II. CAMPEÓN.

Contenido de fuerte de abuso al inicio, si eres sensible a este tipo de escena, por favor lee a partir de "Terminé en el reformatorio..."

...(...)...

...SAVĄS GIAMBRUNO:...

« —Los monstruos existen. Lo sé y muy bien... Mí padre era uno — »

Toda mí vida fue un infierno. Todo

Tenía cinco años. Vi como mí padre golpeaba y violaba a mí mamá, ella solo nos defendía a mí hermana y a mí, recibía todo el peso sobre su cuerpo. A mí padre no le importaba que viéramos eso, jamás le importamos siquiera.

Tenía seis años. Mí madre se fue, un día se fue a la tienda por ordenes de mí padre y jamás volvió, supongo que se canso de los maltratos que recibía por parte de él, pero. ¿Por qué no nos llevo con ella?. Todo empeoró a partir de ese día. Mí padre me golpeaba con una gruesa y pesada cadena en la espalda, también me encerraba en una jaula donde a veces no comía y aguantaba todo eso por mí hermanita. Pero un día todas las razones de vivir, se esfumaron.

Tenía ocho años. Me tocó ver cómo mí padre golpeaba, violaba y mataba a mí hermanita de apenas seis años y medio. Recuerdo como mis manos sangraban mientras las golpeaba contra los barrotes de la jaula gritando que la soltara.

—¡DÉJALA! —grite, con desespero—. ¡POR FAVOR, PAPÁ. DÉJALA!.

—¡Cállate, bastardo! —me gritó, mientras penetraba sin piedad el cuerpo ya inerte de mi hermana.

Ella ya no se movía, estaba bajo un charco de sangre. Junto a otro hombre quien también le había robado la inocencia, tiró de sus pies y se la llevaron. Pude ver por las sombras como sacaban lo que parecían ser serruchos y empezaron a cortar el cuerpo de ella.

Me tiré al frío piso de metal, mire el techo de la jaula sin reacción, sin capacidad para razonar.

Tenía diez años. Se descuido una vez… Se descuido solo unos pequeños segundos y acabe con su vida. Me estaba golpeando nuevamente con la cadena, yo no mostraba debilidad ni sufrimiento, ya no sabía que era eso. Vi un pedazo de cristal de la botella, guiado por un impulso lo tome.

Justo en ese momento me levanto le clave el cristal en el cuello. Se que quizás suene a un psicópata pero el ver cómo iba perdiendo la vida me hizo feliz, jamás me había sentido tan bien. Terminó en el piso desangrándose.

A los minutos, no se cómo, llego la policía. Horrorizados me miraron, me había vuelto a meter a la jaula dispuesto a morir allí.

Termine en el reformatorio, ya que el hecho de haber matado a mí padre y confesar que lo había disfrutado, asustó a los psicólogos y decidieron que eso era lo mejor.

Allí estuve hasta los doce años cuando Lorenzo me adoptó. Pero no salí solo, conocí a dos chicos cuando entre Aidan y Peter, quienes se volvieron mis amigos y hermanos. También tenían sus problemas.

Al salir desaparecimos y empezamos nuestra vida. Boxeando en peleas clandestinas.

...(...)...

...TRECE AÑOS DESPUÉS:...

Golpe tras golpe mí oponente perdía el equilibrio, sobre el cuadrilátero no tenía compasión, era ganar o ganar. Terminó cayendo al piso y el referee se acerco a él.

—¡SAVĄS, SAVĄS! —gritaban los espectadores con euforia.

Mire hacia el palco unos metros sobre las gradas dónde estaban los espectadores. Lorenzo Giambruno, mí padre adoptivo, me miraba desde la cima de su poder.

« —Pelearas para mí... Y ganarás — »

Eso me decía mientras me entrenaba para esto. Cuando inicie la escuela me di cuenta que era bastante más grande que otros niños de mí edad, más fuerte... Y soportaba más dolor.

—¡El ganador! —el referee tomo mí brazo y lo levanto en el aire—. ¡SAVĄS GIAMBRUNO!.

—¡SI!.

El dinero de las apuestas empezaban a repartirse. Era un campeón, jamás había perdido una sola pelea ante nadie, ni siquiera aunque sea más grande que yo.

