# 4

SAMANTHA

Estaba en la oficina del taller, no tenía tiempo de ir a la escuela, por el trabajo y por la enfermedad de papá, así que me inscribí en una universidad virtual.

Estaba terminando una tarea, cuando por mi puerta apareció, el niño mimado y detrás de él Lucio y Armando, con una sonrisa tonta.

- Hola, Samantha.- Habló como si fuera un niño con un secreto.

Ignore el raro salto que sentí en mi pecho, al ver cómo sonreía.

- No tengo tiempo, junior. Estoy ocupada. Mi decisión no cambio en un día. Y puedes dejar de perder el tiempo, siempre será igual.-

- Me llamo Erick. Te agradecería que lo recuerdes en el futuro.-

- Erick, junior, niño mimado. Da igual.- Dije sin apartar la mirada de la pantalla. - Di lo que tengas que decir y retirate.-

No tenía ganas de discutir, esta tarea de álgebra, me estaba matando. Y aún no tenía la solución.

Lanzo un suspiro profundo, sabía que estaba frustrado, pero siguió hablando como si no hubiera pasado nada.

- Quiero invitarte a una recaudación de fondos.-

Dio la vuelta al escritorio y dio vuelta a mi silla giratoria.

- ¿Que te pasa?- Me levanté y lo encare, pero no recordaba que fuera tan alto.

- Tranquila, hija de Bruce Lee. Vengo en son de paz.- Me tomo la mano y me puso un sobre, muy elegante color vino. - Toda la plaza está invitada.-

No podía hablar, estaba como en trance por el aroma de su colonia.

- Ey, reacciona, ¿Irás?-

- No me gustan ese tipo de lugares.-

Sentí que mi cara se encendió por la vergüenza.

- No puedes faltar. Está plaza es una invitada especial.-

- Anda, Sam. Yo sí quiero ir.- Dijo Armando.

- Sería bueno que salieras de vez en cuando niña.- Lo secundo Lucio.

- Pueden ir ustedes en mi representación, además no tengo vestido, ya saben que no me gustan esas cosas -

- ¡No!.- Grito el junior.- No... Por qué tu eres la cara de este negocio. Así que tú eres la primera que debes ir.-

- ¿Acaso estás loco? Ya dije que no iré.-

- Sam, por favor. Angie va a ir.- Angie era la ayudante de la estética de al lado y novia de Armando.

- No puedo ir, tengo exámenes y me estoy preparando.-

Mentí y me senté frente a mi computadora nuevamente.

El se agachó sobre mi hombro y reviso lo que estaba haciendo.

- Eso está muy mal desde el principio.-

Pasó una mano a cada lado de mi y empezó a resolver el problema. Yo no quería moverme, sentía que si tan solo respiraba iba a tocarlo.

- Ahí esta tu error.- Me dijo señalando la pantalla.- Debes llevar un orden, o nunca podrás resolverlo.-

- Tal vez, podrías ayudar a Sam, con sus tareas. Ella no puede sola.- Dijo Armando.

- ¿Desde cuando te pido consejos?- Le lancé una mirada asesina.

Se encogió de hombros y salió de ahí, mientras Lucio solo me veía con diversión.

- Solo si aceptas ir a la gala.-

- Yo no te pedí ayuda. Ya te dije que no me gustan esos eventos. ¿Por qué no simplemente desapareces? Me agradabas más, cuando solo mandabas a tus abogados.-

- Esto será algo bueno para ambos. Podrás relacionarte con gente que puede invertir en tu negocio, podrás hacerlo crecer. ¿ No es eso lo que quieres para ti y tus empleados?-

Solo me le quede viendo. Tal vez tenía razón, pero yo no quería vender, me gustaba mi taller tal y como estaba, eran recuerdos de mi abuelo y mi padre.

De repente se prendió una luz en mi cabeza.

Si de verdad, iba a ser muy exclusivo, entonces si iría gente con muchos contactos, entonces, tal vez, si alguien importante se interesaba en mi taller, no tendría por qué vender y este junior, no podría hacer nada, sea lo sea que está planeado, por qué eso de que la plaza es una invitada especial, que se la crea su abuela.

Me di la vuelta en la silla,quedando nuevamente frente a el, pero no me pare, junte mis manos y entrelase mis dedos.

- Tal vez, tienes razón, ¿Sabes que? Iré.-

Con lo que no contaba, era que el se inclinaría otra vez, recargando las manos a los costados de la silla y me vio con un reto en los ojos.

- Te prometo que no te vas a arrepentir.-

No se cuanto tiempo estuvimos compitiendo por quién apartaba la mirada primero, hasta que Lucio, se aclaró la garganta y volvimos a la realidad.

- De acuerdo, es un trato. No puedes retractarte.-

Me ofreció su mano y me levanté para sostenerla con firmeza.

- Es un trato.-

Con un rápido reflejo, me solté, por qué sentí una descarga eléctrica, en cuanto sentí sus largo dedos, bastante bien cuidados por cierto, cerrarse sobre mi diminuta y maltratada mano.

El sonrió nervioso y por un momento, pensé que había sentido lo mismo. Pero luego recordé, que el es el enemigo. No importa lo bien que se vea, o lo bien que huela, el quiere quitarme lo que más quiero.

- Bueno, me despido. Gracias por tu atención Samantha, si necesitas ayuda con tu tarea, llámame.- Me dio una tarjeta. - Con permiso.- Se dirigió a Lucio y se fue.

Me quedé viendo la tarjeta por unos minutos, hasta que sentí la presencia de Lucio detrás de mi.

- Bueno... Eso fue muy raro. Sin embargo, creo que es un buen muchacho.-

- Tal vez, no hablamos de la misma persona. Es un patán.-

Lancé la tarjeta al escritorio y como ya tenía resuelta la tarea, simplemente la envié.

Después, me puse a trabajar, en algo que si entendía, un carburador.

A la hora de la salida, Lucio cerró, yo tenía que ir a comprar el medicamento de papá.

Pase cerca de un tienda de ropa, con unos vestidos muy bonitos. Tendría que comprar algo así para causar una buena impresión, en la dichosa fiesta. Era algo difícil, no solo por lo económico, si no por que, a mi edad, se supone que las compras, es algo que sueles compartir con tu mamá.

Ella era una mujer en extremo femenina y siempre sabía que usar, sin importar la ocasión que fuera. Cuando murió, no quise saber nada de eso, por qué no quería que mi papá, se deprimiera aún más. Por qué según sus mismas palabras, yo era idéntica a ella. Por eso me vestía con ropa demasiado masculina.

Tenía una situación difícil, pero si quería salvar el taller, era algo que debía hacer

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