Campo de tiro

Después de un intercambio pasivo de palabras entre Luis y Edward el apaga su cigarro y vuelve a dentro.

Se queda en la puerta viendo como la joven está disparando sin darle por completo al blanco, algunas balas solo rebotan en el suelo o dan en la pared, él respira profundo y se acerca a su mujer.

- Sigues tensa, no le darás si continuas de esa manera- Dice Edward mientras se aleja lentamente de la puerta - Toma un descanso nos iremos a la mansión.- dijo él y la mirada de la chica paso a un temor intenso.

- ¡No, no quiero volver!- Dice ella decidida, prefería estar ahí tratando de dar al blanco a que Edward…

- ¿Porque!?- preguntó el conociendo a la perfección los temores de su mujer.

- Me siento más segura aquí!- respondió ella con sinceridad.

- ¿Segura?- pregunto el con una sonrisa

- Se que no puedes tocarme aquí - dijo ella, aunque sus palabras se arrastraban una tras de la otra, aunque ahí actuaba valiente en algún momento regresan a la mansión y el castigo será muy fuerte para ella.

- Hay cariño, yo puedo tenerte donde quiera y como quiera ya deberías de saberlo- Edward comienza a acercarse aún más a ella, ella se quedó congelada con su cercanía..

- ¡Aléjate de mí te lo advierto!- Le dice ella apuntándole con el arma, Edward no sintió temor solo se divertía con la falsa valentía de su mujer, era la primera mujer que lo desafiaba de tal manera y la situación lejos de enfurecerlo solo lo divertía.

- Vamos dispara!, hazlo quizá y así le des al blanco!- dijo él con una sonrisa diabólica hacia su esposa.

- No, aléjate de mí- dijo ella, sus manos temblaban pero ella no era una asesina y a pesar del gran odio y miedo que le tenía no se atrevería a ensuciar sus manos con sangre, antes prefería acabar con su propia vida, quizá solo así Edward al fin la dejaria ser libre.

Edward la tomó a la joven de las muñecas y pone el arma en su cabeza.

- Las balas son de salva si quieres lastimar a alguien con esta arma debes dispararle en la cabeza o en el corazón pero yo no tengo corazón- Él suelta sus muñecas y la toma por la cintura - pero tendrías que acercarte demasiado para poder hacerle algún daño a alguien- dijo el mientras ella temblaba en sus brazos

Ella baja el arma.

- No soy como tú!- dijo ella y él se sintió Extraño :.

- Eso es lo que más me gusta de ti- dijo él con un susurro sobre los labios de su mujer

- Edward déjame ir!- dijo la joven mientras luchaba en su cabeza para liberarse de él pero su cuerpo no se movía ni siquiera un milímetro de distancia de ese desvergonzado patán poco hombre.

- Nunca!- dijo tratando de buscar los ojos de la joven, la presiona aún más contra él.- ¡Tu eres mía!-

- Edward por favor- La joven ya estaba harta de pedirle las cosas por favor por que eso no haría que él se detuviera sino parecía que disfrutaba como ella le suplicaba una y otra y otra vez que no la lastime más.

- Ya deberías saber que aún que me supliques y ruegues las cosas no cambiarán- dijo el y despues la jala de la cintura y la empieza a besar y acto seguido la sube a la mesa de preparación con las piernas abiertas mientras la besa con pasión y desenfreno, ella lucha para que el aliento no le falle..

- Lo se- se dice ella dándose por vencida.

- Por que eres tan...- las palabras son interrumpidas cuando Luis entra a la sala de disparo.

- Señor, nos están atacando tienen que salir de aquí!- Entra Luis con un arma en las manos sudando al parecer la pelea afuera era fuerte..

- ¿en serio por qué justo ahora?- Dice él con una ligera sonrisa. - llévatela a la mansión - le ordena a luis mientras luis le entrega un arma.

- ¿Pero usted señor?- protesto Luis, él estaba para proteger a edward pero él quería que protegiera a su mujer.