Yo no era precisamente normal: media 1.97, era una masa de músculos debido al duro entrenamiento al que me sometía todos los días y mí aguante ante el dolor muchas decían que era sobrehumano, para ellos yo era invencible.

Baje del cuadrilátero y me fui a las duchas. Me di un baño, me vestí y subí al palco. Al entrar Lorenzo está sentado en su sillón detrás de su escritorio, manejaba un aura de supremacía increíble.

—Fue una buena pelea, muchacho —me dijo Arturo, uno de sus socios—. Felicidades.

—Gracias.

Respondí cortante acercándome a la heladera, saque una botella de cerveza y la abrí. Me senté en el sofá bebiendo.

—Ganamos una buena cantidad de dinero, Savąs —Lorenzo tomo la palabra—. Siempre haces maravillas.

—Todos apuestan a mí favor. Todos ganan porque yo lo hago —lo mire, seriamente—. ¿Que ganas tu?.

—No solamente eres tu, hijo —apoyó su espalda en el respaldo de su sillón—. Tenemos a Aidan y Peter. Son buenos también.

—Son muy buenos —contesto Arturo—. Quiero comprarte a uno de ellos. Pagaré una buena suma.

Mire a Lorenzo en ese momento, sabe que estoy en contra de que venda a mis amigos.

Conocí a Aidan y Peter en un reformatorio, tuve muchos problemas de control de ira en mí niñez entonces le recomendaron a Lorenzo enviarme allá y lo hizo. Ahí estaban ellos, tenían los mismo problemas que yo.

Aidan. Él es mí mejor amigo y como mí hermano. Su madre era un prostituta y se quedó embarazada de un cliente, lo tuvo hasta los cinco años de los cuales permitía que sus “amantes”  también se aprovecharán de él. Luego su madre lo abandonó en un orfanato y por problemas de conducta termino allí.

Peter. Es un gran amigo, aunque no tengo tan buena relación con él como con Aidan nos llevamos muy bien. Su padre era un alcohólico y su madre una drogadicta, lo encerraban en su habitación sin comer por días, hasta que una vecina lo encontró vagando por las calles solo y golpeado. También fue al orfanato y por golpear a un niño hasta dejarlo inconsciente termino, también, en el reformatorio.

Traduciendo eso... Giambruno nos adoptó a todos. En fin, Lorenzo también me observo en ese momento.

—Son mis campeones, Arturo —respondió él—. Sabes que no vendo a nadie.

—Pero si tienes a semejante bestia —me miro con una sonrisa—. ¿Que te cuesta...?

—Ya dijo que no —tome la palabra al mismo tiempo que me ponía de pie—. Quiero hablar con Lorenzo a solas.

—Claro, dejaré a padre e hijo solos —diciendo esto se marcha.

Cierra la puerta detrás de él, y yo me siento dónde estaba él. Dejo la botella de cerveza sobre la madera del escritorio.

—Se de lo que quieres hablar —Se acomoda en su sillón—. Aún no es tiempo.

—¿Y cuando es tiempo? —cuestione con enojo—. Han pasado dieciséis años y aún nada... Quiero...

—Se que quieres venganza y la obtendrás, pero no ahora.

—Entonces. ¿¡CUANDO!? —Me levanté—. Me prometiste que me ayudarías con eso.

Eso mismo hizo, al encontrarme solo en la carrera hace ya tantos años me llevo a su enorme mansión.

« —¿Puedes ayudarme a vengarme? — »

« —Puedo — »

Esas fueron exactamente nuestras palabras y luego no nos separamos, me volví su gallo de pelea. Cuando noto que era considerablemente más grande que los demás niños, se le enciendo la lámpara y yo no me negué a volverme fuerte.

...(...)...

No llegamos a nada con esa conversación « No estás listo ».

Bajo al club donde se celebran las peleas clandestinas, me senté junto a mis mejores amigos, mis hermanos. Bebía una botella de cerveza, mirando su cuello como si tuviera todas las respuestas.

Aidan, Peter, Emily, Sheila, Johanna y Meave me esperaban junto a la barra. Llegué hasta ellos soltando un bufido.

