Se fue

Al escuchar que ese hombre realmente era mi padre, supe que entonces la mujer que estaba a su lado sería mi madre.

Un nudo invadió mi garganta al imaginarme que esa hermosa mujer fuera mi madre, ya que nunca había visto una fotografía de ella.

_ ¿Entonces ella es...?._ Le pregunto conteniendo las lágrimas.

_ Ella es Mariana, tú madre._

Me abracé a la fotografía y comencé a llorar desconsoladamente, al fin conocía a mi madre, aunque fuera en fotografía pero al fin pude ver lo hermosa que era.

No sé por cuanto tiempo lloré, hasta que una cálida mano se posó en mi cabeza.

_ Esto te pertenece._ Me dice mi bisabuela entregándome la caja de aluminio._ Era de tú madre, así que ahora es tuya y tú sabrás que hacer con lo que hay en su interior._

Tomé la caja de aluminio y luego regresamos a la cabaña... Al llegar ahí nos encontramos a César cortando un poco de leña frente a esta.

Mi bisabuela me pidió calentar un poco de agua mientras ella se quedaba un momento a fuera con él. No sé que le diría mi bisabuela pero pude ver en el rostro de César mucha tristeza. Un momento después César se fue dejándonos solas.

Cuando la noche llegó, encendí una vela y abrí nuevamente la caja de aluminio para ver todo lo que había ahí y que era de mi madre. Realmente parecía que había encontrado un tesoro, todo lo que sacaba de su interior me emocionaba mucho.

Encontré varias cartas de mi madre dedicadas a mi padre pero lo raro es que estaban cerradas, era como si nunca las hubiera mandado o talvez se las regresarían sin abrir.

También encontré mi acta de nacimiento y como era de suponer no llevaba el apellido de mi padre, solo tenía el de mi madre, así que mi nombre sólo era Luna Altamirano.

Esa noche dormí abrazada a la fotografía de mi madre con una gran sonrisa en mi rostro tanto que creo que hasta soñé como acariciaba mi cabeza mientras me decía que fuera fuerte y me cuidará.

A la mañana siguiente el aire frío que entraba por los agujeros de la cabaña me despertó, me levanté y puse agua a calentar en el fogón para calentarnos un poco.

_ Bisabuela... bisabuela levántese para que tome un poco de agua._ Le dije mientras le servía en una taza.

La llamé varias veces más pero a ninguna respondió.

Un gran dolor se hizo presente en mi corazón y un temor me inundó al ver que ni siquiera se movía. Lentamente me acerqué a ella y lo que más temía se hizo realidad.

Esa fría mañana de Otoño, mi bisabuela murió dejándome completamente sola. Me senté junto a ella y lloré... lloré desconsolada por varias horas hasta que entró César junto a un hombre.

El hombre se presentó y dijo que era el esposo de la tía de César y que su nombre era Santiago y que como seguido faltaba comida en su casa siguió a César para ver a donde la llevaba y así fue como llegó hasta aquí.

El señor Santiago me ayudó con los trámites para sepultar a mi bisabuela en el cementerio junto a mi madre, pero a su funeral nadie asistió, solo César y yo.

Esa tarde regresé a la cabaña junto a César que no quiso regresar a la casa de su tía y se quedó conmigo toda la noche. A la mañana siguiente cuando desperté él no estaba por lo que supuse que había regresado a su casa, me quedé recostada mirando el techo cuando la puerta se abrió lentamente dejándome ver a César todo sucio y con una bolsa de papel en sus manos.

_ Feliz cumpleaños Luna._ Me dice entrando.

Con lo que pasó no recordaba que efectivamente era mi cumpleaños número catorce.

César puso la bolsa de papel sobre un tronco que usábamos como mesa y comenzó a sacar lo que traía dentro.

_ Algún día trabajaré y te compraré un desayuno real de cumpleaños._ Me dice avergonzado._ Por lo pronto solo me pagaron una monedas, así que solo pude conseguir..._

No deje que terminara de hablar cuando me lancé sobre sus brazos, mientras lloraba desconsoladamente.

Sino lo tuviera a él, estaría completamente sola en este mundo y ahí si no se que haría. Después de llorar un poco en sus brazos nos sentamos a comer lo había traído, eran dos botellas de leche, un par de bananas y un pastelillo individual de chocolate con crema batida encima.

Saco una pequeña vela roja de su bolsillo y por lo que se veía ya había sido usada antes porque estaba hasta la mitad, pero a mí no me importó eso, lo que realmente me gustó fue el detalle que tuvo.

Me dijo que había trabajado bajando frutas y verduras en el mercado del pueblo y que así fue como le pagaron esas monedas para comprar esto, ya que no quiso pedirle dinero a su tía para no molestarla.

César me cantó un feliz cumpleaños, luego me dijo que cerrara los ojos y pidiera un deseo y así lo hice. Pedí con todas mis fuerzas que estuviéramos siempre juntos como ahora, pero hay veces que los deseos por más que los pidas no se hacen realidad.

Los días fueron pasando y César a diario venía a verme, hasta que un día no lo hizo más.

Un par de días después de que no apareciera César, decidí bajar hasta el pueblo para ir a buscarlo a casa de su tía. Antes de que amaneciera baje y llegué hasta la casa de su tía donde comencé a tocar.

Varios minutos después una señora abrió mientras se cubría el frío con una cobija.

_ ¿Qué quieres tan temprano?._ Me pregunta apenas abre.

_ Buenos días señora mi nombre es Luna y estoy buscando a..._

_ Si estás buscando a César él ya no está aquí._ Me dice sin dejar que termine de hablar mientras intenta cerrar la puerta.

_ ¡Espere por favor!._ Le pido metiendo mi mano en la puerta para evitar que la cierre._ ¿Dónde está él?._ Le pregunto con lágrimas en los ojos.

La señora suelta un suspiro pesado y luego me mira con desdén y me dice.

_ Yo ya no puedo hacerme cargo de él, así que mi hermano vino por él y se lo llevo a trabajar a la capital._

^^^Continuará...^^^

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