- mataré un poco de tensión. - dijo él dirigiendo su última mirada a La joven.

- Si, vamos señora -Luis saca a Itzel del cuarto de tiro, Luis le dispara a unos cuantos en el camino itzel está impresionada al ver tanta sangre por todos lado, pero no quiere detenerse a revisar que aún estén con vida ya que los están atacando a ellos así que víctimas no son los muertos.

Pero en su recorrido a la salida son emboscados.

- Corra señora salga de aquí hay hombres esperando afuera.- le grita Luis quien se queda a disparar a diestra y siniestra.

La joven corre sin mirar atrás y ve esa como una oportunidad perfecta de escapar de las garras de Edward, pero cuando está apunto de salir, es detenido por algunos hombres.

- ¿Ya viste Tito que delicia!?- Dice uno de ellos mientras se lamia los labios y le lanzaba una mirada lujuriosa a la joven..

- Ho si, ¿y si nos divertimos un poco Pith.?- ambos se vieron con unas siniestras sonrisas, la joven trató de correr hacia otro lado pero uno de ellos la atrapa antes de dar más pasos.

- Nadie lo notará Tito el patron no sabrá que nos divertiremos con ella a pesar de que dijo que no lo hiciéramos- dijo el hombre

Los hombres abren una de las puertas y meten a la joven a la fuerza en unos de los cuartos de tiro.

La avientan al suelo tirando la mesa de preparación.

- ¡Ya déjenme!- Grita la joven cuando uno está a punto de agarrarla le da una patada en los bajos y trata de salir corriendo pero el otro hombre la agarra de los cabellos arrojándola de nuevo al suelo., la joven patalea y patalea para que la suelten.

- ¡Eres salvaje mamasita!- Le dice el hombre pasando sus labios por su cuello de la joven, ella se retuerce del asco que el hombre le produce, ni siquiera huele bien como Edward.

Ella ve una de las armas de práctica tiradas en el suelo y le dispara en la cabeza. El arma hizo una pequeña explicion la cuál le destruyó la oreja al hombre.

Ella se levanta más el otro le apunta con el arma cuando está apunto de disparar entre Edward y le dispara al hombre haciéndolo caer sin vida al suelo ella se quedo viendo hacia Edward como si lo que viera ante sus ojos fuera solo una visión..

- Edw.... Edward... ¡Tenía mucho miedo!- Le dice dejándose caer en los brazos de Edward sin fuerza, el la abraza con fuerza.

- Tranquila no dejaré que nadie te lastime!- le dijo mientras acomodaba a su mujer entre sus brazos, Edward era un claro ejemplo de bipolaridad, en un momento era cariñoso y en otro la peor de las bestias.

El la saca en brazos del lugar, al parecer los hombres de Edward ya detuvieron el ataque.

Abre la puerta del auto y la sube en el asiento del copiloto, le pone el cinturón y cierra la puerta.

- La llevaré a la mansión, encárgate del interrogatorio- Le dice Edward a Luis, luis no está herido mas si esta bañado en sangre, la sangre de los hombres a quien mató..

- Sí señor, ¿ella está en shock?- dijo Luis, viendo la expresión en blanco de la mujer que reposa en el asiento del copiloto en el auto deportivo de edward.

- Si, nunca había visto algo así es normal- dice Edward tratando de no preocupar a luis.

Edward se despide de Luis y sube al auto.

La mirada de la joven parece estar perdida solo viendo un punto fijo en el firmamento. .

Edward manejo hasta la mansión dejando atrás el campo de tiro y todo lo que había ocurrido esa noche,cuando la bajó del auto se da cuenta que ella aun no esta en sus cinco sentidos, la baja del auto en sus brazos y la lleva a la cocina, le prepara un té para los nervios, mientras ella permanece sentada en las bancas de la barra.

- Tómatelo- le dijo el

Ella solo asiente él toma asiento aún lado de ella.

- Mejor?!- preguntó Edward acariciandole el cabello.

