El burdel

Busco a la señora Gertrudys, ella es la encargada de la cocina, lo sabe todo, estoy segura que debe saber que sucedió con Roselda.

- Señora Gertrudys... Le hablo suave.

- Hola mí niña ¿qué necesitas? Pregunta amablemente pero sin mirarme, porque está muy atareada con la preparación de los platillos.

- Quiero preguntarle algo...

Ella finalmente levanta su mirada y me ve. Se sorprende.

- Oh no... No me digas que...

- Así es, seré por un tiempo la sirvienta de la ama.

- Dios... Cuánto lo lamento por ti, mí niña pequeña... Dice ella, afligida.

- No se preocupe, pero necesito que me diga dónde o que pasó con Roselda.

- ¿No te enteraste? Pregunta ella, a punto de largar toda su información.

- No, ¿Qué sucede? Pregunto interesada por saberlo todo.

- La ama la encontró en los aposentos del amo. Responde firme.

- Pero no es una novedad que el amo lleva a muchas de las sirvientas a su alcoba...

- Si, pero la ama no soporto que su sirvienta personal la haya traicionado... Por eso debes tener cuidado, si te eligió para ella, no puedes responderle a nadie más que a ella. Me advierte la señora Gertrudys.

- Lo sé, no tengo intenciones de fallar... Aún así... ¿Qué pasó con Roselda? La ama me dijo que está recuperándose...

- Si, así es mí niña... La mando a azotar, y la piel de su espalda quedó desgarrada. Tiene varios días para recuperarse.

- ¡Santo Dios! Exclamó asustada.

- Tu eres distinta a Roselda, ella... Es muy pasional... En cambio tu mí niña eres pura, por eso debes haber sido elegida por la ama. Aléjate de los hombres mientras le sirvas a ella.

- Lo haré... Gracias mí buena señora. Le agradezco y le sonrió...

Siempre lo supe, la ama no tiene límites. Trabajar para ella me pone muy nerviosa, pero hasta ahora jamás fui mirada por ningún hombre y menos por el amo... Eso me da un poco de alivio.

Días después...

Preferiría encargarme de lavar el granero o de juntar el estiércol... Preferiría hacer cualquier cosa menos estar al completo mando de la ama. Últimamente su humor empeora cada vez más, al parecer es porque el amo lleva tiempo sin regresar a la casona...

Hoy debo acompañar a la ama al burdel, detesto ese lugar...

- Arreglate ese cabello. Me ordena.

- Si, enseguida ama. Le respondo.

Ella luce magnífica, su vestido es tan rojo al igual que sus labios, su perfume es fuerte y agrio, y es el que siento cada noche en la piel de Aiden.

El burdel se encuentra en la ala este de la casona. El lugar es tan grande, somos muchos los que servimos en este lugar. La casita que los amos le otorgaron a mis padres es independiente de la casona, pero estamos en el mismo predio, cerca, porque mis padres jamás deben faltarle a los amos.

- Ponte este antifaz, así nadie te reconocerá. Me dice la ama.

- Si mí señora. Respondo y procedo a colocarme la máscara que cubre parte de mí rostro.

Ella se acerca con una capa gruesa y oscura y la coloca sobre mí:

- No te bajes en ningún momento la capucha. Vuelve a ordenar.

- Como usted diga mí señora.

Salimos hacia el burdel, al entrar lo primero que percibo es el fuerte olor a tabaco y licor, el lugar está iluminado por velas, y los ventanales están cubiertos por gruesas telas aterciopeladas color vino. El lugar es elegante y tiene un gran escenario donde bailan las mujeres. En las barras se puede ver a hombres emborrachandose y disfrutando de las esclavas que adquieren aquí.

La cabeza me duele de tanto que hay para ver... Jovencitas exhibidas con plena desnudez, algunas maniatadas para que los hombres de aquí las toquen libremente. Otras tienen vestidos finos pero que dejan ver sus hermosos atributos, ninguna mujer aquí puede verse fea... Lo que si es asqueroso es que tengan que estar obligadas a hacer esto... Y no solo las chicas, también están aquí los niños que han crecido a mí lado, todos somos sirvientes, hijos de nuestros padres sirvientes...