Capítulo 9

Alejada de su familia, tenía que soportar sola cada lágrima y gota de sudor que derramaba. A veces lamentaba la decisión que tomó en ese momento, pero ya no era posible volver en el tiempo. Dadas sus circunstancias actuales, Eloísa solo podía fortalecerse a sí misma por el bien de su futuro hijo.

En su estado avanzado de embarazo, el sueño de Eloísa no era tan cómodo como solía ser, a menudo se despertaba en medio de la noche e iba al baño con más frecuencia. Además, sus constantes contracciones perturbaban el poco descanso que lograba tener.

Como en aquel momento, estando el dolor en lo más alto, solo podía sostener su almohada y esperar a que desapareciera. Una vez que se aliviaba, Eloísa se levantaba de la cama y miraba el reloj que estaba sobre la mesa de noche, siempre señalando las 3 de la mañana. ¡El aire en Manhattan era muy frío! Eloísa miraba por la ventana y veía cómo la nieve cubría las calles.

Eloísa sentía con fuerza otra contracción, pero como alguien que tenía experiencia en dicho campo, ella se mantenía tranquila, mientras agarraba las sabanas y controlaba su respiración. Después de que el dolor desaparecía, Eloísa miraba el reloj de nuevo. Ya había pasado una hora desde la primera contracción que sintió.

Sin perder tiempo, se preparó a sí misma y a su futuro hijo con los suministros necesarios. Desde el séptimo mes de embarazo, Eloísa había comprado ropa y herramientas para su futuro bebé, aunque vivía en una ciudad lejos de las restricciones culturales y supersticiones. Sin embargo, Eloísa seguía las reglas, recordando cuando ella y Luna vivían en un piso compartido donde la madre de esta y los vecinos les prohibían ciertas cosas. Por supuesto, aquello fue muy útil para Eloísa durante su embarazo.

Exactamente a las ocho, Eloísa acudió al hospital para ver al médico, ya que su dolor era cada vez más frecuente, a pesar de que aun no había señales de parto.

Cuando llegó al hospital, el médico le pidió a Eloísa que se quedara porque estaba dilatada dos centímetros. El parto estaba programado para una semana más tarde, pero quién podría haber predicho que sería tan pronto.

En la cama del hospital, ella yacía solitaria mientras seguía acariciando su vientre. Entre más dolor sentía, más inquieta se volvía, aunque trataba de mantener la calma. Pero en lo más profundo de su ser, Eloísa deseaba tener a alguien allí para sostener su mano, para que le dijeran que todo estaría bien, pero todo eso era solo una ilusión porque en el fondo ella estaba sola y solo era ayudada por una enfermera desconocida.

El doctor volvió a entrar en la habitación de Eloísa y revisó la apertura una vez más. El proceso de dilatación fue un poco largo, por lo que finalmente sugirió a la madre que diera un pequeño paseo por su habitación para acelerar el proceso de parto. Eloísa siguió las palabras del doctor, aunque la frecuencia de tener que ir al baño a hacer pis aumentó.

Eloísa caminó por el pasillo del hospital agarrándose del hierro pegado a la pared como soporte.

En el pasillo también había una mujer que estaba a punto de dar a luz, pero ella tenía un poco de suerte, ya que estaba acompañada por su esposo y su familia, mientras Eloísa estaba sola. De repente, Eloísa sintió que su bebé se movía y su vientre se hundió como si fuera a caer.

No pudo más y empezó a llorar, las contracciones que estaba sintiendo ahora eran más largas que las anteriores. Incluso se arrodilló en el suelo y agarró firmemente el hierro de la pared.

"¡Dios mío! ¡Esto duele mucho!", Eloísa inhaló por la nariz y exhaló por la boca. "Doctor, creo que no puedo soportarlo, esto es demasiado doloroso". Dijo esto, tan dolorida que incluso pensó que la enfermera era el doctor.

"¡Aguante, señora! Todas las mujeres que quieren tener un parto normal experimentan esto, así que por favor, tenga paciencia." Dijo la enfermera mientras miraba a Eloísa con lástima.

Cuando el dolor de las contracciones volvió a atacar, la futura madre se levantó lentamente y regresó a su habitación de cuidados. Sin embargo, antes de sentarse en la cama, la contracción volvió y parecía incluso más dolorosa, como si todas las venas y los huesos se estuvieran separando.

"Bebé, Eloísa nunca se ha quejado, pero lo siento mucho, ¡Esto duele demasiado! ¡No puedo soportar más el dolor!", gritó en su mente. Ambas mejillas estaban húmedas.

El tiempo seguía pasando, pero su bebé aun no había nacido, y Eloísa había sentido el dolor muchas veces, lo que la hacía sentir como si su espíritu estuviera a punto de abandonar su cuerpo.

"Doctor, ¿Por qué duele tanto?", lamentó Eloísa.

"Tenga paciencia señora, la dilatación está casi completa, ¡Usted puede hacerlo!", respondió el médico.

Sus palabras tenían tanto poder que hicieron que Eloísa se calmara y volviera a disfrutar del proceso del parto.

A las nueve en punto de la noche, Eloísa fue trasladada a la sala de partos. Todos estaban listos para ayudarla. Después de ponerse los guantes, el médico le sugirió que se calmara y que respirara de acuerdo con su ritmo cuando volvieran las contracciones.

Eloísa volvió a sentir dolor mientras algo estaba a punto de su interior, y así fue, unos segundos después, rompió aguas. El médico pidió a la madre que respirara profundo antes de empujar.

En el primer intento no tuvo éxito, solo en el segundo intento se vio la cabeza del bebé. En el tercer intento, Eloísa usó todas sus fuerzas restantes y empujó a su bebé con un solo respiro. Cuando se escuchó el llanto del bebé, todo su cansancio y dolor desaparecieron repentinamente. Una sonrisa feliz se reflejó en su rostro cuando el médico levantó a la pequeña criatura y la colocó sobre su pecho.

El bebé seguía llorando, con la boca abierta y retorciéndose como si buscara algo. Las lágrimas de Eloísa cayeron, ella acarició la mejilla de su hija.

"¡Finalmente mamá te ha conocido, hija!", dijo Eloísa, seguido de lágrimas de felicidad que brotaban de sus ojos.

Unas horas más tarde, Eloísa y su hija fueron trasladadas a la sala de cuidados intensivos. Al llegar allí, la ahora madre no se fue a descansar, prefirió mirar el rostro de su hija.

"Eres la felicidad de mamá, desde ahora haré cualquier cosa por ti, mi querida Hope Smith"

Ese fue el nombre que Eloísa le dio a su hija, esperando que la esperanza siempre las acompañara. No importara lo difícil que pudiera ser la vida en el futuro, por ahora solo quería centrarse en su hija, aunque las dos estuvieran solas.

Pasar por todo aquello hizo que su cuerpo se sintiera tan pesado, que no pudo evitar quedarse dormida.

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¡Continuará!

¡Disfruten la lectura!

Bueno, por ahora esto es todo, disculpen la espera.

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Comments

Eugenia Gomez

Eugenia Gomez

Por qué motivo los bebés recién nacidos van a terapia intensiva?

2023-09-24

0

🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺

🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺

no deberías lamentar ya que fuiste tu quien tomó la edición de esperarse

2023-09-03

1

Lucila Islas

Lucila Islas

hay no q feo ya no hay más capitulos así no me gusta leer novelas

2023-08-30

4

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