- Le disparé a un hombre!- Dice ella con lágrimas en los ojos - Justo en la cabeza- comenzó a llorar aun con mas ganas

- ¡Tranquila él quiso lastimarte!- si estaba bien dispararle a ese hombre por que intento tocarla ¿por que no tenía el valor de dispararle a él?

- El me quiso tocar!-Dice ella tocándose con desesperación el cuello recordando su desagradable olor

El toma las manos de la joven.

- No hagas eso te lastimaras!-Él la atrae a su pecho y besó su frente. —Vamos a qué te des un baño.-- le dijo él despacio y tranquilo para no asustarla más de lo que ella ya estaba.

Ambos suben a la habitación y ella se sienta en la cama mientras él le prepara un baño con esencias relajantes.

- Vamos el baño está listo!- dice él tomándola de la mano para que se ponga en pie

Ellos entran al baño y ella no para de temblar.

- No puedo- Dice muy bajo, al no poderte quitar la ropa.

- Deja te ayudo-

Él la desviste haciendo caer al suelo la ropa de la joven y le ayuda a entrar a la bañera.

“Creo que ya fue mucho trauma para un día" Se dice Edward en sus pensamientos.

Sale del baño y llama a Luis.

- ¿Como va todo!?- dice el

- Aún no sabemos mucho, algunos tenían píldoras con amoniaco en sus bocas y las hicieron explotar, a los que encontramos desmayados se las retiramos pero los otros todos están muertos-

- Quiero que investigues quien los mando!- dijo por último

- Si señor!-

- Luis ten cuidado- le dijo antes de colgar

- Sí señor, lo veo en un rato-

Edward cuelga la llamada y entra al baño de nuevo.

- ¿Estás mejor?- Le dice a la joven que juega con la espuma de la bañera.

- Edward, ¿por qué dices que no tienes corazón?, me salvaste!- dijo la joven mientras alzaba su mano llena de espuma y después sopló en dirección a sus pies

Edward se acerca a la tina y se sienta en la silla que está aún lado.

- No te confundas, una vez tuve uno, pero el odio lo marchito!- dijo él mientras la observaba.

- Aún así gracias por salvarme!

El toma el cabello de la joven entre sus manos y comienza a lavarlo.

- ¿Te sientes mejor?- pregunto

- Si -

- Sal de la bañera o te congelaras- dijo al sentir que el agua ya no estaba caliente ni tibia.

La joven se pone en pie y Edward le ayuda a ponerse la bata de baño.

Ella se sienta en una silla frente al lavabo, mientras Edward le seca el cabello.

- Vamos a dormir- Le dice Edward tomándola por la mano y sacándola del baño.

Ambos se recuestan en la cama y él la atrae a sus brazos.

- Niña no dejaré que nadie lastime lo que es mío!-

- Edward, ¿por qué me odias!?- Dice la joven en un tono muy bajo pero audible.

- ¡No te odio ya no! ya duerme!-

Quizá la confesión de Héctor, respecto a quien fue el verdadero culpable de que él intentará suicidarse lo hizo cambiar un poco hacia su trato hacia ella, más él aún no tiene la fuerza de voluntad para dejarla ir.

- Edward, tú eres el que más daño me haces!- dijo la joven

- No puedo dejarte no ahora- dijo el.

- ¿Por qué?- preguntó la joven.

- Por qué me he vuelto adicto a ti, tu aroma, tu sabor me estoy volviendo loco con tan solo tenerte cerca, quiero hacerte mia una y otra vez.

- ¿Nunca seré libre verdad?- preguntó la joven

- No mientras viva!-

- Entonces ¿podrías ser más amable conmigo?- dijo al joven, quien ya estaba harta de luchar contra la marea

- ¿Y qué recibiré a cambio?- preguntó el

- Ha mi.- Dice ella muy bajo y con sus ojos un poco entrecerrados.

- Descansa- le dijo el

Le da un beso en la frente y la abraza por la cintura.

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