—¿Discutieron de nuevo? —cuestionó Aidan, mirando hacia el palco—. ¿O que pasó allí arriba?.

—Te ves tenso, Savąs —Emily acaricio mí brazo lentamente—. ¿Que paso?

—No, no paso nada —suspire, pesadamente—. Lo mismo de siempre.

—Creo que necesitas descargarte —me sonrío, ladino—. ¿Una carreritas?.

Lo miro sonriendo, me conoce muy bien.

—Si, corramos —dice Peter, tomando su chaqueta—. Quizás seas el campeón en las peleas, Savąs. Pero en las carreras te vamos a ganar...

—Okeey... Muchachos —tomo las llaves de mí auto—. Enseñen lo que tienen.

Nos levantamos y salimos del club, subimos a nuestros respectivos autos acelerando al tope. A los diez minutos llegamos al SECTOR 7.

Así le decimos a unas calles cerca de un muelle de carga, están básicamente abandonados y usamos como pistas para estás dichas carreras. Si, lo sé. Me gusta lo ilegal y peligroso, pero busco la muerte y espero encontrarla haciendo lo que más me gusta.

Después de dejar los autos estacionados caminamos entre la multitud de personas y entre cientos de autos. La música suena y suena en todos lados por los bafles. Algunos beben, otros bailan y otros fuman.

Llegamos con Darell, él encargado de estas carreras.

—¡Desaparecidos! —nos saludo al vernos—. Me estaba preguntando cuando volverían.

—Demasiadas cosas que hacer, amigo —le di un apretón de manos—. ¿Que me dices? ¿Hay lugar para nosotros?.

—Esperen que reviso —miro una hoja de papel y luego a nosotros sonriendo—. ¡Claro que si! Siempre hay lugar para ustedes. Corren después de esta.

—Gracias, Darell

Llevamos nuestros autos a la línea de salida, conectamos las radios para hablar entre nosotros mientras conducimos. Ya sentados en nuestros asientos esperamos la orden de salida. Nos miramos entre nosotros con una sonrisa.

—¿Están listos para perder? —pregunte, encendiendo el radio.

—Psshh... Vamos a ver quien come polvo —soltó Peter con tono socarrón.

—¡Voy a ganar yo! —comentó Aidan

—Si, si —dije, con evidente sarcasmo—. Sigan soñando que no cuesta nada.

Aparece una chica rubia delante de nosotros, alza su brazo con un pañuelo blanco « Tres, dos, uno... ». Baja su brazo y los tres aceleramos.

Corremos por las calles, Aidan gana la delantera primero. Llegamos a una de las carreteras principales dónde hay una buena cantidad de autos. Vamos haciendo zigzag entre ellos.

—El que choca primero invita la cerveza —soltó Aidan, con una carcajada.

—Vas a perder de nuevo, amigo mío —respondí a su estúpido comentario.

—Ambos van a perder —rebato Peter.

Giramos en una peligrosa curva, en pleno semáforo en verdad y los tres salimos intactos. Estábamos acercándonos de nuevo a SECTOR 7, pero mí atención se vio llamada por alguien. Una chica estaba en el famoso puente. Raro que haya alguien ahí, viendo cómo llovía.

Vi como cruzaba hacia el otro, directo al vacío. Quería ignorarla y seguir, pero algo en mi no lo permitió. Frene de golpe frente e la colina.

—¿Savąs? ¿Que paso? —preguntó Aidan.

—Ustedes continúen —dije y baje del auto.

Subí a toda velocidad hacia el puente. Creí que no llegaría a tiempo y se tiraría pero lo hice, la agarre de la cintura y la tiré hacia el lado seguro.

Caímos al suelo, la sujete con fuerza aún no la iba a soltar para evitar que intentara saltar de nuevo.

—¿¡QUE MIERDA ESTABAS HACIENDO!? —pregunte con furia.

« ¡PUTA MADRE! »

Ella lloraba con amargura. Estaba mal, muy mal. Me levanté del suelo, todo embarrado, llevándola conmigo. Empezó a sacudirse hacia todos lados intentado hacer que la suelte.

—Sshh... Calma —musite en su oído.

Ella parecía no escuchar o no querer hacerme caso. Se volvió aún más violenta y estaba desesperada porque la suelte. Sentí pena por ella.

