Magnolia, Jazmín y Miosotis

El Comisario Evaristo Gutiérrez despertó. Sus 22 años de servicio en Homicidios  le recordaban que todavía faltaban 8 años para su jubilación. Un recuerdo no muy agradable para el frio de un domingo a finales del otoño, en que debería estar durmiendo a las 6 y media de la mañana. 

El ring de su teléfono y el que nadie lo estrellará contra la pared, indicaba que también tenía 16 años de divorciado y vivía completamente solo.

Dime—dijo a su segundo, el Inspector José Rodríguez.

Básico hasta en el apellido.

Dime—repitió  ronco todavía de los mil y un cigarrillos del día anterior.

Gutiérrez. Volvieron a atacar.—explicó desaforadamente la voz desde el otro lado del teléfono

¿Otra vez?—contestó el Comisario, entendiendo perfectamente a quienes se refería su subalterno. 

Sí. Lamentablemente fue uno de los nuestros.

Maldita sea.--Gutiérrez se despertó totalmente ante la noticia, incorporándose en la cama.

Hoy no voy a fumar.

Como pudo se lanzó una franela, una gabardina encima y casi se fue en zapatillas de dormir. 

Ufff. --Dijo el hombre devolviéndose  en la puerta, para  terminar de vestirse. Un blue jean. ¡Como si todavía fuera un muchacho¡ Una camisa militar.

Uno de los nuestros—dijo para nadie saliendo a la fría mañana.  

Encendió su coche asignado. Un  abollado Peugeot 408 Turbo Diesel  Sedan Blanco. 

¿En dónde es?.—preguntó por radio.

 Sabía que de alguna forma invariablemente Rodríguez estaría del otro lado.

Av. Cuatricentenario con paseo Orinoco.  Fueron ellas. Continuo la voz, tomando el tono policial

Pero es que hace muy poco del último—explicó para sí mismo, no queriendo aceptar la realidad.

--Magnolia sale muy nítida en la cámara de seguridad de la farmacia

--Ok. Déjame llegar...

15 minutos después  el Comisario estacionó el Peugeot. Aunque era domingo y muy temprano, varios  curiosos eran espectadores de la escena.  Motocicletas y coches policiales estaban con sus luces giratorias.

Vio estacionado el  Dodge Dart Turbo Diesel Azul y Blanco de la Policía Municipal. Todavía tenía las luces giratorias encendidas y las dos puertas delanteras totalmente abiertas. Por una salió el policía. La otra de seguro la abrieron las asesinas.

El Comisario maldijo por lo bajo. Hasta la saciedad les había dicho que en caso de verlas, así fuese de lejos, pidieran refuerzos, hicieran un cerco, y sobre todo no se acercaran.

Evidentemente el agente no hizo caso. Otro idiota queriendo ser el ganador del trofeo, creyendo que podía con tres chicas. Ahora era parte de la estadística.

Se acercó y levantó la sábana de plástico. Miró con un gesto de contrariedad. 

Un novato. Un muchacho.  Un Policía Municipal.

Se incorporó y vio a su alrededor. Ya deberían estar lejos, o quizás entre los vecinos que contemplaban la escena. Casi por reflejos se acercó al grupo.  Ninguna de las pocas chicas que a esa hora hacían trote correspondía con ellas. Igualmente vio hacia las lujosas casas de los alrededores. Sabía perfectamente que una de las que veía era una de ellas. Siempre lo hacían

La dependienta de la farmacia las vio.  Les pareció  conocidas, aunque ellas compraban normalmente en los pasillos y tenían varios días haciéndolo, siempre muy temprano en la mañana.  Una parecía enferma. Tuvieron una conducta errática y llamaron la atención.

La dependienta llamó a la policía y estos despacharon una patrulla. El agente llegó, cuando ellas ya se marchaban. Apenas se les acercó, una se le lanzó, lo derribó, la otra lo sujetó y la otra... Bueno...ya usted  lo vio. Lo degolló. Se llevaron el arma de reglamento. – explicó rápidamente  Rodriguez parado  junto a su superior.

El Comisario asintió. La puerta abierta del copiloto.

Nuestro muchacho en realidad no sabía quiénes eran ellas. Se acercó despreocupadamente, ellas ya estaban prevenidas. El no tuvo oportunidad. Se deslumbró por lo bonitas y quiso hacer una relación a través de la autoridad—dijo el hombre viendo a su alrededor.

Craso error—determinó Rodríguez, entendiendo

Se llevaron el arma como trofeo—Musitó el comisario y en igual tono le dijo casi al oído de su subordinado--  haz una redada. Detén todos los vehículos que circulen y con mucho cuidado identifica a todas las muchachas que anden por aquí…hazlo con extremo cuidado. Repitió.

