La llegada de Hope trajo bendiciones y felicidad sin igual para Eloísa, quien no sabía cómo sería su vida si Dios no hubiera puesto a su bebé en su camino.
Cuando Hope cumplió tres meses, Eloísa recibió una oferta de beca en Australia para estudiar medicina especializada. Eloísa no desaprovechó la oportunidad, ya que ella sabía que todo eso sería de gran ayuda para la educación de Hope y para su futuro.
Algo que aun agradecía y le permitía un sustento, era la compensación que recibió tras su divorcio, puesto que Eloísa recibía una paga mensual por parte de su exmarido hasta que ella volviera a casarse. Al principio, Peter quería darle veinte mil dólares, pero su familia y Eloísa se opusieron, finalmente, Eloísa terminó recibiendo una paga mensual de diez mil dólares. Aquello hizo que su crianza con Hope fuera mucho más llevadera.
Aunque diez mil dólares era un monto modesto, en comparación a lo que su exmarido le ofrecía originalmente, ¡No era ni un 20% del salario de Peter! Desde la perspectiva de su exmarido, ese dinero no significaba nada si era Eloísa quien lo estaba usando.
Ahora, la hermosa bebé de piel blanca y ojos idénticos a los de Peter, había crecido en una bonita niña. A pesar de que solo eran ellas dos, Eloísa podía satisfacer todas las necesidades de Hope.
Juntas habían superado los altibajos, hasta que Eloísa pudo graduarse como oncóloga y se convirtió en una reconocida especialista en Canberra, la capital de Australia. Cuando acaba su jornada de trabajo, Eloísa acudió al Duntroon Playschool, la escuela donde asistía su hija.
"¡Mamá!", gritó Hope.
La niña provocó que algunos padres presentes le dieran algunas miradas y sacudieran la cabeza con desaprobación, mientras que la pequeña corría hacia ella con la nota de la maestra en la mano.
"¡Mira, mamá!", exclamó Hope mientras mostraba una hoja de papel y relataba cómo le alabó la maestra.
"¡Eres increíble! ¡Hope es la mejor!", dijo Eloísa mientras le acariciaba su cabecita.
"¡Gracias, mamá!", respondió Hope con un beso en la mejilla que Eloísa devolvió llenándola de besos.
"De acuerdo, ¿Dónde quieres comer hoy, Hope?", preguntó Eloísa emocionada mientras levantaba a su hija en brazos.
"¡Hope quiere comer helado y chocolate!", dijo la niña muy emocionada.
Era una alegría ver a su hija crecer así de grande sin ningún defecto, aunque a veces se colocaba nerviosa debido al miedo constante que tenía por si un día Hope le preguntara quién era su padre.
"Está bien, pero Hope tiene que almorzar primero", la pequeña asintió ante la propuesta de su madre.
Tras almorzar y acompañar a Hope a comer helado, las dos regresaron a su apartamento. De camino a casa, su pequeña hija, la cual estaba llena, se quedó dormida, dejando que Eloísa la llevara en brazos.
¡Drrrttt!
El celular comenzó a soñar, mientras colocaba a su pequeña hija en la cama para que durmiera cómodamente. Una vez dejó a su hija lista, fue directo al baño para quitarse la ropa y poder asearse.
"¡Hola, doctor!", dijo Eloísa después de deslizar el icono verde en la pantalla de su teléfono móvil.
"¡Hola Eloísa! ¿Dónde estás?", pudo escuchar la voz de Richard al otro lado de la llamada.
"En el apartamento de Doc, ¿Ocurre algo?"
"No seas tan formal conmigo, Eloísa, solo nos llevamos un año".
La persona que había llamado a Eloísa no era otra que el compañero de universidad cuando aceptó la beca para especializarse. Se llamaba Richard y era un cirujano de 32 años, quien también era de Estados Unidos.
"¡¿Cómo debo llamarte entonces?! Richard, eso no es muy educado", dijo Eloísa.
"¡Solo llámame Richie! ¡Si no me moriré de la pena al no ser llamado dulcemente por los propios labios de Eloísa!"