—¡Ya déjame! —peleó contra mí para lograr soltarse, pero solo la pegue más a mí—. ¡Déjame!

—Solo si te calmas. ¿De acuerdo?

—¡Calmarme las pelotas! ¡QUE ME SUELTES! —gritó enfurecida.

—La vida es difícil. ¿No? —pregunte intentando razonar—. ¿Eh?

—Te importa ¡UNA MIERDA MI PUTA VIDA! —llora pegada a mí.

Ella seguía sacudiéndose hacia todos lados. Insistía en no dejarse ayudar dejé que llore, que se descargue y si era necesaria que me golpeara.

Estuvo así unos minutos hasta que su cuerpo se relajo, dejó de pelear. La baje lentamente al suelo.

—Ya estoy —dijo inhalando y exhalando—. ¿Puedes dejarme? Por favor.

—¿No te vas a lanzar por el puente? —pregunte precavido.

—Lo prometo.

—Esta bien —asentí soltando su cuerpo—. Te voy a soltar poco a poco.

Al dejarla libre secó las lágrimas que tenía cayendo por su cara. Sus ojos eran grandes ya de por si, pero estaban hinchados.

Me miró de arriba abajo, seguramente intimidada debido a mi altura y tamaño, además ella era pequeña, bajita y delgada. Recobro su compostura y me empujo. Tenía ganas de reír por su intento de ataque.

—¿¡Por qué te metiste!? —me gritó—. ¿Alguien pidió tú ayuda acaso?

—Yo hago lo que quiero, linda —le sonreí con soberbia.

—Al fin tenía las putas agallas para tirarme y tu... —me empujo de nuevo—, tenías que venir a jugar ser el héroe. ¿Eh?

« Quería suicidarse »

Sentí un fuerte nudo en el estómago al pensarlo. ¿Que le habría pasado para desear eso?

—Pues anda... Tírate —señale la carretera—. No te detendré. Hazlo.

—¿Eres bipolar?

—Casi —le dije con una sonrisa.

Nos miramos fijamente, tenía hermosos ojos miel. Desvié mis ojos al enorme moretón que tenía en su mejilla y, también, su suéter estaba roto de arriba abajo.

No quise preguntar nada, tuve el impulso de quitarme mi chaqueta y ponerla sobre sus hombros. Me miró sorprendida por mí acto.

—¿Estás bien?  —pregunte, sabiendo ya la respuesta.

—¿Te importa? —respondió con agresividad.

—No preguntaría sino. ¿No crees? —use lo obvio para poder obtener algo.

Nuevamente quedó en silencio, algo le estaba doliendo, no era algo físico sino emocional. Estaba rota, desgarrada, me vi en ella en cierta forma.

Finalmente decidió hablar.

—Acabo de intentar suicidarme —recordó el escenario anterior, encogiéndose de hombros—. Fuera de eso estoy completamente bien y psicológicamente capaz para seguir con mi vida.

—Lindo sarcasmo.

—Gracias.

Se cubrió más con mí chaqueta, hacia mucho frío además estaba muy mojada por la lluvia que aun insistía en caer.

—¿Te llevo a tu casa? —le pregunté.

—¡NO! —negó, tan rápidamente que me sorprendió.

—¿Que fue lo que te paso? —pregunte sospechando, mientras daba un paso hacia ella.

—N-nada.

Se alejo más de mi, asustada y nerviosa. No había que ser un genio para darse cuenta de que un hombre la había lastimado y mucho.

Otra vez silencio. Miro hacia atrás y los lados. Me miró y empezo a quitarle la chaqueta.

—No. Quédate con ella —la detuve en el acto—. Hace frío.

Sin darle tiempo a reaccionar fui hasta ella y tome el cierre de la chaqueta, el cual subí. Nos miramos unos segundos.

« ¿Quien fue el desgraciado que le hizo daño? »

—Te pido perdón en nombre de todos los hombres —suspiro—. No todos somos iguales.

Divisé una lágrima cayendo por su mejilla, di justo en el clavo. Sus ojos no mostraban ninguna luz como los de las demás chicas. Eran apagados.