El otro asintió casi imperceptiblemente 

Caminaron al interior de la  farmacia. La dependienta todavía estaba en shock. Lo había visto todo desde el mostrador, a través de la vidriera  panorámica de la farmacia que enseñaba la avenida, el amplio y vacío estacionamiento. 

  La mujer con un gigantesco ataque de tensión alta, un manojo de nervios y tartamudeando, contó más o menos palabras más o menos lo dicho por su asistente.

Lo peor—dijo la mujer con las lágrimas corriendo por sus mejillas—es que son bonitas, son tranquilas, no pierden la compostura. No debí haber llamado.  Ellas se hubieran ido y ese chico estuviera vivo.  Siempre  tenían mucho dinero en efectivo. Cuando pagaron la factura me pareció muy extraño. ….Es que son tan jóvenes. No sé por qué lo hice. Ya eran clientes habituales de aquí. Me siento tan culpable. Ustedes no están capacitados.

Gutiérrez asintió. En silencio salió a la escena. Ya la Fiat Ducato Turbo Diesel del forense llegaba y una reluciente  grúa GMC Turbo Diesel  se llevaba  la radiopatrulla. En quince minutos nadie diría que un asesinato se había cometido en esa radiante mañana de  domingo de Septiembre en un elegante suburbio de la ciudad.

Gutiérrez encendió su Peugeot. El papeleo, los inútiles interrogatorios a los transeúntes y la sensación de fracaso se lo dejaban a Rodríguez. Dio la vuelta y lentamente se desplazó por las calles circunvecinas. Su experiencia le decía que en alguna casa o apartamento abandonado, en venta o en alquiler; ellas pernoctaron tranquilamente y de incógnito. También podían tener secuestrado a  un hombre que viviera solo . Ya lo habían hecho varias veces. De seguro tenían algún tiempo en el vecindario. Ya habían usado muchos disfraces. Chicas universitarias provenientes de provincia, Enfermeras, Obreras,  oficinistas recién graduadas. Dos hermanas y una de ellas con una relación lésbica. Coberturas efectivas,  normales, que  tres chicas, inocentes, bellas, usaban  para enmascarar  lo que verdaderamente eran. Después desaparecían.

Vio el lote de residencias. Habían muchas casas con el letrero de venta.  Todavía la gente emigraba en masa a España, India, Vietnam y USA.

Rodríguez. En la avenida Raúl Castro, verificame todas las casas que están en venta o abandonadas. Debe haber una a la que le quitaron el letrero. También si puedes. Averíguame si hay hombres viviendo solos por el sector. Es para el mes pasado. --Dijo estacionando con el motor encendido, viendo atentamente el sector...

¿Quién quita?. A lo mejor todavía están por aquí.

Rodríguez  le  solicitó el sector.

Es cerca de la plaza Steve Jobs. --contestó distraídamente el Comisario. Veía las casas.  Una que tuviese las ventanas abiertas. O cortinas muy cerradas.  Las gentes salían a sus jardines. Se dirigían a sus iglesias de culto. Lavaban sus autos. Comenzó a Rodar lentamente. Se internó en una de las transversales. Luego viró a la izquierda. Era una Calle sin salida. Al final una casa daba fin a la calle y a la vereda. Tenía el jardín descuidado. Evidentemente estaba abandonada o algunos ancianos Vivían en ella

Esa es. Esa tiene que ser.

Rápido. Envíame al Swat.  Localízame por el GPS.  Sin Sirenas. Si pueden llegar en una panel sin identificación, mucho mejor. Ya. ¡Apúrate¡—dijo el comisario a Rodríguez. Mientras  quitaba el seguro de su Beretta. …

La Policía les había colocado tres seudónimos. Magnolia, Jazmín y Miosotis.  Habían comenzado su terrible  accionar siete años atrás. Costó mucho tiempo y esfuerzos identificarlas, conectarlas con crímenes sin lógica, sin aparentes motivos. Diferentes investigadores habían fracasado estruendosamente en tratar de capturarlas. No caían en celadas, ni trampas, ni señuelos. Muchos veteranos policías decían que  tenían pacto con el Diablo.

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Comments

Irma Rocha Cruz

Irma Rocha Cruz

para hacer un trabajo tan limpio... imagino que sí.......

2024-03-24

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Irma Rocha Cruz

Irma Rocha Cruz

interesante inicio... excelente redacción... gracias escritora...

2024-03-24

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