CONVIÉRTETE EN UN REY SABIO
Soy el príncipe heredero Austín Wuse de Peristú, estamos en el año 2011, tengo 20 años, al inicio de este año debí casarme pero no tengo ningún interés en las mujeres, por que son inferiores, siempre necesitan protección y eso es algo que aborrezco profundamente; en fin, esta es mi vida...
En estos tiempos, las personas se visten galantemente, son reservados respecto a su vestimenta, por ejemplo, las mujeres visten vestido voluctuosos largos hasta el piso y los hombres, siempre andan con traje, aunque eso es más respecto a los nobles; ahora si hablamos de plebeyos, las mujeres visten vestidos simples hasta el piso, y los hombres, mayormente, un pantalón y una camisa. Nuestros medios de transporte son carruajes a caballo. Formas de pago son con monedas de plata, cobre u oro. Las armas son espadas o flechas.
En mi mundo existe el maná y está por todos lados, eso incluye a los minerales, el aire, las plantas, en sí, todo nuestro ambiente, por ello, envejecemos lento y vivimos hasta alrededor de 200 años, pero nosotros también tenemos nuestro propio maná que nos da ciertas habilidades inhumanas como fuerza, rápidez, protección involuntaria, elevarte, poderes, etc.
Para saber que persona tiene más maná, solo se debe ver su cabello y ojos, según su claridad es su cantidad de maná, y éstos, sólo brillan cuando lo usan; los que son más poderosos, osea los que tienen más cantidad de maná y con cabello y ojos más claros, son de mi sangre, el linaje de la familia imperial.
Nací con cabello lacío y ojos verdes claros, mi piel blanca como la leche; fruto de amor entre el emperador Wuse de Peritsú, hombre moreno de 25 años con cabello lacío corto y ojos azules claros como el cielo, y la hija del duque Gross, mujer blanca de 23 años con cabello ruloso y ojos anaranjados un poco oscuros, me llamaron Austín Raúl Wuse Gross, príncipe heredero de Peritsú; era un niño dichoso con poder imperial y sucesor de la corona, tenía una familia cálida y no me faltaba nada; pero no todo puede durar así...
Mi padre, el emperador Wuse de Peritsú, cuando tenía tres años, él perdió el interés en su familia con la excusa de que tenía mucho trabajo, él nos dejó, ya no lo veíamos a diario como antes, sus visitas fueron disminuyendo con el paso de los meses, y al poco tiempo se divorció de mi madre, y se casó con la hija del marques Fesré, Liliana, mujer trigeña de 29 años con cabello y ojos rojos oscuros; mi madre paso de llamarse "emperatriz Gross" a "Madám Gross", y creo que está demás decir, que mi padre ya ni nos volteaba a ver.
Pero lo peor de todo...no acabo ahí...
Mi madre y yo parábamos juntos la mayoría del tiempo pero comenzaron a circular los malos rumores sobre ella, diciendo que "no era lo suficiente en la cama", que "ni siquiera podía mantener contento a su marido", que "¿cómo el hijo de una mujer así puede ser rey?"; yo la defendía, pero no bastaba, al momento que me alejaba de ella, lo hablaban fuerte para ridiculizarla y hacerla sentir inferior, mi mamá no quería causar más problemas, por eso, sólo los ignoraba; pero, luego de los chismes y las malas bocas, inicio el contacto físico y la burla sin vergüenza, la hacían tropezar, la ridicularizaban en plenas fiestas sociales, y poco a poco, estan situaciones se volvieron habituales.
Mi madre no quería que me metiera en sus problemas, pero no podía quedarme callado, por eso, siempre cuando veía que ofendían a mi madre, la defendía, ya que yo seguía siendo el príncipe heredero, y con este título, cuando yo hablaba, ellos callaban, poco a poco, esas situaciones disminuyeron con mi influencia, asi que comenze a salir a jugar con mi madre mas seguido, todo ya estaba marchando bien, pero fuí ingenuo al pensar eso.
Un día, estaba en mi clase de esgrima, ví a unos sirvientes riendose, y lo que dijeron, me dejo perplejo; ellos charlaban de como estaban las damas en la fiesta de té, burlándose de mi madre cuando ella estaba presente; fui corriendo a la fiesta de té, pero mi madre no estaba, asi que me dirigí a su recámara, le pregunté "¿estás bien, madre? ¿puedo entrar?", pero me dijo "quiero descansar, más tarde voy a tu habitación para llamarte a cenar", yo entendí que quería su espacio por lo sucedido, así que solo acepte y me retire.
