Casi Redención #2

Casi Redención #2

Capítulo 1

...Ya no soy valiente, cariño. Estoy todo roto, ellos me destrozaron....

^^^- Ernest Hemingway.^^^

Heridas, todos tenemos heridas, algunas físicas y otros en el alma, esas heridas muchas veces nos detienen y otras veces nos convierten en la mejor versión de nosotros mismos, eso es algo que debemos decidir. Es inevitable que te lastimen o rompan tu corazón, eso lo he aprendido con los años, existen muchas maneras de que tu corazón sea destrozado y perder a tu hermana es una de ellas.

Perdí a Kalsey hace un año, al principio sentí que no podía continuar, pero debía hacerlo, porque al verme en el espejo veía mi abdomen abultado y recordaba que estaba esperando a mi hijo, debía hacer lo correcto y por primera vez no permití que el dolor me amargara, no podía permitir que el dolor hiciera lo que mejor sabe hacer, cambiar.

Con los meses mi herida fue sanando, pero nunca va a desaparecer porque esa chica que murió en las vegas era mi bebe, mi hermana menor y a pesar del desastre que era, ella merecía un mejor final y cada noche me pregunto ¿ella esta bien? ¿es feliz? son preguntas que nunca tendrán respuestas, pero está bien, lo sé.

Ahora mi vida ha cambiado, soy madre de un pequeño ruidoso de 8 meses de edad y su nombre es Scott como su padre, es un bebe feliz y sonriente, no suele llorar mucho y es mi dulce caramelo, sus ojos son tan azules que me sorprenden cada vez que los veo, tiene los ojos de su padre y mi nariz.

Abandono mis pensamientos al escuchar un fuerte quejido, observo a la fisioterapeuta y noto como Paul hace una mueca de dolor cuando esta toca el área de su rodilla. Su pierna no se ha recuperado, al menos eso dice Paul y hemos visitado muchos doctores, todos dicen lo mismo, él se encuentra bien, eso me hace sentir culpa y me pregunto ¿será que su dolor es psicológico? ¿Qué sucedería si simplemente se encuentra herido después de lo que pasó? No lo culparía, yo lo estoy.

- Creo que eso sería todo. – dice Amanda con una sonrisa. – sigue haciendo los ejercicios que te envié y volveremos a hacer un chequeo. – le dice a Paul.

No responde y suspiro con molestia, es siempre lo mismo, él la odia porque quiere dejar de sentir dolor, pero ella hace su trabajo, no puede hacer magia.

-Gracias, Amanda. – le digo con cortesía.

-¿Podemos hablar unos minutos? – me pregunta.

Frunzo mi ceño con confusión al notar su incomodidad ¿Qué sucede? miro a Paul y este la mira de la misma manera.

- Si. – le digo.

La sigo y nos alejamos de Paul, lo veo ponerse de pie y maldecir mirando su pierna. Con los meses Paul no se ha endulzado, se ha vuelto más amargo con el resto del mundo, al menos sigue siendo dulce conmigo, pero cambió, él cambió, después de que regreso de las vegas no es el mismo y eso me preocupa.

- ¿Ha estado haciendo sus ejercicios? – me pregunta.

- Cada uno de ellos. – le respondo. - hemos seguido todo como lo ha ordenado, incluso ha cambiado su rutina de ejercicio general. – le digo.

- Entiendo. – me dice pensativa.

- ¿Sucede algo? – pregunto sin poder evitarlo.

- Desde mi punto de vista profesional puedo decir que su esposo no necesita fisioterapia, su pierna se encuentra bien y incluso supera cada una de las pruebas. – empieza a decir. - por eso recomendaría un leve descanso y otro chequeo, los estudios anteriores fueron perfectos. – me dice.

- Entiendo. – le digo. – me parece buena idea. – digo después de unos segundos.

Retrocedo y me giro, doy unos pasos hacia Paul, cuando escucho la voz de Amanda me giro de inmediato.

- Ten un feliz resto del día Charlotte. – me dice con amabilidad.

- Igual tú. – le digo.

Sigo mi camino, pero siento que ella quería decirme algo más, ese algo eran sus verdaderos pensamientos, supongo que su profesionalismo le impide que me diga eso, pero no debo adivinar, el resto de doctores y especialistas dijeron lo mismo, el problema no es físico, no lo es. Al salir del pequeño centro terapéutico privado, caminamos hacia nuestro auto, es algo que es notorio en la ciudad, al ser un Porsche.

Subimos al auto y solo puedo pensar en volver a casa, deje al pequeño Scott con una niñera y no estoy tranquila al saber que podría suceder algo, soy una madre demasiado protectora, quiero que sea feliz. Observo a Paul y lo veo suspirar, enciende el auto y nos quedamos en silencio, noto que aumenta la velocidad, supongo que quiere llegar a casa.

