El Adiós

No podía creer lo que estaba escuchando, de la boca de Anthony salieron esas crueles y frías palabras dedicadas a mí, a la mujer que alguna vez le dijo que amaba.

Sentía que el alma se me partía al escucharlo, lloraba desconsolada mientras me mordía los labios para aguantar mi dolor provocando en esto sentir el sabor metálico de mi sangre en mi boca.

Solo pensaba y me preguntaba una y otra vez el porqué me dijo que me amaba si esto es lo que piensa de mí, yo que le entregue todo de mi ser, ¿porqué me trata así?.

Lo veía como se iba ante mis ojos sin si quiera voltear atrás, mientras yo lloraba destrozada, desconsolada sin poder mover un solo músculo de mi cuerpo. Quería creer que esto era una pesadilla y que pronto despertaría de ella, pero por más que trataba salir de esto era imposible ya que no era un sueño.

Anthony estaba a pocos pasos de salir de la cabaña cuando desperté de mis pensamientos y me armé de valor para preguntarle una cosa antes de que se fuera, quería saber, necesitaba saber si me quiso aunque sea un poco.

Lo tomé con fuerza del brazo para que me mirara a los ojos y respire profundo para contener mi llanto.

_ Solo dime una cosa._ Le digo mirándolo a los ojos.

_ ¿Qué quieres saber?._ Me dice mientras me ve.

_ ¿No me quieres aunque sea un poco?._ Le pregunte con mis ojos llenos de lágrimas expectantes a su respuesta.

Él soltó un suspiro pesado mientras se soltaba de mi agarre y después desvió la mirada de la mía quedándose unos segundos en silencio para después decir.

_ Cómo quieres que sienta algo por alguien a quien apenas conocí me abrió las puertas de su casa, sin mencionar que también me abrió sus piernas._ Me dice mirándome como escaneadora de arriba abajo dejándome en shock y aún más destrozada._ Ahora tú dime.. ¿Tan desesperada estabas para que te cogie.?._

No soporte más sus insultos y le dí una fuerte bofetada que mi mano se quedó ardiendo por el impacto.

_ ¡VETE AL INFIERNO MALDITO POCO HOMBRE!...¡ERES UN IMBECIL!._ Le grite con todas mis fuerzas dándole otra bofetada.

Sentía que me moría por dentro pero ahora ya no le iba a dar el gusto de verme arrastrada implorándole que se quedara a mi lado. No después de oír lo que me dijo y que piensa de mí. Así que me pare erguida y me limpie mis lágrimas con fuerza mirándolo con mucho coraje mientras él me veía sin apartar la mirada.

_ ¿Qué me ves?._ Le pregunto furiosa._ ¿Qué ya no te ibas?.. ¡Pues lárgate de una vez!._ Le digo enojada.

_ Luna no es lo que quise decir, yo…_

_ ¡ME VALE MADRE SI LO QUISISTE DECIR O NO, YA LO DIJISTE!._ Le grito sin dejar que termine de hablar._ Ahora lárgate y ni se te ocurra volver, que para patanes y poco hombres como tú, estoy mil veces mejor sola._ Le digo empujándolo para a fuera.

_ De verdad lo siento._ Me dice casi en un susurro.

_ No se preocupe señor, estaré bien al fin y al cabo soy la bruja._ Le digo cerrando la puerta con un fuerte azote.

Un par de minutos después de cerrar la puerta escuché como sus pasos se alejaban, me deslicé sobre esta ahogando mi llanto en mi puño para que no me escuchara y para no darle el gusto de verme sufrir por su adios.

Una vez más me volvía a quedar sola… Bueno ahora ya no, ahora tendría a alguien en quien le dedicaría mi vida entera.

Espero que sea niño para que no siga el mismo destino que nos tocó a mi madre y a mí, pero obviamente si es niña la amaré infinitamente con todo mi corazón y el amor de una madre.

La carta que me dejó Anthony sobre la mesa, no la abrí, pero tampoco la tiré, la guarde junto a las de mi madre.

Los días pasaron desde que se marchó Anthony, de eso ya va más de una semana.

Desde ese día no he salido de la cabaña, el tan solo recordarlo me entristece.

Aunque yo quiera ser y hacerme la fuerte, esto es muy difícil y doloroso para mí, siento que me muero.

No he regresado a trabajar, por lo que me dijo doña Irma, tampoco he ido al médico para que me revise. No tengo ganas de hacer nada, me la paso recostada en la cama y cuando siento un poco de hambre como cualquier cosa pero inmediatamente corro al baño a vomitar.

Me siento muy mal, tengo migrañas, no puedo tomar ni comer nada porque de inmediato me da náuseas, siento mi cuerpo caliente, creo que tengo fiebre.

Por noche sentía como mi cuerpo temblaba pero a la vez sentía que ardía por dentro y sudaba mucho. Esa noche tuve varios sueños con mi bisabuela, realmente pensé que iba a morir.

Pero una voz en mí me decía y me pedía que fuera fuerte, así que en cuanto amaneció me vestí y bajé al mercado para buscar doña Irma, porque no tengo a nadie más a quien recurrir.

Ella ya estaba en su puesto, cuando me vio llegar inmediatamente dejó lo que estaba haciendo y me hizo seña para que fuera.

_ Buenos días doña Irma._ Le saludó.

_ ¿Qué pasa porqué tienes esa cara?._ Me pregunta al verme.

No pude contestarle nada, solo le dediqué una mueca de lado cuando mis ojos se llenaron de lágrimas.

_ ¿Ya fuiste al médico?._ Me pregunta mientras yo le niego._ ¿Entonces porqué estás así?._ Me pregunta nerviosa.

_ Él… se fue._ Le digo entre sollozos.

Doña Irma no me preguntó nada más y solo me abrazó con mucha ternura.

Después de desahogarme un poco con ella y de contarle cómo había conocido a Anthony ya que ella me preguntó si él era esa persona de quien le hablaba, ya que yo no le había dicho de quien se trataba, yo le confirmé que efectivamente el hombre de quien me había enamorado era él pero que él solo jugó conmigo.

Ella me dijo que ese día cuando fue a comprar la prueba de embarazo lo miró salir furioso de la cabina de teléfono, al parecer había discutido con alguien.

Después de contarle que no le dije nada sobre el embarazo a Anthony, ella cerró su puesto y me acompañó al médico.

Ella estuvo presente cuando la doctora me atendió, primero me tomó una muestra de sangre y mientras la enfermera la llevaba a que la revisaran ella me hizo varias preguntas como, cuando había tenido mi último periodo, si tenía malestares tales como náuseas, vomitos, dolores de cabeza, cansancio, sueño y yo a todo le respondí que sí.

Después le pidió a doña Irma que saliera un poco y a mí me pidió que me pusiera una bata blanca y comenzó a revisarme casi todo el cuerpo dejándome abochornada y llena de vergüenza.

Cuando terminó me pidió que me vistiera con mi ropa y llamó a doña Irma para que entrara.

_ Bueno ya no es necesario ver lo que arroje la muestra de sangre, porque ya tengo la respuesta._ Me dice con una sonrisa.

_ ¿Dígame por favor?._ Le pido nerviosa.

_ ¡Felicidades estás embarazada!…_

^^^Continuará…^^^

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