2 años después.

2 años después........

Narra Luna Maseratti.......

Salgo de la ducha y camino hacia el espejo, miró mi rostro cansado y mi piel blanca ligeramente bronceada, odio cada minuto de mi vida, aborrezco a la gente y peor aún, lo odio a él.

Recuerdos......

Me encuentro en un vuelo vip, de España hasta Australia, el avión está aterrizando, lo último que hice después de que Augusto me subió al avión con uno de los hombres de Dante, fue tomarme las pastilla del día siguiente, entonces aquel hombre me saca de mis pensamientos. –El avión aterrizo, una camioneta nos espera abajo– lo miro con un poco de temor, el no a soltado su arma ni un solo segundo, así que me bajo del avión y miro la camioneta negra blindada que se encuentra ahí, el toma mi maleta y caminamos de inmediato hasta ahí, me abre la puerta y subo a la camioneta, entonces el cierra la puerta y entra en la parte del copiloto, le dice algo al chofer en Italiano y este comienza a manejar, un par de horas después la camioneta estaciona, el hombre baja y me abre la puerta de la camioneta, salgo y miro el enorme edificio que se encuentra en frente mío, es enorme y hermoso.

–¿Aqui me hospedare?– le pregunto ingenuamente.

–Este es su nuevo hogar– estoy a punto de sacarlo de su error cuando el comienza a bajar mi maleta y caminar hacia el hotel.

–Espera– le gritó mientras corro de tras de el. El ascensor se abre y el me permite la entrada, aprieta el botón del Pen Hause y saca una tarjeta que pasa sobre una luz roja, la cual seguramente es la llave. El ascensor se abre y el lugar es enorme, sin duda es un piso completo, es hermoso y enorme, el asienta mi maleta y revisa su saco.

–Esto es para usted– Dice mientras extiende una hoja sobre mi mano, yo la tomo y el habla de nuevo. – Estoy a sus órdenes, esperaré en la puerta– Dice mientras abre la puerta y sale de ahí.

Entonces tome la hoja en mi mano y la abrí, era muy breve, así que no había tanto que leer.

Enzo: Lo mejor es no volvernos a ver, no eres mi tipo y no quiero que mal entiendas las cosas, en tu maleta tienes todo lo que necesitas y Víctor estará a tu servicio por siempre, no me busques.

Me quedé completamente atónita, aquel estúpido me había utilizado, se acostó conmigo y me arrebato mi virginidad para después botarme, era un maldito imbécil, sin duda merecía morir. Camine hacia mi maleta y la abrí, en ella estaba un bolso lleno de dinero, podía jurar que era casi un millón de dólares, casi toda estaba llena de dinero, no había más que unas cuantas mudas de ropa, el pensaba que su dinero compensaría aquella bajeza que acababa de cometer. –Vete al diablo Dante Russo– Grite con todas mis fuerzas mientras las lágrimas caían por mis mejillas, era un maldito imbécil, me mandó un perro guardian y me compro un Pen Hause en el lugar que elegí para "NUESTRO VIAJE" lo odiaba, jamás odiaria más a alguien como lo odiaba a él.

Fin del recuerdo......

La puerta sonó y yo brinque un poco, desgraciadamente no había elegido la vida más fácil así que no podía vivir del todo tranquila.

–Yo voy– Dijo Victor, quien bebía un café en la barra de la cocina. Ese imbécil se había convertido en mi mano derecha, en un confidente.

El camino y miro por las cámaras de seguridad, después de un segundo camino hacia la puerta y abrió con tranquilidad, pero siempre estando a alerta.

–Puedes pasar– Le dijo a aquel hombre del saco.

–Buenas tardes mi señora– Dijo aquel idiota que evidentemente quería algo.

–Sientate y di lo que quieres– le dije con mucha irritación.

El extendió la carpeta y yo la tomé casi arrebatandosela. –Quiero una rápida explicación–.

–El es William Rodríguez, es un golpeador y maltratador de mujeres, trabaja en un bar justo a un lado de la costa y es un bebedor.– Dijo Cristopher con la voz temblorosa.

Entonces inevitablemente rei. –los más fáciles, amo matar a los bebedores.– el me miró con terror, y no lo podía culpar, el sabía cada trabajo que había realizado, el era el encargado de traerme la información. –Habla– le ordene.

–Medio millón– entonces mi piel se erizo, cada vez era mejor este trabajo.

–No cobraré ni un solo peso, no me importa el dinero, el es un golpeador de mujeres y merece morir– le dije con mucha frialdad.

Dante Russo me había convertido en esto, en una mujer sin corazón. Así que tome mi arma y Víctor me siguió, el manejo hasta aquel bar, en el lugar había muy poca gente y pude identificar al tipo de inmediato, estaba evidentemente borracho atendiendo una mesa de más hombres ebrios.

–Tiene que ser rapido– Dijo Victor revisando que no hubiera ni una sola camara.

–No me digas como hacer mi trabajo– Le dije mientras lo dejaba atrás y caminaba hacia la barra, en dónde se encontraba aquel hombre. –Buenas noches– le dije con mucho coqueteo.

–Hola preciosa, por qué tan sola– su voz me hizo querer vomitar, evidentemente era un maldito abusador, sus asquerosas palabras me lo confirmaron.

–Quiero tu mejor trago– le dije mientras le tomaba un ojo.

–Mmm a mi se me antoja otra cosa– me dijo mientras lamía sus asquerosos labios.

–Bien, sirveme mi trago y hablaremos un poco más.– le dije mientras me guiñaba el ojo, aquel hombre evidentemente nunca era aceptado, por qué con mucha desesperación me sirvió mi trago y lo puso frente a mi. Lo bebi de un solo golpe, necesitaba estar preparada para lo que iba a hacer y que mejor que un buen trago.

–Me pareces muy atractivo– le dije mientras lo veía acosadora mente.

–Y tu eres una diosa– sus manos estaban sobre la barra así que con uno de mis dedos acaricie una de ellas.

–Quisiera saber lo que estás manos pueden hacer– le dije muy pícara.

–vallamos atrás, y lo descubrirás– "bingo", dije en mi mente, una presa fácil, así que me puse de pie y camine hacia la parte de atrás de la barra y lo tome de la mano para hacerlo caminar hacia la bodega.

El cerro la puerta comenzó a caminar hacia mi, me aparrago en la pared e intento besarme, entonces puse mi arma en su pecho y lo mire a los ojos.

–Muere maldito golpeador– le dije mientras le disparaba directo al corazón, el quedó aparragado encima de mi y entonces lo empuje, el cayó al suelo y yo sonreí, me daba placer matar a los infelices.

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