- ¿Qué te dijo? – me pregunta después de unos segundos en silencio.

- Nada importante, solo sobre hacer un chequeo. – respondo.

- Debemos cambiar de lugar. – me dice. – no son buenos, no saben lo que hacen, hemos pagado mucho dinero y solo hablan demasiado. – al escuchar eso dejo de mirarlo.

-¿De nuevo? – pregunto. – creo que hemos visitado todos los especialistas en la ciudad o el estado. – le digo.

- Lo sé. – me dice. – de todas maneras, no creo que sea necesario, mi pierna ha mejorado. – dice.

- Paul. – digo su nombre.

Decido mirarlo, me mira por unos segundos y vuelve a mirar el camino.

-¿Qué sucede? ¿Por qué me miras así? – me pregunta con confusión.

- ¿estás bien? – le pregunto.

No responde por unos segundos.

- ¿Qué clase de pregunta es esa? Estamos bien. – responde.

Sujeta mi mano y la lleva a sus labios, deja un corto beso.

Lo observo, veo cada uno de sus rasgos y ha cambiado incluso físicamente, su cabello cae en su nuca y su barba se encuentra totalmente arreglada, ha estado ejercitándose mucho y su cuerpo puede mostrar eso, es el hombre más atractivo que conozco, pero algo lo lastima y creo saber que es, se siente culpable por la muerte de Kalsey y su mente debe gritarle que vuelva a casa, todavía recuerdo esa noche que soñaba con su padre.

- Te pregunto sobre ti mismo. – le digo. – no te pregunto sobre nosotros. – digo.

- Estoy bien. – me dice de inmediato. – no debes preocuparte, resolveré esto. – me asegura.

- Sé que lo harás, solo quiero que me digas si puedo ayudarte. – le digo.

- Ya lo estás haciendo. – me dice, vuelve a besar mi mano. – tenemos un hijo, es más de lo que podría querer. – me dice.

Sonrío y decido no seguir, no quiero arruinar su humor, solo espero que algún día se apoye en mi como todos estos meses yo me he apoyado en él, sin olvidar a mis hermanas.

Mis hermanas también sufrieron por esto, Evelyn sigue siento la misma, trabaja como asistente contable y se encuentra saliendo con su jefe, pero Esmeralda es un desastre, no sale de su habitación nunca, ayer descubrí que tenía dos semanas sin abandonar su habitación y aunque siempre ha sido rara, esto es demasiado y quizás deba ir a Jacksonville.

Al llegar a nuestra casa, bajo del auto y trato de ignorar a todos los hombres que nos cuidan, hay al menos veinte hombres armados por todo el terreno, en el bosque y en la carretera, tenemos suerte de que nuestros vecinos nunca estén en casa, aunque son lejanos, son personas que podrían encontrar esto extraño, como la niñera.

Entro a la casa después de poner la contraseña en la puerta, Paul me sigue de cerca, entro a la sala de estar y veo a Cara jugar con Scott en el suelo, mi hijo sonríe mirándola y luego sujeta su cabello, balbucea algo y luego hala.

- No Scott. – se queja Cara.

Nota nuestra presencia y se pone de pie cargando a Scott, me acerco a ellos y tomo a mi bebe, le doy un corto beso en su mejilla y se ríe, lo abrazo y su olor es algo que nunca podré superar, se siente como hogar y lo es, es lo único puro que tengo.

- ¿Cómo se comportó? – pregunto.

- Como un ángel, es demasiado dulce, señora Adams. – me dice con una sonrisa.

Solo tiene 20 años y estudia en una universidad a muchos kilómetros de aquí, pero está de vacaciones y necesita el dinero, le pagamos mucho por su discreción y ella se ve contenta. Me despido de ella en la puerta y noto que he perdido a Paul ¿Dónde está? Decido buscarlo en nuestro sótano, el sótano se ha convertido en un centro de operaciones, luce normal a simple vista, pero detrás de una puerta hay muchas pantallas y demás, todo lo necesario para mantenernos a salvo.

Bajo las escaleras del sótano y me sorprendo al ver a uno de los hombres de seguridad delante de mí.

-Disculpe señora. – me dice.

- No quiero armas en la casa. – le pido.

- Si, señora. – me dice.

Lo veo subir las escaleras, al girarme frunzo mi ceño al ver a un hombre hablando con Paul en el cuarto de cámaras ¿Qué hace? Paul le señala algo en una pantalla, me acerco a ellos.

- Eso no puede volver a suceder ¿entendido? – le pregunta Paul.

- Si, señor. – responde el hombre.

Ni siquiera sé los nombres de todos, es tan extraño.

