Capítulo 4

...La vida es como un rompecabezas, puede lucir complicado e imposible de resolver, pero si pones las piezas en los lugares correctos, todo tiene sentido, la vida lo tiene......

^^^-Keysi W.^^^

Miro el reloj en mi muñeca 10: 32 AM.

La verdad es que no sé qué hacer y cómo actuar ¿debo ir por ella? ¿debo enviar a alguien más? no sé qué decisión tomar, estoy sorprendida y preocupada, es la primera vez que Keysi se comporta de esta manera, siempre ha tenido un comportamiento predecible, pero ahora siento que no conozco a mi hermana, esa no es la chica que yo conozco, mi hermanita nunca hubiera hecho esto, preocuparme con locura después de todo lo que hemos vivido.

Eso me hace preguntar ¿está sola? Eso espero, sé que habla con muchas personas online, en su mayoría personas que deberían estar en prisión o muertas. Sé que mi hermana es peligrosa, no hablo de algo físico, esa chica podría descubrir tu secreto más oscuro en horas y destruirte, pero a pesar de ello ha preferido ser una caja de pandora por años ¿Por qué ha decidido abrir la caja ahora? La respuesta es simple, Kalsey ha muerto.

Acerco la taza de café a mis labios y doy un sorbo, observo mi cocina y suspiro, no me gusta esto, esta casa es mi lugar feliz y ahora puedo ver como el color se va por culpa de mi ansiedad, no quiero que eso suceda, quiero creer que estoy en casa y lo estoy ¿cierto?

Vuelvo a mirar el reloj en mi muñeca y me pregunto ¿Qué hago? Paul todavía duerme y eso es una sorpresa, supongo que tomo algo para el dolor de nuevo, Scott ya tuvo su desayuno y se encuentra tomando una siesta, en estos momentos estoy sola y eso solo significa que mi mente va a torturarme.

¿Por qué Audrey tuvo que volver a llamar? Había olvidado lo que paso y como se sintió, yo no lo culpo por su muerte, he descubierto con los años que si algo va a suceder, lo hará sin importa que. Yo culpo a Audrey por haberme mentido y usado a mi hermana menor cuando estaba inestable, Kalsey no estaba en su mejor momento, había sido secuestrada y su corazón estaba herido por empezar a sentir algo por un jefe de la mafia.

También Lo culpo por haberme traicionado cuando pensaba que era un amigo, supongo que al final nosotras no podemos tener amigos.

Me acerco hacia el teléfono que se encuentra en la pared de la cocina y lo tomo, pienso unos segundos a quien llamar, decido llamar a Evelyn y después de marcar los números me doy cuenta de que acabo de hacerlo mal, vuelvo a marcar los números y pongo el teléfono en mi oreja, espero unos segundos hasta que contesta.

- ¿Cómo estás? – me pregunta de inmediato.

- No estoy tranquila, está en New York. – le informo.

- ¿De qué estás hablando? Eso no es posible, ella no iría ahí. – dice, suena molesta. - ¿Cómo sabes eso? – me pregunta.

- Lo supe desde que nos dijiste lo que sucedió. – empiezo a decir. – cometí la equivocación de usar nuestro apellido como una fuente de energía o algo así. – digo.

- ¿Cómo? ¿Qué dijiste? – pregunta.

- Dije que somos Wagner, somos fuertes. – respondo. – Paul envió a sus hombres por ella, la encontrarán. – digo.

- De acuerdo. – dice en voz baja ¿Qué sucede?

- ¿Qué hiciste? – le pregunto de inmediato.

- Nada. – responde sin dudar. – solo estoy pensando en todo lo que ha dicho, sobre lo que sucedió. – dice.

No digo nada por unos segundos.

- Es muy ingenua, ella no ve las consecuencias. – digo.

- ¿de qué hablas? Ella ha estado con nosotras todo el tiempo, ella ha vivido las consecuencias. – me recuerda.

- Lo sé. – digo de inmediato. - ¿por qué esto sucede? pensé que todas estábamos de acuerdo con seguir adelante y… - me interrumpe.

