ÚSALOS

Las circunstancias estaban volviéndose un distractor tan grande que se me olvidó por completo mandarle algún mensaje a Shinryu durante el día, ahora si debe estar listo para armarme un drama. Estoy a punto de escribirle, luego pienso que es mejor una llamada.

-Bueno. –Apenas había sonado el primer tono cuando contestó.

-Shinryu, disculpa se me pasó hablarte hoy. –Trato de sonar arrepentido.

-Si ya lo noté, veinticuatro horas sin que el señor se digne a enviarme un maldito mensaje. –Ya empezó.

-Cálmate solo fue un día, hemos estado platicando diario desde tus vacaciones forzosas.

-¡En un día pasan muchas cosas! ¡tal vez tengo algo importante para decirte! –Nunca he sido bueno soportando los dramas de la gente, así que intento darle por su lado.

-Bien, entonces cuéntame ¿ocurrió algo importante? –Contesto resaltando la pregunta.

-Este pues, como estaba aburrido y cierta persona no me hacía caso, yo...volví a hablarle. –Ahora su tono parecía avergonzado, había dudado un segundo si decirme o no; con justa razón, porque ahora ¡quiero ahorcarlo!

-Déjame ver si puedo entenderte, no te respondo un puto día los mensajes, entonces corres a buscar atención en el primer alfa estúpido que se te cruza; además ¿intentas culparme por las idioteces que cometes?

-No lo llames estúpido, –ahora lo defiende, ya lo perdimos– tampoco te estoy culpando, solo digo que, tal vez, si no me hubieras abandonado todo un día eso no habría pasado. –Me quedo callado un momento, procesando las palabras de Shinryu.

-¡Lo llamo como quiera! Sabes qué, no traigo ganas de soportar idioteces; tengo problemas más grandes que tu misión imposible de ayudar a un caso perdido. Búscame cuando ese imbécil vuelva a rechazarte y tenga que ir a levantarte la moral. –Le cuelgo para luego arrojar el celular a mi cama.

Cómo se le ocurre hablarme de ese tipo cuando tengo un asunto más importante para pensar, –observo un momento el piso decidiendo sentarme ahí un rato; me pongo al lado de la cama tratando de usarla como respaldo– Makoto, ya he imaginado todas las razones posibles para que desaparezca sin dejar rastro, pero solo dos me parecen lo suficientemente lógicas si se trata de él. La primera es que al fin logró su cometido y ya no está del lado de los vivos, sin embargo, dicen que las malas noticias viajan rápido y hasta ahora nadie sabe de él. La otra puede ser que esté haciendo una cosa parecida a cuando realiza sus excursiones de un día sin mencionarlo con nadie, dejando a un lado el celular para comunicarse.

Le doy más de mil vueltas al asunto sin llegar a ninguna otra conclusión, finalmente resuelvo dejar el tema por la paz e ir a dormir; al intentar levantarme siento un dolor en el pecho –otra vez está pasando– instintivamente dirijo mi mano al pecho mientras el dolor aumenta, es como si una cosa dentro de mi cuerpo estuviera aplastando o desgarrando mi corazón; en realidad no puedo describirlo bien, solo sé que va creciendo cuando estoy agitado. Masajeo mi pecho un rato y finalmente el dolor comienza a ceder –cada vez que esto ocurre se vuelve más molesto–. Volteo para ver a Hayami, afortunadamente aun está durmiendo tranquilamente sin darse cuenta de lo sucedido –si llegara a saber me llevaría a un hospital por la fuerza, no pienso pararme en ninguno de esos lugares de nuevo–.

La semana vuelve a iniciar, mis ganas de levantarme están en menos de cero, de todas formas, lo hago porque me siento en la obligación de ir a clases. Para mi sorpresa cuando cruzo la puerta de la primera clase, Makoto está ahí, tan tranquilo como si nada hubiera pasado. Me acerco al lugar para sentarme junto a él mientras lo observo a detalle, no se le ve nada extraño, excepto por las vendas cubriendo sus muñecas. Así llego a la idea de que realmente intentó suicidarse, no le pregunto nada ya que la profesora llega iniciando la clase.