Veo al hombre irse y Paul nos mira, sonríe mirando a su hijo y lo carga, lo abraza y cierra sus ojos por unos segundos, él ama a su hijo y yo lo amo a él, es curioso como poco a poco me enamore tan fuerte de este hombre, con solo verlo siento mi corazón sacudirse, ese es el efecto de Henri Miller.

- ¿Por qué hay tantos hombres? Pensé que solo serían algunos. – le digo.

- La seguridad es necesaria, ya lo hemos hablando. – me dice al abrir sus ojos.

- Pensé que queríamos llevar una vida normal, sin llamar la atención. – le recuerdo.

-Lo hacemos. – dice acercándose a mí. – pero no voy a arriesgarme. – me dice.

-¿Qué te preocupa? Podemos cuidarlo. – le digo, miro a mi hijo por unos segundos. – no necesitamos un ejército. – le digo.

- No voy a cambiar de opinión. – me dice. – la seguridad de ustedes es lo más importante, lo sabes. – dice.

Suspiro porque sé que esta conversación no terminará bien, vamos a discutir y no quiero hacerlo, es una locura el nivel de seguridad que tiene está casa y lo agradezco, pero yo quería una vida normal.

Miro a Paul con confusión cuando se acerca más a mí y sonríe.

- Hola. – dice en voz baja.

-¿Qué haces? – le pregunto.

-¿Todavía te gusta la pasta, Kaleani? – me sorprende escuchar mi nombre después de tanto.

Entiendo luego de unos segundos de que habla, dije que me quedaría con él hasta que me dejara de gustar la pasta.

- Lo hace. – le digo sonriendo. - yo amo la pasta. – le digo.

-La pasta también te ama. – dice.

-Eres tan cursi. – le digo.

- Sé que te gusta. – me dice.

Acerca sus labios a los míos y me besa, nos separamos al escuchar a nuestro hijo quejarse, eso nos hace reírnos de ello. Escucho el teléfono de la habitación sonar, ese teléfono solo se utiliza para emergencias y para que pueda hablar con mis hermanas sin preocuparme por ser rastreada.

Veo a Paul contestar.

- ¿Qué? – pregunta al hacerlo. - ¿de qué hablas? Debes relajarte, no entiendo nada. – dice y eso llama mi atención, se queda en silencio por un rato.

Sus ojos me miran y puedo ver preocupación ¿qué sucedió?

- ¿Desde cuándo? – pregunta. – no, solo cállate y escúchame, debes destrozar esa puerta ahora ¿me escuchas? Hazlo ahora. – dice.

- Paul. – digo su nombre preocupada. - ¿Qué sucede? – pregunto.

-Evelyn, solo cállate. – dice molesto ¿Evelyn?

Al escuchar su nombre le quito el teléfono de su mano, me alejo de él de inmediato, pongo el teléfono en mi oreja y escucho gritos ¿Qué sucede? es Evelyn discutiendo con alguien sobre algo y no entiendo que sucede.

- No sé que hacer Paul, se volvió loca. – dice Evelyn alejándose del ruido. – esta destrozando todo y no deja de llorar, debes poner a Charlotte al teléfono ahora, ella debe saber esto…- la interrumpo.

- ¿Saber qué? – pregunto de inmediato.

- ¿Kal? – pregunta sin poder evitarlo.

- ¿Qué sucede? ¿esa es Esmeralda? – le pregunto.

- No sé que hacer. – empieza a decir. – empezó a destrozar todo, solo escucho cosas caer en su habitación y solo grita locuras, debes venir ¿entiendes? Te necesito aquí, eres la única que podría hacerla salir. – me dice.

- ¿Qué sucedió? – pregunto preocupada. – hable con ella ayer y estaba bien, solo me dijo que no quería salir y que estaba bien, se escuchaba estable. – digo.

Miro hacia atrás y Paul hace algo en uno de los monitores ¿Qué hace? Camino hacia él de inmediato.

- ¿Qué hago? – me pregunta Evelyn.

-Destroza la puerta. – le digo. – no permitiremos que haga algo estúpido. – digo.

- Van a llamar a la policía, el ruido es demasiado. – me informa. – se volvió loca. – me dice.

- Es humana. – le recuerdo. – puede romperse, solo vamos a cuidarla, no está loca. – le digo.

- Yo…- se detiene y me cuelga.

¿Qué acaba de hacer?

Antes de que pueda preguntarle a Paul que está haciendo, me doy cuenta de lo que hace, observo como abre un programa de videollamadas y luego me mira, llamamos a Esmeralda y no contesta, lo mismo sucede con Evelyn ¿Qué están haciendo? Suspiro aliviada cuando a la cuarta vez Esmeralda contesta la videollamada, se ve despeinada y su rostro se encuentra enrojecido, su habitación se encuentra destrozada detrás de ella.

