cerrando candados.

Volví a despertar a las 10 de la mañana. El ya estaba levantado y muy arreglado.

— Vamos.

— ¿A dónde vamos?

— Lo verás por ti misma.

Después de decirme eso, me bañé, cambie y peine mi cabello.

— ¿No te vas a maquillar.? — Más que pregunta parecía un regaño.

— No sé cómo hacer el maquillaje.— Sí soy mujer pero vivía con tres hombres. Ninguno de ellos sabe siquiera que es una basé.

— ¿De que planeta vienes?¿qué clase de mujer no sabe maquillarse?

— La clase de mujer que no tiene tiempo para hacer eso. — Respondí enojada.

El salio de la habitación, pensé que se iría sin mi, pero a los pocos minutos regreso con un kit de belleza.

— Siéntate.

— ¿Para qué?

— Es una orden tu solo hazlo.

Me senté frente al espejo, saco brochas, labiales, delineadores y otras cosas que yo no sabía existían.

El me maquillo, pensé que el maquillaje quedaría horrible pero me veía bastante bien, quedé asombrada.

— Espero que el maquillaje te ayude a verte más madura, no quiero que piensen que eres mi hija.

— Debiste pensar en eso antes de obligarme a casarme contigo

— En ese momento eras mi única opción. Si hubiera podido usar a otra de mis empleadas lo hubiera hecho. Pero para desgracia de ambos tú eras la única que estaba en casa.

— Eso era justo lo que todas las esposas quieres escuchar después de casarse. Qué fue una desgracia ser la única opción. — Dije sarcásticamente. Okay no nos amamos, pero tampoco debería ser tan grosero conmigo.

— No hablemos del pasado mejor cámbiate esa ropa.

— ¿Cómo dices?

— Tú maquillaje y ropa no combinan. — Caminó hacia mi maleta.

— Usa esté. — Sacó un vestido rojo qué el me compró.

— No voy a usar eso. — Me negué rotundamente.

— Si te digo que lo uses lo usas y punto.— Qué mandon es esté tipo. Pensé que en Estados Unidos los esposos eran menos autoritarios con sus esposas.

— ¿Acaso quieres que me enfermé?, es invierno, hace un frío infernal.

— Tienes razón, en ese caso usa ropa más abrigada.

Jejej me salí con la mía, el vestido es bonito pero no es mi estilo.

Cambie mi ropa a un pantalón de mezclilla azul cielo, una blusa del mismo color, una gabardina blanca y unos botines negros de tacón.

Salí de la habitación, subimos a su auto y me llevo a recorrer la ciudad, fuimos a la torre Eiffel, después a comer y al final a un asunto de negocios que el tenía.

Al día siguiente también hizo mi maquillaje y después me llevo de compras, las vendedoras decían que hacíamos una bonita pareja.

Solo me reía en mis adentros, ¿el y yo? ¿bonita pareja? si claro.

— ¿Te gusta.? Edward me saco de mis pensamientos mostrando un hermoso vestido plateado.

No pude negar que me encantó pero al ver el precio me dije que no debería abusar de mi esposo falso.

— Pruébalo.

— No es necesario creo que no se me verá bien.

— A ti todo te queda bien.

Su comentario me saco de órbita. ¿Ami todo me queda bien? se comportaba como un marido que de verdad ama a su esposa.

— Está bien. — Me lo probé y el no me quitó los ojos de encima por varios minutos. ¿Me veré muy extraña con ésto.?

— Se te ve muy bien. Hay que llevarlo. — Me pareció un poco sincero. Tal vez si me veo linda con esté vestido.

— Ya que insistes. — Tirare mi sentir por la borda. El se porta muy mal a veces. Pensaré en eso y aceptaré las cosas que quiera darme. Cambié de opinión unos minutos después. Ya que es señor James me compró demasiadas cosas. No podría usar todo ésto en todo el año que estaré casada. Esperó que no se le ocurra comprar nada más.

Sentí que no merecía todo eso, después de todo lo nuestro era solo una farsa. Y hay veces en que si es un buen tipo conmigo.

Volvimos al hotel y descansamos.

El resto de la semana fue muy linda, me llevo a conocer muchos lugares. Debo reconocer que me la pasé excelente.

Un día antes de que nuestra luna de miel terminarán me llevo a conocer el puente de los candados, según yo solo iba a conocerlo pero en el camino se encontró con Scarlett. Y pasó lo que no tenía que pasar.

— ¿Qué hacen aquí.? — Preguntó ella.

— Lo que hacen todas las parejas de enamorados.

¿Pareja de enamorados.? Por favor Dios mío, que no esté pensando en lo que creó que quiere hacer.

— ¿Enserio los vas a cerrar con ella.? — No, claro que no. ¿Porqué tenías que preguntarle.

— Es mi esposa, la amo y claro que quiero cerrar los candados con ella. — ¡NOOOOO!. Grité internamente. Luego pensé que solo estaba bromeando. Pero... Edward tomó un candado, unió mis manos con las suyas y fuimos a colocar el candado en el puente. Después aventó la llave al río. Y así quedé unida eternamente con el.

!NOOOOOO.! Volví a gritar internamente.

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