, nunca imaginé que me gustaría estar así con alguien viviendo un romance tierno, pero la vida a veces nos destina cosas que no alcanzamos a imaginar.

Un rato después encontramos leña y la recogimos, al ver que ya estaba oscureciendo decidimos regresar a casa, pero la lluvia llegó primero y tuvimos que correr para no mojarnos mucho, fue imposible al entrar a la casa estábamos completamente empapados.

Nos quitamos nuestras botas antes de ingresar, luego Andrés se quitó su abrigo y después su camiseta y se acercó a la chimenea a encenderla, yo no podía dejar de mirarlo, ese hombre me tiene loca y verlo así me provoca miles de cosas que no había experimentado antes, es que es tan guapo y huele tan delicioso.

-No entiendo porque siempre te quedas mirándome de esa manera- me dice Andrés sacándome de mis pensamientos.

-Yo no… no te estaba mirando solo pensaba, si solo eso, jaja- le dije nerviosa.

Él empezó a acercarse a mí, me miraba de tal forma que mis piernas empezaron a temblar y mi voz no salía de mi pecho ni obligada, pensé en alejarme pero mis pies no respondían a las órdenes que daba mi cerebro.

-Si no te quitas está ropa mojada te vas a enfermar- dijo quitando mi abrigo.

-No... te preocupes cariño- le dije.

Después empezó a desabrochar mi blusa, lo hacía despacio y con mucho cuidado, al quitarla la arrojó al suelo, yo intenté cubrir mi cuerpo pero él lo impidió.

-No te cubras, quiero observar cada parte de tu cuerpo-

El tocó mis pezones sobre la tela del brasier, luego con su dedo tocó en medio de mis senos, con cada toque me hacía sentir como una descarga eléctrica, mi piel se encendió y mi parte íntima palpitaba, nunca había sentido algo parecido, pero no quería que terminara.

Con mucha delicadeza Quito mi brasier y lo arrojó al piso, con sus labios comenzó a saborear mis senos, mis gemidos no se hicieron esperar, aunque intenté callarlos todo el placer que sentía me hicieron estallar, él se detuvo un momento y me cargó entre sus fuertes brazos, yo solo acariciaba su pecho y besaba sus labios sin parar, me recostó en la alfombra y se quitó su pantalón, luego se acercó a mí y empezó a besar mi torso desnudo.

Desabrochó el botón de mi pantalón con despacio y lo quito, su boca se concentró en mis muslos, y sus manos fueron bajando mi tanga lentamente, estaba desnuda en frente de él, con mi cuerpo totalmente erizado, él hizo lo mismo, se quitó su bóxer y se subió encima de mí, podía sentir como su erección crecía y como mi intimidad estaba completamente húmeda con solo sentir su cercanía.

Ya no podía esperar más, necesitaba sentirlo en lo más profundo de mi ser, sentirlo cerca, acariciar todo su cuerpo.

-Hazlo ya, por favor- le dije con mi voz entrecortada.

-Si eso es lo que quieres, estoy para complacerte- dijo susurrando en mi oído.

Nuestros cuerpos se unieron en uno solo, él entraba y salía de mi con movimientos lentos pero que me llevaban al cielo, su boca besaba cada espacio de mi cuerpo, sus manos recorrían cada rincón de mi ser, los gemidos de ambos sonaban como una dulce melodía en medio de la soledad del bosque, ambos danzamos a un ritmo apasionado y lujurioso hasta que llegamos juntos al clímax.

El reloj marcó las 12 de la medianoche, lo que indicaba que era navidad, yo estaba acostada en el pecho de mi esposo, él acariciaba mi espalda y mi cabello con sus manos, después de unos minutos de silencio me dijo:

-Feliz navidad, amor de mi vida-

-Feliz navidad, esposo falso- le dije besando sus labios- tengo un regalo para ti mi amor- le dije sacando una caja de mi abrigo

-Pero no esto no es posible, yo no te compre ningún regalo- dijo mostrando preocupación- es un reloj y está hermoso, no tenías que hacerlo mi vida, estoy avergonzado no te compre nada-