« ¡MALDITOS ENFERMOS! »

No dijo nada más, solo se alejo. La mire mientras caminaba estando pendiente a que no volviera a lograr su cruel cometido.

Rápidamente a mí cabeza vino mí hermanita... ¿Estaría sufriendo algún tipo de abuso por parte de su padre o alguna persona cercana a ella?

El golpe me dejaba más que claro que sí. Que no estaba bien y que era muy probable que necesitase ayuda.

Subí a mí auto de nuevo dejando el puente atrás una vez que arranque. Mire mi reloj, había estado media hora con esa chica... Parecieron segundos nada más. Pensaba en ella mientras conducía hacia el SECTOR 7, en esa pequeña lágrima que resbalaba de su mejilla. Tan frágil e indefensa.

Llegué donde los demás. Estaban todos hablando parecían preocupados.

—¡Ey! —los llame una vez que estacione—. ¿Me extrañaron?

—¡Savąs! —Aidan se acercó a mí—. ¿Que pasó allá? Jamás renuncias a una carrera.

—Nada, no se preocupen.

—Te ves angustiado, Savąs —observo Sheila.

—Tranquilos —reste importancia al asunto—. Estoy cansado, voy a casa —mire a Sheila y Emily—. ¿Las llevo chicas?

—Claro, gracias Savąs —dijo Sheila.

...(...)...

Me quedé sentado en mí cama, mirando hacia la ventana el reloj marcaban casi las dos de la madrugada. Estaba transtornado.

« ¿Estaría bien? ¿Donde estaba ahora? »

Esa chica rondaba por mi mente. Hace una hora y media que pienso en ella. ¿Y si estaba vagando por la noche a estas horas? Era muy peligroso hacerlo, cualquier cosa podría pasarle en la calle. ¿Donde dormiría?

Sabía que esa noche —al igual que muchas otras— no iba a poder dormir, me levanté y me abrigué para salir. Tome las llaves de mí auto y salí.

Me asegure que mi Hayabusa este bien resguardada y luego subí a mi vehículo. Arranque alejándome del complejo de apartamentos donde vivía.

Mí celular sonó indicándome la caída de una llamada. Vi quien marcaba a esta hora... Lorenzo Giambruno. Suspire y atendí.

📱 « Aquí estoy »

📲 « ¿Fuiste a las carreras, Savąs? »

Joder. ¿Quien le fue con el chisme?

📱 « Así es. Si fui. ¿Por qué? »

📲 « Ya hablamos sobre eso, hijo. Tu... »

📱 « Lorenzo... No soy tu prisionero »

📲 « ¿Y si chocas? ¿Que? »

📱 « Si choco y muero, te consigues un mejor peleador. Y adivina que... El mundo está lleno de ellos y lo sabes »

No hubo retorno.

📱 « Escucha estoy haciendo algo ahora... No quiero pelear contigo. Nos vemos mañana o cuando sea. Cuídate, adiós »

Así colgué la llamada.

De verdad le tenía un gran respeto a Lorenzo pero a veces me sentía muy asfixiado por él. Entendía, lo quería perder dinero conmigo pero ya era demasiado.

Continúe mí recorrido buscando a la chica la cual siquiera sabía cómo se llamaba. Miraba por las calles buscándola, pero nada.

—¿Donde estas? —pregunte para mi mismo.

Una chica enana, de cabello castaño largo y una inmensa chaqueta de cuero. Era divertido pensar como le quedaba, para mí era perfecta pero a ella casi le llegaba a los talones.

Paso más o menos una hora y no la encontré. Decidí volver a mi casa. Solo me quedaba deseas que esté bien y nada malo le pase.

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Comments

Patricia Salazar

Patricia Salazar

Han sido momentos difíciles que han pasado en sus vidas Savas y Emiliana que todavía sufre los abusos de su padrastro 😡

2024-11-19

0

Maria Elena Gómez

Maria Elena Gómez

Pobres que momentos tan fuertes les tocó vivir con esos DESGRACIADOS padres que tuvieron.

2022-06-22

0

monit

monit

Dios que FUERTE.......ESOS PADRES TANTO LOS DE ELLA COMO LOS DE.EL SON UNA BOLA DE MALDITOS ENGENDROS

2022-04-29

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