EL ENTRENAMIENTO DE UN ALFA

Desperté a la mañana siguiente del incidente de Shinryu; la situación que está pasando es molesta, después de ir a casa me mandó un mensaje pidiéndome no preocuparme por el tema, él se había metido en esos problemas y solo los iba a enfrentar. Aun si me preocupa, esta vez estuve de acuerdo con su decisión; al menos por un momento iba a notar las consecuencias de sus actos.

Siendo fin de semana y ya aburrido de pasarme todos los días solo en mi habitación, tomo mi celular para mandarle un mensaje a Makoto. Entonces noto que él ya me ha ganado.

Makoto: ¿Quieres ir por comida?

Shin: ¡Claro! Justo eso te iba a preguntar.

Makoto: Ya le avisé a Aisuu, dijo que nos alcanzaba después; voy para tu cuarto.

Shin: Esta bien. –Sentí cierta molestia al saber que no íbamos a ser solo dos.

Pasados unos minutos alguien toca mi puerta –¿cómo llegó tan rápido? Aun no termino de cambiarme –abro e invito al pequeño beta a pasar mientras me visto bien. No pasa mucho tiempo cuando ya estamos caminando al restaurante de siempre.

-Shin, ¿podemos hablar?

-Eso es lo que estamos haciendo, pero sí.

-¿Recuerdas cuando te hablé de los destinados? En ese entonces dijiste que no te gustaría estar ligado a alguien de esa forma.

-Y aún no he cambiado de opinión.

-Pero ¿Qué harías si existiera tu destinado realmente? –Pensé un poco antes de responder.

-Probablemente, me alejaría lo más posible de esa persona.

-¡Oye! ¿sabes que morirías cierto? –Noto preocupación en su voz.

-Bueno, es posible, aun así, es mejor a obligarnos a pasar por una relación física forzosa ¿no crees?

-¿y qué? Solo sería sexo. –Lo dice tan tranquilo.

-¡No es solo eso! –Hablo más alterado; al darme cuenta trato de calmarme inmediatamente.

Todo el trayecto faltante caminamos en silencio, cuando llegamos al restaurante pedimos las órdenes, después escogimos un lugar para sentarnos. Makoto se notaba entre preocupado y molesto, no quería verlo así.

-Makoto, no tienes que preocuparte por eso; preguntaste solo por curiosidad ¿no? –Le doy una sonrisa, él no dice nada.

-Makoto, alfa opresor; ¿cómo va el día? –Aisuu se sienta con nosotros sin notar el ambiente.

-Va bien, hace un rato pedimos la comida, ya deberían estar por entregarla. –El omega me escucha un momento, luego sus ojos pasan de mí como ignorándome y van directo a Makoto.

-¿Se lo dijiste?

-¿Qué cosa? –Ella vuelve a ignorarme.

-Ya veo que no.

-¿Qué ocurre aquí?

-Shin ¿cómo te sentirías si existiera tu destinado?

-Parece como si hoy no tuvieran otro tema de conversación. –Tomo un poco de jugo que ya nos habían traído antes mientras la oigo.

-Contesta estúpido. –Aquí vamos con las agresiones.

-¿Qué quieres que sienta? Hace mucho no ocurre ¿por qué debo imaginar la increíble coincidencia de que pasará conmigo?

-Tú no entiendes, si consideraras la posibilidad en serio... –La detengo.

-¡No! ¡Ustedes no entienden! ¿en serio saben lo que me están preguntando? Aisuu, tú más que nadie debería de saber lo que significaría ese lazo. No quiero lastimar a nadie –Resignado ante la insistencia de ambos, decido darles una opinión más seria, sin evasivas–. Ustedes son un beta de clase alta que ha vivido alrededor de alfas, por lo que puedo recordar; y un omega de clase media determinado a no ser la perra de ningún alfa. Afortunadamente uno ni si quiera conoce lo que es el celo, mientras el otro lo ha soportado con ayuda de los supresores. Sin embargo, no todos tienen la mitad de su suerte. Cuando mi hermana y yo nacimos no había madre en el mundo más feliz que la nuestra, los dos fuimos alfas y nuestras posibilidades eran mayores a las de los demás; pero también teníamos nuestro límite, un alfa que no nace en una familia de prestigio debe cuidarse mucho más de las leyes, sobre todo las que protegen a los omegas que, aunque no son muchas, han tomado más fuerza en los últimos años. Si uno de nosotros se atreviera a ponerle un dedo encima a un omega debido a nuestro instinto, bueno no quiero ni imaginar lo que pasaría. Por ese motivo mi madre decidió ocuparse del asunto en cuanto llegó nuestro primer celo; cuando ocurrió con mi hermana ella no dijo nada, pero en el momento que pasó conmigo fue una experiencia horrible. Me encerraron en un cuarto, encadenado a la pared, un chico estaba adentro conmigo, de inmediato supe que era un omega porque tuve unas ganas incontenibles de atacarlo; si no hubiese sido por esas cadenas, las cuales al principio me habían parecido una exageración, hubiera violado a ese chico. Cada tres meses por dos días se repetía el encuentro, y a pesar de estar encadenado intentando con todas mis fuerzas controlar mis impulsos producidos por el celo, lo que más me atormentaba era ver la cara del omega frente a mí; su expresión desesperada por estar encerrado frente a un alfa sin supresores para contenerse, las primeras ocasiones incluso golpeó y arañó la puerta tratando de abrirla. Al final me obligué a soportar ese maldito celo aun sin ayuda de supresores para que ni él ni nadie más me tuviera miedo. Pasado un año le pregunté al chico por qué se prestaba para hacer tal cosa, y me dijo que en esos dos días le pagaban más de lo que ganaba en un mes, además le aseguraron que su trabajo no se trataba de acostarse con nadie y así fue. Justo en el mismo tiempo esa clase de entrenamiento terminó.

-Eso no tiene nada que ver con nuestras preguntas. –Me reclama Aisuu.

-¡Déjalo terminar! –Le pide Makoto devolviéndome la palabra.

-Mi intención es hacerlos entender; si en estos momentos mi destinado apareciera yo no podría simplemente aceptarlo como si nada, porque no quiero volver a pasar por lo mismo. No seré forzado ni obligaré a nadie a mantener una relación física que solo lo lastime, lo atemorice o incluso le provoque asco; antes prefiero alejarme, aun si eso significa la muerte para ambos.

-Entendemos tu punto y puede que hallas tenido razón acerca de mí, pero en realidad no sabes lo que Makoto... –El mismo beta lo detiene.

-¡Aisuu, basta! Shin tiene sus razones y no vamos a cambiarlas. De cualquier modo, fueron simples preguntas sin sentido; dejemos el tema por la paz y vamos a comer tranquilos. –Obedecimos las palabras de Makoto para poder pasar un rato agradable y sin peleas.

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