A la hora de la cena, aún no venía a mi habitación para ir a comer juntos, entonces, fuí a verla, toque su puerta preguntándole si podía entrar, y nadie me contestó, así que, entre a su recámara, y no había nadie... su armario estaba abierto... y la mayoría de sus ropas no estaban... había un sobre en su tocador... lo abrí... decía: " Lo siento, mi príncipe, mamá se tuvo que ir, cuidate, te amo y suerte"...
mi mundo... mi mundo entero, se había venido abajo y yo... rompí en llanto...
No entendía por que me dejó, si era demasiado todo esto, entonces "¿por qué no me llevo con ella?, ¿por qué me dejó solo, con esta carga?", yo... no comprendía... "¿se estaba burlando de mí?... si ella no pudo aguantar estar entre estas hienas que ansian el poder, ¿cómo se va y me deja, solo deseándome suerte, A MÍ, a un niño de 4 años?... ¿cómo puede ser tan cruel?... ¿cómo ella puede decir que ama siquiera?..."
Desde ese entonces, mi mirada jamás cambió, era clara pero sin esa chispa de alguien que puede dar afecto aún.
Pasaron los días, y mi rutina no fue alterada, todo seguía como siempre... pero yo no estaba igual... quería un repuesta al abandono de mi madre... quería saber, ¿por qué me hizo esto?
Luego de mi clase de etiqueta, salí a tomar un poco de aire, y ví que un ladrón le estaba quitando su bolso a una mujer y ella gritaba: "¡Ayuda!", y venía otro hombre y espantaba a este ladrón, y justo ahí fue que entendí todo...
Una mujer siempre necesita ayuda de un hombre, por eso mismo, mi madre fue tratada así, porque no tenía la ayuda del poder de mi padre, el emperadador; las mujeres son débiles, porque son inferiores.
Así que mientras fuí creciendo, viví en son a esa verdad; yo trataba con frialdad a las mujeres que son frágiles cristales, para mí eran despreciables, luego ese desprecio se convirtió en odio, tanto así, que se fueron reduciendo la cantidad de mujeres que trabajaban en el palacio real, a mi alrededor solo paraban hombres, y cada vez, que se me acercaba una mujer, aquella temblaba y era cuidadosa de no cometer un error que podria provocar un castigo; me deshice de los nobles que habían tratado mal a mi madre, haciéndoles perder su título o plantándoles cosas ilegales a sus tierras para que perdieran su prestigio y dinero; me convertí en un príncipe estricto y frío que no permitía ningún error a nadie y que detestaba a cualquier mujer.
Mi padre, el emperador Wusu de Peritsú, con el tiempo se convirtió en un mujeriego, que trataba a las mujeres como un objeto, pero que también sufrió un castigo por habernos dejado de lado a mí y a mi madre, pero no fue un castigo por parte mía, sino por la misma vida, ya que luego de mí, no pudo tener más hijos.
Junto a mi padre, nuestro trato hacia las mujeres se extendió por todo nuestro imperio, haciendo que los hombres comenzaran a tratar a las mujeres como algo inferior, algunos nobles y personas por parte del pueblo aceptaron ese trato, otros se revelaron diciendo que debíamos hacer algo al respecto; de por sí, no existían derechos que incluyeran a las mujeres, tanto así que para que una mujer tome posición del poder noble de su familia como sucesora, debía casarse, para que su esposo diriga y controlé su poder noble; pero a mi padre y a mí, eso nos importaba un rábano; y con el tiempo, nuestro país fue apodado internacionalmente, como "Peritsú, país que minoriza a la mujer"; y así siguió con el paso de los años, entre nobles y personas del pueblo que se oponían y otros que cedían...
Con el paso de los años, mi padre y yo expandimos el imperio, haciendo nuestro a los imperios más pequeños; creo que en eso más nos parecíamos, aparte de no valorar a las mujeres, ya que ninguno de los dos teníamos piedad con nuestros enemigos ni nos dejabamos pisar o ridicularizar por ellos.
Hoy, a mi edad de 20 años, me acaban de anunciar que mi padre acaba de morir de un paro, parece que aparte de acostarse con muchas mujeres diferentes, era un drogadicto.
Como hijo debería sentir tristeza, ya que eramos semejantes en ciertos aspectos, y lo llamaba "padre", pero, para mí, desde el día que nos dió la espalda a mí y a mi madre, solo se convirtio en un aliado que me era útil, así que no puedo sentir nada...
En unos días, voy hacer coronado...
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