Capítulo 11

Maldigo ruidosamente y quiero gritar del enojo, sé que esto era lo que quería, respuestas, pero confirmar que Keysi estuvo aquí y que James puede tenerla en su poder, no me hace sentir más tranquila. Miro a Mark cuando sujeta mi brazo, me hala y salimos corriendo del callejón, caminamos por la acera y todavía me encuentro perdida en mis pensamientos, en una de mis manos mi pistola y en la otra la linterna, sujeto ambas cosas con fuerza.

Alejo mi brazo de su alcance y me detengo, escondo la pistola en mi chaqueta y le entrego de vuelta la linterna a Mark, sigo caminando mientras intento controlar mis sentimientos, no hay tiempo para esto, para sentir enojo, desesperación, debo resolver esto y la persona que podría darme una respuesta es alguien que me molesta, es alguien que al verme no estará feliz y que querrá matarme, hablo de John.

Él siempre ha controlado a James a su antojo a pesar de no tener dinero y eso solo sucede porque hay respeto mutuo entre ambos, quizás no lealtad, pero si respeto. No me gusta esto, no me gusta como esto se está convirtiendo en algo que no podré controlar y si logró hacerlo ¿Qué tendré que perder? ¿Por qué Keysi tuvo que hacerme esto?

- Me imagino que esa era la respuesta que queríamos. – me dice Mark.

-No lo es. – admito. – es una respuesta, pero no lo que queríamos. – le digo.

Seguimos caminando hasta que algunas esquinas después encontramos el auto con nuestro conductor, el conductor no dice nada y eso solo me dice que Mark de alguna manera sabía que él nos estaría esperando aquí, estos chicos tienen la situación controlada y yo no, están preparados para esto y yo solo estoy aquí muy perdida, demasiado perdida. Al entrar al auto no quiero decir su dirección, porque cada vez que recuerdo su rostro solo puedo pensar en todo lo que tuve que soportar, John no solo fue la mano derecha de Nadia, es un sádico.

- ¿A dónde? – me pregunta Mark.

Pienso unos segundos que decir, observo mi ropa y no me siento lista para presentarme delante de un hombre que si ve algo de debilidad va a destrozarme, por eso decido que hagamos una última parada primero.

- Vayamos a un hotel, necesito una ducha. – digo.

No dicen nada.

Miro por la ventana y aunque no quiera admitirlo, estar aquí se siente diferente, a pesar de que odie la ciudad por todos los malos recuerdos, también hubo buenos momentos y esos momentos hacen que se sienta diferente, porque en estas calles corrí con mis hermanas evitando llegar tarde a casa después de habernos desaparecido todo el día.

Es extraño ¿cierto? siento que he vivido muchas vidas y que está es solo otra que al final terminará en mi muerte. Primero fui una adolescente risueña que soñaba con los felices para siempre, luego fui una chica de 18 años entrando a un mundo de perversión y mucho dinero, drogas y violencia, ahora soy una madre ¿Quién seré al final de todo esto?

Abandono mis pensamientos cuando llegamos a un motel, al entrar al pequeño estacionamiento noto que no hay nadie aquí o al menos no hay autos, es muy extraño ya que puedo ver los tonos anaranjados en el cielo. Me quedo en el auto esperando que Mark haga todo el trabajo y cuando regresa de la pequeña recepción me entrega una llave después de abrir mi puerta.

Luce molesto y lo entiendo, yo también lo estaría si supiera que soy enviada a una misión sin un plan, solo con una chica que luce como si estuviera a punto de perder la cabeza, lo entiendo.

Salgo del auto después de tomar mi bolso y lo miro pensativa.

- Nos iremos en dos horas. – le informo.

-Iré por desayuno. – me dice. – tu habitación se encuentra en el segundo piso. – me informa.

- No te molestes en llevarme desayuno. – le digo antes de empezar a alejarme de él.

Camino con pasos firmes y rápidos, solo quiero entrar a la habitación y pensar que haré, es sencillo en teoría, pero la ejecución del plan es peligrosa, sé que John no estará feliz de verme porque siempre me ha odiado, pero si él tiene algo que ver con lo que sucedió con Keysi, estará feliz y eso me preocupa, en el fondo sé que James nunca nos atacaría al menos que hubiera dinero en juego.

Después de subir las escaleras y encontrar mi habitación, entro y cierro la puerta con seguro, al girarme veo dos camas, camino hacia una de ellas dejando caer mi bolso en el piso, tomo asiento en el borde y llevo mis manos a mi cabeza, cierro mis ojos por unos segundos.

- ¿Qué hago? – me pregunto a mi misma. – Henri, estoy preocupada. – digo sin poder evitarlo.

Abro mis ojos de inmediato al darme cuenta de lo que acabo de decir, siento un nudo en mi garganta y recuerdo a mi hijo, sé que estoy cerca de tener un ataque de pánico, pero no puedo, no puedo hacerlo, debo superarlo, hice lo que tenía que hacer para asegurar que todos estuvieran bien.

Miro el bolso en el piso y me pongo de pie, me agacho y lo tomo, lo abro mientras camino hacia la cama, pongo toda la ropa que traje en la cama y elijo un vestido de color negro, sin diseños y con mangas. Elijo unos tacones de color rojo oscuro y al igual que el vestido no tiene ningún tipo de diseño, observo el vestuario que he elegido y me pregunto ¿Por qué me importa? ya sé porque, porque soy una Wagner, si voy a morir será en ropa que luzca costosa.

Camino hacia el baño y abro la puerta, enciendo la luz de inmediato y me miro en el espejo, observo mi cabello por unos minutos y recuerdo la razón por la cual nunca deje crecer mi cabello después de que empecé con las misiones, no tenía mucho tiempo para arreglarme y no quería que alguien halara mi cabello, lo odio.

Busco en el baño un botiquín de primeros auxilios y al encontrarlo veo unas tijeras, dejo caer el botiquín al piso y acerco mi mano a mi cabello, sin pensarlo demasiado empiezo a cortar, mi cuerpo tiembla y quiero llorar, es solo cabello ¿cierto? ¿Por qué me molesta tanto? Mi cabello largo y saludable solo significaba tranquilidad, me han quitado eso o ¿yo misma lo hice?

- ¡Maldita sea! – grito molesta antes de golpear con mi puño el espejo.

Dejo caer las tijeras al sentir el dolor en mis nudillos, esa fue una idea estúpida y ahora lo sé, miro mis nudillos y veo sangre, heridas pasadas que han sido abiertas y no hablo de mi piel, hablo de mi interior. Me quedo ahí de pie cubierta de cabello que acaba de ser cortado y mirando un pedazo de espejo que todavía continúa unido a la pared.

- Puedo hacerlo, puedo hacerlo. – me digo a mi misma.

Puedo hacer esto…

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