Capítulo 10: Sigue a mi lado

— Vamos niños, tenga un poco más de respeto, él es el joven Jaimito y está aquí para ayudarnos, saludenlo.—Dijo la monja.

— Hola principe Jaimito

—¡Principe Jaimito!

— Gracias, señor

Los niños me estaban rodeando con curiosidad y al ver que aún me decían "Príncipe", la monja parecía que perdía la paciencia, pero le hice un gesto con la mano, para demostrarle que no tenía ningún problema. Me senté en el suelo junto a ellos, incluso una niña se sentó sobre mi y otros niños miraban con curiosidad mis ropas.

— Así es, soy un príncipe de un reino llamado "Muy-muy lejano" y estoy aquí para contarles anécdotas de mis viajes, ¿Están interesados en escuchar?.

Los niños parecían muy alegres y gritaban con euforia, por lo que comencé a inventar cuentos, desde un terrorífico dragon, a encontrarme un caballero de armadura brillante, los niños parecían muy concentrados en mis historias.

Hubo un momento en que los niños querían salir a jugar, así que los acompañé.

Atrás de la casa, había un espacio muy amplio, había columpios amarrados con madera en los arboles y el suelo estaba rayado con tiza, por alguna razón, me recordó a mi infancia. Corrimos, los atrapaba, los levantaba y me ocultaba. No tenía ningún problema con jugar con niños. Cuando mi mamá tuvo a mi hermana, nuestro padre nos abandonó y mi mamá enfermó, así que fui yo quien cuidaba a mi hermana con solo siete años. Yo le cambiaba los pañales, también jugaba con ella y la recogía de la guardería.

Así que tratar con niños es fácil para mi.

Cuando llegaba el atardecer, me di cuenta que ya era momento de irme. Me despedí de los niños y les prometí que regresaría para contarles más cuentos. También me despedí de la monja, quien nos veía de lejos. y finalmente salí.

— ¿Esperaste mucho?. —Le pregunté a Noah.

— Para nada.

— Vamos, si quieres quejarte, hazlo. —Le di una palmada en la espalda.

— Bien, me duele los pies, la espalda, perdí tiempo cuando debía llevar la contabilidad de los jabones y ahora Lancelot me pregunta si estoy bien, si, estoy bien Lance, gracias por preguntar.

Estallé a carcajadas.

— No es para reírse.

— Si, lo es, es más, por ti casi me rompo la nariz, debes compensarme, ¿Que tal si haces tu famosa tarta de manzanas?.

— Lo voy a pensar ..

Ambos nos marchamos y Noah llamó al cochero para regresar a casa. Había sido un buen día, uno muy divertido.

Al día siguiente y luego del desayuno, estaba en mi habitación. Normalmente tengo un escritorio ahí donde suelo revisar algunos documentos. Las clases acabaron y ahora me ponen a hacer papeleo, debería ser un niño normal que juegue con los Power Rangors. Como se acerca mi cumpleaños, debo firmar cada invitación pero he firmado unas 300 y comienzo a preguntarme si es que no viene todo un continente.

Suspiré mientras pasaba cada papel y lo firmaba, en uno de esos nombres, leí el de Lady Angelica Pierre, así que también vendría mi prometida. Al final, todas las veces que Angelica viene aquí, es para contarme los perfumes y la ropa cara que compró, me aburre un poco pero tengo que escucharla. La verdad que hago un esfuerzo pero incluso si mi mente vagaba, a veces suelo decirle "Eres bonita", como para que no me odie, mucho menos que piense que no me interesa.

Me siento un poco culpable por eso.

En ese momento, Noah entró a mi habitación y me dejó un plato de dulces sobre la mesa. Pero solo había dos.

— ¿Te comiste mis dulces?. —Pregunté.

— Unos cinco.

— Así me gusta pero traeme más, estos dulces de leche si me gustan, por cierto ..

Abrí el cajón a lado de mi mesa y saqué un sobre blanco, luego se lo entregué a Noah. Por su rostro, ya había adivinado lo que era.

— ¿No piensa hablarlo con el Rey en persona?.

— Incluso siendo su hijo, yo también tengo normas que seguir, no puedo pedirle cosas directamente si no tengo el título formal de príncipe heredero y eso no lo conseguiré hasta los 18 años.

Y que por fortuna, tendré que rechazar.

— ¿Y que le hace creer que el Rey hará caso a su petición?.

— ¿Estas preocupado de que te lastimen?. —Lo miré.— No te harán nada, tienes mi palabra.

— No me hacen nada desde que usted es mi joven amo y me alegra decir que puedo vivir tranquilo luego de amenazar a mi familia pero me refería a usted.

— Tienes que admitir que el Barón Duckless era una bestia. En fin. —Me levanté de mi asiento y caminé hacia la ventana, donde logré estirar los brazos.— Yo ya estoy cumpliendo todas las obligaciones que me impone el Rey, tanto que ni siquiera voltea a ver a Richi porque sabe que soy su mejor candidato para ocupar su puesto.

No me negué a su compromiso, tampoco al título que me quiere dar y me presento a todas las reuniones que tiene. Porque espero que cuando pueda rechazar el título, no me dé ninguna excusa para marcharme. Un simple pedido de una donación a un orfanato, podrá ver como que estoy desempeñando bien mi papel como futuro Rey.

— ¿El buen niño que obedece todo y que cuando pide algo, espera ser escuchado?.

Me volteé a verlo y sonreí.

— Efectivamente.

Luego de aquello, me quedé pensando unos segundos. Si quiero dejar el castillo en un futuro, no me atrevo a dejar a Noah viviendo aquí.

— Noah, yo también tengo mis objetivos y mis planes, muy alejados a los del Rey y la Reina. Por lo que, espero que puedas estar a mi lado apoyándome, a pesar de todo.

Ahora es Noah quien ríe.

— ¿No lo he hecho hasta ahora?. —Luego se arrodilló, colocando su mano sobre su pecho.— Usted fue quien me sacó de ese agujero llamado hogar, no se preocupe, mi objetivo es permanecer a su lado hasta el fin de los tiempos.

Una brisa atravesó la ventana, pero entendía muy bien que los vientos y el sol estarían con nosotros. Todavía necesito un plan para rechazar el título y el compromiso pero creo que por ahora, todo está yendo bien.