capítulo 17- la ingenuidad tiene un límite

Luke llegó a la mansión de Alina y pidió verla con urgencia, así que la joven rubia salió a recibirlo en la puerta, claro, acompañada de Dana, quien ya estaba en pijama, pero no podía dejar sola a su señora, cuando el príncipe es quien ha ido a verla a altas horas de la noche.

- majestad ¿a que debo su visita? ¿Si sabe que no son horas de venir a la casa de una mujer soltera?

- no creo que le preocupe que dañe su reputación, si ha estado invitando a pasar la noche al emperador Lucían...

- eso es muy diferente, el emperador es un hombre libre, usted, tiene una prometida.

- ella confía en mi y nunca la traicionaria.

Alina ríe por sus palabras.

- no es como si fuese a querer en mi cama a un inmaduro y flacucho príncipe. Prefiero a un hombre de verdad, como el emperador.

Alina deja ver una sonrisa ladina ante su comentario, Luke aprieta los puños, no porque sienta celos, si no, porque lo acaba de ofender.

- déjese de actuaciones, además el emperador ya se va del condado, trate de advertirle que él no era un hombre serio en cuanto a su relación.

- majestad lo se, justamente hablamos de eso y mañana en la noche, prometimos tener una despedida en mi cama.

Luke se sorprende por sus palabras, pues hasta ahora, Alina sigue actuando muy diferente a como la recuerda, aun si se debe a todo por lo que paso, no es normal un cambio tan drástico. Sacude de un lado a otro la cabeza, pues la platica se ha ido por otro lado y no era del emperador de quien quería hablar.

- lady Alina, dejando de lado lo del emperador, vine porque debo aclarar algo con usted.

- ¿conmigo? Hasta donde se, usted y yo, no tenemos nada pendiente.

- es sobre las heridas de su espalda, fue el Duque Norton quien se las hizo ¿verdad? No sería una sorpresa...

Alina sonríe y se cruza de brazos, no puede creer que el príncipe sea tan necio como para no creer que fue el Conde quien en realidad la hirió.

- se lo dije ¿no? Los causantes de mis heridas son mis padres, aunque suene difícil de creer, el Duque Norton nunca me toco, ni sexualmente, ni de manera agresiva...

- no lo defienda, deje que todos sepan la clase de enfermo que era.

- no niego que lo haya sido, pero, los golpes que tenía en mi rostro el día después del incendio, fue la única vez que ese hombre me golpeo, lo de mi espalda, fueron mis padres.

- no es verdad, sus padres...no podrían, el Conde, siempre hablaba maravillas de usted...la condesa también hablaba dulcemente de usted con mi madre.

Alina deja salir un larga carcajada, ante las absurdas palabras del príncipe, esta bien ser ingenuo, pero cuando se es un niño, mientras que el príncipe ya es un adulto de 19 años, como para seguir negándose a creer sobre lo que ella dice y lo peor, es que sigue de terco, queriendo echarle la culpa a otro.

- la gente miente príncipe, puede fingir su mejor cara ante usted, puede ser la mejor persona, pero, en realidad, solo es una máscara que se quita al estar a solas. Siga creyendo lo que quiera, no necesito que me crea, porque cuando me hizo falta, me abandonó.

La rubia, se da la vuelta entrando a la casa, mientras que Dana da la orden de escoltar al príncipe fuera para que ya cierren toda la mansión, pues es hora que todos vayan a descansar. Luke se negaba a irse, pero, el sirviente le pide que por favor se vaya, porque ellos están cansados y quieren dormir, ante eso, no le queda de otra a Luke, que retirarse.

Después de una apasionante despedida, donde ambos se entregaron completamente a la pasión, Lucían regreso al amanecer a la mansión, donde también se preparaba todo para partir, Irene desde su ventana, le vio llegar y supone que paso la noche en la casa de Alina, deja salir un suspiró, es una pena que la pobre chica ahora sufra por ser abandonada, al ver que Luke se ha levantado, prefiere no mencionar nada y solo le dice que ya todo esta listo para partir mañana temprano, el príncipe le dice que estará fuera pues ira a comprar víveres con los sirvientes, por otro lado, Alina ya estaba partiendo, se ha despedido de todos en la mansión y a dejado gente a cargo, con todo eso resuelto, sube al carruaje, para iniciar su regreso a la capital.