El doctor Richard siempre coqueteaba con ella, pero Eloísa no lo tomaba en serio. Aunque no solo era él, sino también otros de sus compañeros de trabajo mostraban abiertamente sus sentimientos hacia ella. Habían muchas familias de los pacientes que también querían emparejar a Eloísa con sus familiares solteros; no obstante, ella solo los ignoraba lo más amablemente posible. Su corazón seguía siendo preso del amor que aun le tenía a Peter.
"¡Ya empezamos con los piropos! Por favor, doctor, si sigue así, me pondré sentimental".
"Eso es lo que espero."
"Vale, vale. ¿Qué pasa, doctor? Lo digo porque me está llamando"
"¡Oh, cierto! ¡Casi se me olvida porqué te llamé! Afortunadamente, tú me lo recordaste. Oye, Eloísa, esta noche regreso a Estados Unidos y me pregunto si podría visitarte a ti y a Hope. Las extraño muchísimo a las dos. No sé cuándo volveré a tener la oportunidad de verlas, ya que me ofrecieron un trabajo en el otro lado del charco".
Su voz sonaba pesada, como si no quisiera dejar a Eloísa y a Hope, pero Richard no podía hacer nada al respecto. Si la joven madre soltera fuera su novia o esposa, él ya se las habría llevado consigo.
"¡Felicidades, doctor! Si quiere venir aquí, Hope y yo lo recibiremos con mucho gusto".
"¡Okay! En un momento llego a tu apartamento", dijo después de que Eloísa dijera que sí.
Una hora después, sonó el timbre del apartamento de Eloísa. Sin esperar mucho, ella abrió la puerta para recibir a su invitado quien no era otro que el doctor Richard.
"Por favor, siéntese, doctor", dijo Eloísa invitando al doctor Richard a tomar asiento.
"Gracias, ¿Dónde está Hope, Eloísa?", preguntó el doctor.
"¡La llamaré ahora mismo! Regreso de inmediato".
Eloísa se dirigió hacia su habitación para verificar el estado de Hope, quien ya estaba despierta pero aun sentada en la cama.
Eloísa se acercó a Hope y la cargó en sus brazos. A pesar de que su hija tenía cuatro años, a Eloísa todavía le gustaba cargarla.
"Lo siento, Hope acaba de despertarse", dijo Eloísa bajando la voz mientras sostenía a su hija.
Tan pronto como regresó a la sala con Hope en sus brazos, el doctor Richard les mostró el regalo que había traído para su hija: un oso de peluche mediano y una familia de pandas que había traído especialmente para ella.
"¡Gracias, tío!", dijo Hope con su voz bastante somnolienta.
"¡De nada, amor!", respondió el doctor.
Se pusieron a charlar tranquilamente al cabo de una hora, finalmente el doctor Richard se despidió para volver a su casa.
Tan pronto como el doctor Richard se fue, Eloísa llevó a Hope a bañarse y luego disfrutaron de la tarde en el balcón del apartamento.
Mientras estaba disfrutando de su tiempo libre, Hope se acercó a Eloísa con una muñeca Barbie que le regaló el doctor Richard, ya que quería preguntarle algo.
"¡Mami! ¿Esta eres tú, verdad?", preguntó mientras señalaba la muñeca Barbie. "¿Pero, quién es este?", Preguntó de nuevo la pequeña mostrando al muñeco Ken con su traje completo.
Aquella pregunta hizo que el cuerpo de Eloísa se paralizara y su rostro palideciera. Una pregunta simple pero muy temida por Eloísa.
.......
.......
.......
.......
¡Continuará!
¡Disfruten la lectura!
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 71 Episodes
Comments
Salomé Páez
*chiiii, ya han pasado 4 años 🙄
2024-06-28
1
Lety Márquez
ahí vienen las preguntas
2023-09-19
1
Neggia Maria Cordero
Ay Eloisa dígale la verdad es ni opinión solo la verdad esos niños saben demasiado
2023-08-31
3