CAPITULO 3

Si tengo que cruzar el cielo y la tierra por ti, lo haré.

Jezabel despertó nerviosa, era la tercera ves que escuchaba esas palabras en sus sueños.

¿que querían decir?

Ya había pasado una semana desde que le habían dado de alta y había tratado de independizarse e adaptarse a su nueva realidad lo mas rápido posible, había pasado cinco días con una fisioterapeuta que la ayudo a volver a caminar despacio, no porque fuera grave solo que debía saber estirar correctamente el músculo.

Paso su manos por su rostro quitándose el cabello que había crecido notablemente, de hecho hasta pesaba tenerlo tan largo.

Se sentó en la cama observando su alrededor, se estaba quedando en la que era su antigua habitación, en casa de su padre, la habitación que le recordaba su infancia, su familia, a ella misma.

Jez no quería dejar a Abraham solo, pero este lugar traía recuerdos dolorosos.

Había hablado con su padre quien le contó que Ismael murió de un infarto al corazón días después que ella cayera en coma, nadie sabe con exactitud como ocurrió o la razón, sólo paso, Jez ya se había tomado el tiempo de visitar la tumba de su hermano y llorarlo desconsoladamente, había vaciado todo el dolor que la comía por dentro, extrañaba su antigua vida, de momento quería regresar el tiempo y regresar a su desolado apartamento, al orfanato, regresar todo lo que ella deseaba.

Con ayuda psicológica había podido recordar el accidente, no claramente pero si recordó el choque gracias a que lo tenían capturado en vídeo con ayuda de el semáforo, donde claramente se veía aquel auto corriendo a toda velocidad en el carril equivocado, impactando con Jezabel y su vida.

- hola... - escuchó ella en la habitación, fue casi como un susurro, leve y seguro, casi podía jurar que había sido producto de su imaginación. - hola... - volvieron a susurrar junto a su oído izquierdo, asustada se levantó velozmente de su lugar y se posicionó junto a la cama para encender la luz de la lámpara que era un poco tenue y de color rosa, pero le permitía ver mejor. 

La habitación se veía tenebrosa y un peso en su espalda comenzó a hacerse presente, un frío viento le recorrió la espina dorsal haciendo que se le erizarán todos los vellos de su cuerpo.

- ¿papá? - preguntó Jezabel despacio, temiendo que no fuera él.

La puerta de la habitación de su cuarto se abrió sola, haciendo un sonido irritante.

- ¿papá? - preguntó de nuevo ella.

Se acerco hasta la puerta y camino despacio tratando de no hacer ruido en cada pisada.

Se asomó hasta el pasillo que daba hacia el baño y la habitación que antes era de su hermano.

Jezabel se acerco hasta esta puerta que estaba pintada completamente de negro y con su mano giro el picaporte, respiro profundo para armarse valor, pero en cuanto estuvo lista para abrir la puerta se escucho un ruido en la cocina.

Jezabel se dirigió a esta rápidamente pensando que podía ser un ladrón.

La casa era de un sólo piso sin embargo, era espaciosa.

- ¿papá eres tú? - dijo ella temeraria.

- ven... - susurraron.

Jezabel tomo uno de los cuchillos mas grande y apuntaba a nada en particular.

- ¿Quien eres? ¿que quieres? - gritó fuerte.

- shhh solo ven... - contestaron.

Otro sonido se escuchó por toda la casa al abrirse la puerta que daba al sótano.

Jezabel camino hasta ahí despacio, cruzando la sala sin soltar el cuchillo.

Observo la oscuridad que se apreciaba más allá de la puerta, encendió las luces, pero por desgracia estas prendían y apagaban cada segundo.

- shhh... - susurraron dentro de la habitación que estaba ocupada con cuadros, cosas viejas y algunas herramientas.

Jezabel se adentro a ella y justo después de hacerlo la puerta se cerró de golpe, ahora entendía que fue mala idea.

Jezabel se dio vuelta y su corazón comenzó a latir con violencia, comenzó a tocar la puerta fuertemente.

- ¡papá! - gritó, intento abrir la puerta pero esta parecía haber quedado trancada.

- shhh - le susurraron muy cerca de su odio.

Ella se giro y apunto de nuevo el cuchillo mientras sus manos temblaban.

Una silueta comenzó a aparecer entre la oscuridad de la habitación, lágrimas de terror bajaban por el rostro de Jezabel.

No quería morir, no de nuevo. 

Un nudo se formó en su garganta a medida que observaba como la silueta había tomado la forma de una persona humana.

- no te asustes, no te haré daño - le dijeron - jamás te haría daño Jez...

El pecho de ésta subía y bajaba notablemente. 

- ¿¡como sabes mi nombre!? - grito alterada con la esperanza de que su padre la escuchara y la sacara de ahí.

- yo se todo de ti..- respondió.

Jez trago en seco.

- ¿qué? - pregunto

La silueta se movió de su lugar y camino hacia Jez con la mano extendida y le bajo el cuchillo.

Jez lo observo desde los pies, llevaba puesto unas botas militares negras, un pantalón de el mismo color y una camisa color gris igual que sus ojos, lo miro fijamente, tenia un rostro extrañamente familiar y por alguna razón su corazón se acelero aun más.

- hola... - dijo él sonriendo amablemente. - no hace falta que tengas esto - dijo refiriéndose al cuchillo el cual ya se lo había quitado por completo - no te haré daño.

¿Como era posible? Ella lo observaba detalladamente con miles de preguntas en su cabeza, pero su boca solo pudo formular una.

- ¿quien eres? - dijo ella.

- soy Daniel....tu ángel custodio.

....

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Comments

Claudia cristina Forero

Claudia cristina Forero

Ayyyyy muero estoy encantada

2022-02-16

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