- ¿Qué sucede? – le pregunto.

- Debemos hablar a solas. – dice de inmediato al notar la presencia de Paul.

Miro a Paul y asiente, observo a mi hijo cuando lo veo alejarse junto a su padre ¿Qué sucede hoy? El día se siente tan triste y quizás sea todo porque un día como hoy ella se fue, el mundo perdió cierto color cuando se marchó.

- Te ves horrible. – le digo.

La veo sonreír.

-Lo sé. – dice.

- ¿Tuviste un mal día? – le pregunto.

- ¿Por qué eres tan buena conmigo? ¿no estas enojadas? Sé que Evelyn lo está, no ha dejado de gritar. – me dice.

- Creo que he envejecido. – digo con una sonrisa.

Tomo asiento en una silla cercana a mí, miro la pantalla fijamente y la veo suspirar, sonríe, pero eso luce tan triste.

- La extraño. – la escucho decir. – recuerdo todo, ella siempre estuvo conmigo y me cuido, extraño su risa y como era tan ruidosa, quiero volver a esa noche y pelear. – me dice.

Me quedo en silencio por unos segundos y luego suspiro.

- También la extraño. – admito. – sé que estás así porque hace un año todo sucedió, no voy a pelear contigo y pedirte que lo superes, que sigas adelante, puedes tomar tu tiempo con esto. – le digo.

- Entonces ¿Por qué no hicimos algo? todas actúan como si lo olvidaron, como si olvidaron a Kalsey. – dice molesta, una lágrima cae por su mejilla. – ella hubiera quemado las vegas si una de nosotras hubiera muerto, pero nosotras nos quedamos sentadas sin hacer nada y continuamos. – dice.

- Cierra la boca. – le pido con molestia. – ella hubiera querido que estuviéramos bien, que hiciéramos las cosas bien ¡¿Por qué no lo entiendes?!- grito molesta.

Me ve sorprendida, me pongo de pie.

- Kal…- dice sorprendida.

-¿Crees que es fácil? Esto no es fácil para nadie. – le digo. – todas estamos haciendo las cosas lo mejor que podemos. – le recuerdo. – no podemos ir a las vegas y destrozar todo, porque sin importar lo que hagamos ella no va a volver, se fue…- me detengo y sollozo.

- Yo…- se detiene.

- Sé que estás herida, pero eres una Wagner. – le digo. – si Kalsey estuviera aquí estaría decepcionada de lo que haces, nosotras no perdemos el control, nosotras peleamos y sobrevivimos. – le recuerdo.

- Lo sé. – me dice. – perdí el control. – admite.

- Yo también. – le digo. – siempre lo hago, pero recuerdo todo lo que hemos superado, somos buenas en esto, podemos sobrevivir, podemos hacerlo ¿cierto, Keysi? – pregunto con una sonrisa.

Una lágrima cae por mi mejilla.

- Creo que iré a visitarte. – me informa.

- Ven a mí. – le pido. - yo te cuidaré. – le aseguro.

Asiente y luego cuelga.

Me sujeto del escritorio evitando caer al suelo, debo ser fuerte y no permitir que el dolor me consuma, no puedo permitirlo. Me giro lentamente y me sorprende encontrar a Paul mirándome ¿Dónde está el bebe? Se acerca a mi lentamente y limpia mis mejillas, apoyo mi rostro en su mano, pongo mi mano en su pecho.

-Estoy aquí. – me dice.

- Fui muy dura con ella. – digo.

- No, fue perfecto. – me asegura.

Pone su mano en mi barbilla y me obliga a mirarlo.

- No me consueles. – le pido, me mira confundido. – yo debería consolarte. – le digo.

- ¿De qué hablas? Estoy bien. – me asegura.

- No sabes mentir. – le digo.

Sujeta mi rostro con sus manos, besa mis labios y abro mi boca permitiendo que su lengua toque la mía, lo abrazo de inmediato, siento su mano tocar mi cabello rizado y acercarme más a él. Se detiene y apoya su frente en la mía.

- Vamos a estar bien, lo prometo. – dice.

- Lo estaremos. – le digo. - te odio, Henri. – digo en voz baja.

Sonríe.

- Te amo. – dice antes de volver a besarme.

Estaremos bien…

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Comments

Olga Ortiz

Olga Ortiz

debe ser horrible vivir pensando siempre en lo peor y que alguien te quiera dañar

2024-02-14

0

Linilda Tibisay Aguilera Romero

Linilda Tibisay Aguilera Romero

claro no a Sido facil para ninguno de ellos

2024-01-19

0

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1 Capítulo 1
2 Capítulo 2
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90
Capítulo final- (2/2)
91
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