- Lo estamos. – me dice. – pero no es tan fácil para nosotras aquí en Jacksonville, tenemos una cama vacía y un closet lleno de ropa costosa. – dice.

Apoyo el peso de mi cuerpo en la pared más cercana y trato de no sollozar, cierro mis ojos por unos segundos y sin saber porque me cuestiono mis acciones, todo lo que he hecho hasta ahora, quizás fue mi culpa, nunca debí dejar a mis hermanas en Jacksonville, debí tenerlas cerca.

- ¿Tú también lo crees? – le pregunto.

- ¿de qué hablas? – pregunta con confusión en su voz.

- ¿Crees que debimos ir por venganza a las vegas? Quizás debimos ir a asegurarnos de que Wade estuviera muerto, quizás darle un pequeño susto a todos los Ainsworth. – digo.

- No Kal. – dice sin poder evitarlo. – no pienses en eso, hicimos lo correcto, teníamos derecho a no pelear, estabas embarazada y Paul estaba muy herido, eso no luce como personas listas para pelear. – me dice.

- ¿Tú crees? – pregunto dudando.

- Estoy segura. – me dice. – relájate y permite que Paul controle esto, solo cuida a tu bebe. – me pide.

- De acuerdo. – digo antes de colgar.

Miro el teléfono por unos segundos y entierro todas mis dudas, debo quedarme sentada por ahora y permitir que el tiempo pase, pero el miedo… es demasiado, me aterra pensar en perder a otra de mis hermanas, son lo único bueno que conseguí de haber tenido que soportar a Nadia por años.

Decido ir a ver a mi bebe, subo las escaleras hacia el segundo piso y mis pies se detienen al mirar las fotos en la pared, sonrío al poner una de mis manos en el rostro de Kalsey. Sigo caminando, pero debo detenerme cuando casi tropiezo con Paul cuando este se encuentra saliendo de la habitación.

- ¿Qué hora es? – pregunta, su voz se escucha ronca.

Su cabello está despeinado y luce tan descansado, al menos alguien pudo dormir bien anoche, sus ojos se encuentran hinchados de dormir y me alegra saber que anoche no soñó con su padre de nuevo.

-Es temprano. – le digo.

- ¿Por qué no me despertaste? – pregunta frunciendo su ceño.

- no era necesario. – le digo. - ¿Podrías llamar a tus hombres y preguntarles si saben algo de Esmeralda? – le pregunto.

-Si. – responde. – lo haré ahora mismo. – dice como si fuera una orden.

Le sonrío, pero antes de que pueda seguir caminando sujeta mi brazo, lo miro con confusión ¿Qué pasa?

- Pensé que te habías ido. – lo escucho decir.

- Debes relajarte. – le digo. – debes darte una ducha, apestas. – digo en broma, lo veo asentir.

Suelta mi brazo y voy a la habitación de Scott, al entrar me acerco a su cuna y lo veo dormir como todo un ángel, sujeto su pequeña mano y muerdo mi labio inferior ¿Qué debo hacer? Al mirar a mi hijo me pregunto ¿Por qué no puedo ser una persona normal? Quisiera que no tuviera que temer nunca, pero al ser mi hijo alguien siempre querrá lastimarlo, me he convertido a mi misma en el enemigo de algunas personas en New York, Chicago y las Vegas.

- Te amo. – susurro mirándolo. – nunca he amado a nadie como te amo a ti, sin embargo, voy a lastimarte por culpa de mi pasado, espero que cuando crezcas puedas entender. – finalizo.

Dejo de tocar su mano y decido dejarlo dormir, salgo de su habitación y mientras camino por el pasillo me aseguro de dejar toda la preocupación en mi camino, quizás estoy exagerando y todo está bien, estoy demasiado acostumbrada a que algo malo suceda, debo calmarme.

(Horas después)

Veo el atardecer y con la llegada de la noche mi paciencia ha desaparecido, los hombres de Paul no pueden encontrarla y eso me hace sentir impaciente, molesta y ansiosa, quiero respuestas y cuando eso sucede yo misma suelo conseguirlas, pero ahora debo sentarme, esperar por respuestas, no sé cuanto tiempo podré soportarlo.

