El segundo encuentro

Había llegado a Viña, y luego de ir por el resultado de unos exámenes médicos, me dirigía al mall para aprovechar de comprar algunas cosas, sonó mi celular y vi que era un mensaje de él. Me hice esperar y no le conteste inmediatamente, decía, Johana estas en Viña?

Dónde nos juntamos ?, me vino el arrepentimiento y no conteste por varios minutos, estaba asustada, me sentía insegura, pero al final le conteste y le di mi ubicación.

Lo espere en un café, estaba tan nerviosa que me tiritaban las piernas, de pronto fijo mi mirada en la entrada del café y lo veo, a pesar de los años seguía siendo un hombre atractivo con un magnetismo que no le era indiferente a ninguna mujer, se acercó a la mesa y me saludo con beso en la comesura de los labios que no vi venir.

Estábamos ahí frente a frente y el silencio se hizo dueño del momento, hasta que se acercó el mesero a dejar la carta.

Nos servimos un café y después de revolver el azúcar unas 100 veces me atreví a mirarlo y a decirle, que quieres de mi? No se como me salió esa frase, pero ya no había vuelta.

Quiero saber mas de ti, me dijo y yo le conteste, que quieres que te diga, que a pesar de todo lo que tuve que pasar soy feliz.

Estoy casada tengo 3 hijas, la mayor esta fuera del país, la segunda trabaja en Santiago ( capital de Chile) y la más pequeña estudia en secundaria.

Mi marido trabaja en la minería y yo estoy dedicada a mi casa.

Algo más que quieras saber, le contesto arrogante.

Me mira y me dice, sigues molesta conmigo pero en tus ojos todavía veo a la chiquilla tierna que me enamoró.

Me sorprendió y mi cara era una llama, pero yo esperaba que me preguntara por ella, no quería ser yo quien abriera el tema. Era el punto más delicado y doloroso de nuestra historia y era increíble que nunca más preguntó por ella, era imperdonable para mí que hubiese sido capaz de ignorar que tuvimos una hija y que el se fue a otro país sin nunca jamas saber de ella.

Yo quería odiarlo, tirarle toda esa mierda que llevaba en mi alma a pesar del tiempo pero a la vez como quería sentirme bien debía llevar este asunto de la forma más armónica posible.

Quería probar hasta donde era capaz de llegar para sentirme satisfecha, ya no era una muchacha boba sin experiencia, si algo había aprendido con los años era a satisfacer a mi hombre, porque entre todas las cosas buenas que tenia mi marido, era un buen amante y me había entrenado sin querer para este momento.

Pará romper con el silencio le dije que ya era tarde y que debía volver. Me miró y me dijo, no te vallas, quedate esta noche conmigo. Mis ojos se abrieron y mi boca se abrió del asombro, nunca pensé que fuese a decirme eso.

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