Para mi suerte la profa tenía prisa, ocupó solo la mitad de la clase para luego dejarnos ir, eso sí, con bastante tarea. Digo suerte porque no tardo mucho en poder hablar con Makoto.

-Oye, ¿puedo preguntarte algo? –Me siento incómodo tratando de meterme en sus asuntos, igual la curiosidad gana esta vez.

-Quieres saber por qué desaparecí. –¿Fui muy obvio?

-Exacto, eso y la razón por la que tienes esas vendas. –Veo un poco de seriedad en su rostro.

-Es normal para mí desaparecer de vez en cuando, en cuanto a los vendajes, no te interesa. –Sonríe, mientras lo observo preguntándome si realmente cree que eso es una explicación.

-Te fuiste una semana.

-Lo sé.

-Nadie supo de ti. –Empiezo a hablar en tono irritado.

-Porque no quería hablar con nadie.

-Regresas con eso en las muñecas y solo dices que ¿no me interesa? –Tomo sus brazos, subiendo sus muñecas a la altura de los ojos. Trato de hacerle ver que esa apariencia no es algo para tomar con normalidad.

-¡SI! –Se suelta de mi agarre, para después mirarme a los ojos desafiante; claramente no quiere decirme lo que ocurrió.

-¡Bien! Si no deseas decírmelo, no debes hacerlo; nunca volveré a meterme en tus asuntos.

Dejé el tema, si Makoto no quiere contármelo no voy a obligarlo; tampoco vuelvo a preocuparme por él. Puede hacer lo que quiera. Pasamos el resto del día volviendo a nuestra rutina, la cual consiste en ir a clases y hacer tarea o comer en los tiempos libres. Cuando llega la noche todos nos despedimos, sin embargo, Aisuu me pide unos minutos para hablar y accedo; aunque me incomoda quedarme a solas con ella.

-¿De qué quieres hablar?

-Makoto. –Lo supuse

-Fue nuestro único tema la semana pasada ¿podemos olvidarlo y seguir nuestras vidas? –Tomo mi mochila e intento irme, pero el omega me lo impide empujándome a la pared con un brazo. Me sorprendo por su fuerza.

-Ahora qué ¿debo deshacerme de ti a la fuerza? Sabes, aunque respeto a los omegas no me dejaría pisotear por uno. –Siento como mis labios forman una leve sonrisa, mientras tomo el brazo de Aisuu apretándolo un poco, no uso toda mi fuerza obviamente.

-Ni yo de un alfa, pero eso es irrelevante ahora –baja su brazo liberándome– solo quería decir que él está bien. Estuvo en mi habitación el fin de semana.

-Ya no me interesa, igual no les creo, sé que esos vendajes significan algo. Además, tú eras quien más preocupada estaba por él. Y de un día a otro ¿nada pasó?

-Debo preguntarte algo, ¿recuerdas cuando nos contaste de tu “entrenamiento”? Dijiste que podías soportar el celo sin los supresores. ¿Lo haces?

-¿Qué diablos importa eso?

-¡No me cuestiones idiota! Lo haces ¿no?

-Sí, a veces se me olvidan y me da flojera regresar al cuarto por ellos, entonces simplemente lo tolero hasta que el día termine.

-Estúpido. –Baja la voz, aun así, oigo su insulto.

-¿Eso que... –Soy interrumpido

-Sabes, no solo controlan tus impulsos, también evitan despertar los de los demás; úsalos.

-No te entiendo, eso ni si quiera tiene que ver con Makoto.

-Solo úsalos y evítanos problemas a todos, las cosas no tienen por qué llegar más lejos.

Aisuu se va dejándome solo y confundido; ¿eso qué fue? ¿acaso nada de lo que se relacione con Makoto tiene sentido? Mejor no preocuparme, Aisuu es tan loca y rara como él.

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