Me cuestiono hablar sobre la llamada de Audrey y quisiera mentir, decir que su llamada me hizo sentir mejor, que no me afecto, pero lo hizo, siento que mi hermana ya hizo algo estúpido, algo que no puedo controlar porque no estoy a su lado, siento que debo protegerla, porque no quiero que muera, no quiero perder a otra de mis chicas.

-Dulzura. – escucho a Paul decir detrás de mí.

Me encuentro en nuestro balcón y estar aquí alejada de todo me da tiempo para pensar, en momentos como estos evitaría hacerlo, pero soy madre ahora, debo pensar en que decisión tomar, porque todas las decisiones deben ser las indicadas, no quiero hacer algo que lastime a mi hijo de alguna manera.

- ¿La encontraron? – pregunto sin girarme.

-No se encuentra en Manhattan. – empieza a decir, cierro mis ojos al escuchar en que parte del estado están buscando. - algunos hombres van a quedarse en tu antigua casa en caso de que…- lo interrumpo.

- Son unos ineptos. – digo sin poder evitarlo, llevo mi mano a mi cuello al sentir el estrés destruirme.

- ¿Qué? – pregunta.

Me giro y al hacerlo puedo sentir mi enojo desaparecer, veo a Scott mirarme fijamente, tiene en una de sus manos un pequeño juguete que hace ruido cuando lo sacude, empieza a sacudirlo al ver mi rostro, sonríe y hago lo mismo sin poder evitarlo.

- Tus hombres deben ir a Queens. – digo sin poder evitarlo, pero no puedo mirarlo, solo observo a nuestro hijo.

-¿Por qué? ¿alguna casa de seguridad? – pregunta con curiosidad.

Lo miro a los ojos y no puedo mentirle, me acerco a él y pongo mi mano en su mejilla, me mira con confusión y puedo sentir como estoy perdiendo toda mi determinación, se supone que iba a estar tranquila, que iba a esperar y alejar todos los malos pensamientos, pero es difícil, solo han pasado horas desde mi promesa, pero he perdido.

- Si. – miento, alejo mi mano de su mejilla. - no recuerdo la ubicación, pero se encuentra ahí. – digo.

Dejo de mirarlo.

No le he mentido a este hombre desde que decidimos venir aquí, cada día y cada noche que he estado a su lado he dicho la verdad, no he fingido, no he mentido, pero ahora debo hacerlo, sé lo mucho que Paul odia a Audrey por lo que sucedió y odio tener que utilizar su información, pero es la seguridad de una de mis hermanas, ellas son importantes, más importantes que mi orgullo o el suyo.

- De acuerdo. – empieza a decir. – si recuerdas algo más debes decirme, buscaremos debajo de cada piedra si es necesario ¿de acuerdo? – pregunta.

Lo miro y le sonrió.

-De acuerdo. – respondo.

Me acerco a él y dejo un corto beso en sus labios, alejo a nuestro hijo de sus brazos y lo abrazo, dejo un corto beso en su cabeza.

-¿Todo bien? – pregunta.

- Si. – miento.

- ¿Segura? – pregunta.

Pienso unos segundos mi respuesta.

- Me conoces. – digo, alzo una de mis cejas. – dijiste que podías leerme como un libro, dime que ves. – digo en broma.

- Por eso pregunto, no me gusta lo que veo. – dice, frunzo mi ceño y lo veo alejarse.

Me quedo de pie y siento la brisa tocar mi espalda.

En este lugar, abrazada a mi hijo, me doy cuenta de que no puedo mentirme a mí misma, no puedo ignorar mis sentimientos, porque con el tiempo eso no resultará en algo bueno. En estos momentos estoy preocupada, asustada y tengo el derecho a estarlo, pero esta vez no estoy embarazada, puedo pelear y evitar que algo suceda.

Pero ¿Cuál es el costo de ello? Mis opciones son claras, esperar por respuestas o buscarlas.

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