Eran las 15:36 cuando salió del estudio, se había cambiado la ropa formal por algo más cómodo: una remera azul oscuro, unos jeans y zapatillas de deporte. Caminó hasta la zona comercial, donde el bullicio de las personas hacía todo un poco más llevadero, estar rodeado de personas y escuchar sus conversaciones era como conocer a todas esas personas. Pero por alguna razón se seguía sintiendo solo, no estaba funcionando el rodearse de gente; mirara por donde mirara había una pareja feliz, caminaban abrazados o de la mano, riendo y compartiendo momentos felices, eso solo lo hacía sentirse más solo
"-¿Porque me siento así? ¿que es esto? Seguramente me estaré volviendo loco-" pensó, no era usual en él sentirse tan solo, o tan desesperado por hablar con alguien.
De repente su estómago gruñó, hizo una mueca de disgusto y miró su reloj: 16:09; apenas había desayunado y ni había almorzado
"- Un café me vendría bien, luego a trabajar-" miró en todas direcciónes en busca de algún restaurante o algún yatai con el cual saciar su hambre; después de unos 15 infructuosos minutos se dió por vencido, todos los negocios eran de ropa, muebles u otras cosas que no se comen; se sentó en un banco que había cerca y suspiró, sentía las piernas flojas y la cabeza ligera por la falta de azúcar pero lo bueno fue que se había olvidado de la soledad que lo asolaba.
Miró su teléfono, borró las notificaciones molestas y pensó en volver al piso, comer algo ahí mientras estudiaba el caso del nuevo cliente
- Eeemm hola- una voz tímida y aguda lo sacó de sus pensamientos, miró a la propietaria de la voz: una chica joven, vestida con un uniforme verde y el logotipo de un café en el pecho. -¿Podría tomar unos minutos de su tiempo?- preguntó, esta vez con más confianza
- Claro- respondió Facundo ¿que más daba? Después de todo ya se iba
- Estamos inaugurando el nuevo café, Katty Coffe, a dos manzanas de aquí, como es nuevo estamos distribuyendo panfletos- le dió uno del montón que sostenía en su mano derecha: rectangular, verde, con imágenes de gatos kawai y tazas de cafés con cara, al parecer tenía buenos precios y varias sucursales en diferentes países. -Nos gustaría tener más clientes, así que si tiene algo más de tiempo ¿podría visitarnos porfavor? Nos ayudaría mucho, la mitad de las ganancias van para la beneficencia- Facundo sonrió ¿Era esto una especie de broma del destino?
- Claro ¿a dos calles dices? Iré en seguida- la chica sonrió, hizo una reverencia y después de decir gracias se fué. Facu miró el panfleto de nuevo, llevó su mirada en dirección a donde estaría el café y lo decidió, aún no quería empezar a trabajar, suficiente había tenido el día anterior.
El interior estaba decorado como una cafetería ordinaria: piso de baldosas negras y blancas, paredes con empapelado lleno del logo del café, gatos kawai y diferentes tipos de tartas y galletas, mesas dispersas por todos lados, pequeñas y redondas, una canción de jazz suave sonaba por unos altavoces en las esquinas; se dirigió al mostrador donde un empleado sonriente lo recibió, tenía una etiqueta en el pecho con su nombre: René
- Buenas tardes ¿Que desea el día de hoy-?- un recibimiento cordial, lo hizo sentirse mejor
- Un café latte mediano, y dos porciones de tarta de manzana porfavor- algo de azúcar antes de volver al piso y empezar a cocinar
- En seguida señor- respondió René
"- ¿Señor...me dijo señor?-" pensó Facu
"-Solo tengo 31-" Mientras el empleado hacía el café Facu se fijó en que había algunas personas más en el local: una pareja de ancianos charlaba cordialmente, un grupo de estudiantes reía en uno de los reservados junto a una ventana, una mujer anotaba algo en una libreta con los auriculares puestos mientras comía unas galletas y en una esquina...el corazón de Facundo palpitó con fuerza al ver a esa persona, todo lo que lo rodeaba desapareció en una nube rosa, su respiración se agitó, no podía mirar otra cosa que esa hermosa cara: un chico, cabello teñido de plateado de un lado de la cabeza, el otro lado estaba rapado, sus labios eran gruesos y sus facciones delicadas, tenía una expresión de enfado en su rostro mientras hablaba por teléfono
- Señor, señor ¿se encuentra bien? ¡SEÑOR!- el empleado lo llamó casi gritando, Facu volvió en sí y lo miró. -¿Se encuentra bien señor?- el café y el platito con las porciones de tarta descansaban en el mostrador
- Si, si- pagó lo que debía y antes de irse a una mesa le preguntó a René -¿Quien es ese de la esquina?- apoyó un codo en la madera, señaló al chico con un movimiento de cabeza
- ¿El? Viene aquí desde que abrimos hace una semana ¿Es bonito no?-
- Mucho- susurró Facu -¿Sabes su nombre?- quería saber, quería hablarle
- Se llama Jock, pero no creo que ese sea su verdadero nombre, es decir ¿Quien se llama así?- René rió y se fué a limpiar algunas tazas
- Jock- repitió para sí, le sentaba dulce y extraño a la vez, como un caramelo relleno de un suave licor; agarró sus cosas y se sentó en una mesa cercana a Jock, esperaba la oportunidad para hablarle, para saludarlo, como un viejo amigo que no veía en años.
Escuchó la conversación que Jock mantenía por teléfono sonaba enojado y triste
- ...pero me prometiste que no lo harías, lo prometiste- decía con los dientes apretados, las lágrimas no tardaron en salir. -No me importa ¿entiendes? No me importa qué es lo que pensabas, una promesa es una promesa y si ahora me mientes así yo- su voz se cortó en un llanto, se tapó los ojos con la mano libre y siguió llorando
- ¿Que me tranquilice? ¡¿QUE ME TRANQUILICE?! ¿Sabes qué? Vete a la mierda, tu- hizo una pausa, aparentemente para escuchar lo que decía la persona del otro lado; Jock pasó el teléfono de la mano derecha a la izquierda y fué en ese movimiento cuando Facundo le vió el anillo en el dedo anular, dorado y con un diamante
- ¿Sabes qué? Ya no me importa, no me importa lo que digas o hagas, así que vé a mi apartamento, toma tus cosas ¡Y DESAPARECE DE MI VIDA!- Lo último lo gritó, los allí presentes se lo quedaron viendo mientras el joven tiraba su teléfono contra una pared, juntaba sus cosas y salía corriendo en llantos.
Facundo se levantó de su mesa y, sin saber muy bien porqué, agarró el teléfono del suelo que por suerte no se había roto ni apagado y con el aparato en la mano salió en busca de ese joven dejando atrás su café, no entendía qué hacía pero tenía una sensación, un sentimiento de querer protegerlo.
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Comments
↱×慶熙×↲
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2021-08-09
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