La invitación

Seguimos conversando con Leo, me contó de su vida, estaba divorciado y dedicado a la música y al deporte. Era un hombre de 53 años bien mantenidos. Y seguía siendo tan carismático como en su juventud.

Me propuso que lo acompañara antes de irme a una junta de amigos, no me negué ya que Alonso no había aparecido hasta ese momento.

Nos despedimos y compartimos nuestros números de celular y quedamos en llamarnos para confirmar la hora en que me pasaría a buscar para ir a la barbacoa de sus amigos.

Llegue al hotel, entre a la ducha, me puse la pijama, llamé a mis hijas y a mi esposo para confirmarles que regresaba en unos días más. Tocan a la puerta y era Alonso, lucía cansado, se acercó impulsivamente a darme un abrazo y un beso desesperado, pero yo lo detuve.

No crees que merezco algo más que me trates como una puta! Le dije molesta.

Jamás te he tratado así, me contestó.

Y como te sentirías que te dejaran sola en un hotel, sin que me llames para darme por último una excusa, para no preocuparme.

Lo siento! Hermosa, tenía trabajo pendiente y cuando se trata de la empresa el tiempo se me pasa volando.

Sabes ha sido muy tonto de mi parte pretender que me dedicarías todo tu tiempo en estas semanas, seguramente tu familia es tu prioridad.

Porque supongo que estás casado, al igual que yo, le dije.

No hablemos de eso, porque no bebemos un trago y pedimos algo de comer a la habitación.

OK le conteste, aunque por dentro quería saber más de su vida.

Cenamos y bebimos unas copas de vino en la terraza de la habitación, la luna y las luces de la ciudad nos acompañaban.

Estábamos ahí mirándonos fijamente, queriendonos decir tantas cosas pero sin poder emitir palabra alguna. Un silencio acompañado de nostalgia que dieron paso a un beso profundo lleno de sentimientos.

Yo te amo, Johana y no se que pase en el futuro, pero ahora quiero tenerte toda esta noche.

Me sorprendieron sus palabras pero no dije ni pío.

Nos abrasamos y nos besamos hasta llegar a nuestro límite, en la misma terraza me cogio en la mesa sin mucho preámbulo. Parecía poseído, me tomo del cuello y me miró fijamente mientras me penetraba con fuerza, esperaba que yo le dijese algo, pero me mantuve en silencio.

Llegamos al orgasmo y me tomo la mano y me empujó a la cama, ahí seguimos teniendo sexo toda la noche, en la mañana ya no estaba, me había dejado una nota:

Anoche te ame como nunca!

Pero tu guardaste silencio.

Tu me amas?

Yo no sé que me paso pero a pesar de disfrutar su compañía me sentía extraña, no me hizo gracia sentirme la otra a pesar que era evidente que yo era solo una amante.

Ese día en la tarde me pasó a buscar Leo, lo acompañe a la junta con sus amigos, llegamos a un barrio donde las casas eran bastante grandes, se notaba un barrio de altos ingresos. Leo tocó a la puerta de la casa y cuando abren la puerta aparece una joven un poco mayor que mi hija, que nos invita a pasar a la parte posterior de la casa donde se reunían todos los invitados.

Leo me presenta a la mujer, como su amiga chilena, la saludo cordialmente, me dice que su nombre es Lisa y me presenta a su esposo, quien está de espaldas en la parrilla.

Pará mí sorpresa y la de él, era Alonso me miró sorprendido, yo me adelante y lo salude lo más natural. Leo interrumpe y le dice, no te acuerdas de Johana?

Alonso estaba trabado en sus palabras, pero Leo lo ayudó a disimular su nerviosismo sin saber que este no era nuestro primer encuentro después de tantos años.

Disimulamos lo mejor posible, pero yo solo quería salir de ahí, me invente un dolor de cabeza, para mi mala suerte Lisa me ofreció un calmante y me obligó a ir a su pieza a buscarlo.

Ahí estaba yo, junto a la esposa joven de Alonso en su dormitorio esperando a que ella me pasara un calmante.

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