Había llegado el invierno, uno cruel , todas las flores se habían ido, al igual que las hojas, pasaban varias tormentas de nieve, unas que siempre terminaban dejando daños menores al Ducado y otras mansiones.
Ariana se encontraba viendo por la ventana, suspirando, mirando como la nieve caía y sus hermanos salían, ella no podía al tener un sistema inmunológico débil, eso había dicho el médico cuando su padre lo mando a llamar para ver si estaba bien que saliera.
La nieve le traía recuerdos, en el invierno, cuando iba a cumplir un año de casada, el matrimonio que más había odiado, uno en dónde era golpeada con brutalidad y encerrada en su habitación para, algunas noches ser abusada. Era en invierno, cuando una tormenta de nieve arrasó con todo el imperio, que escapó, con ayuda de su padre, la mirada que tenía, culpable y llena de lágrimas cuándo se enteró de lo que había sido de ella al casarse
En invierno también había tenido su hijo, casi había tocado la muerte, pero la había salvado y su hermoso bebé, conoció el mundo, no en el que ella nació en cuándo a economía, pero si en cuando al amor y cariño
En invierno cumplía su hijo, la primera vez que había venido, al ver el invierno, el como los copos de nieve caían, su primera pregunta fue ¿Qué había pasado con aquel bebé? Deseaba saber, su corazón tenía la necesidad de saber
La crueldad de no haber pensado en lo que sería de su hijo le abrumaba, ya se estaba arrepintiendo de su decisión, ¿Cómo podría superar tanto trauma sin el amor de alguien? Sus pensamientos le culpaban, Todo apuntaba a ella como culpable. ¿Cómo habría mirado a Aiden después de todo?
—ha...— suspiro
Perdida en sus pensamientos no supo cuando sus ojos se aguaron y comenzaron a lagrimear, claro que su hermano Eugenio, quien se había quedado con ella para acompañarla, quedó preocupado al verla llorar, más no sabía que hacer
—...Te extraño— fue solo un bajo susurro solo para ella, que más nadie pudiera escuchar el deseo de su corazón
***
La familia imperial había encontrado al culpable, y lo habían encerrado en un sótano, húmedo, con moho y frío, lo suficiente para que Aiden se resfriara. En los fríos días del invierno la magia se podía notar más
El sótano donde estaba encerrado tenía una cama con colcha dura, una manta fina que apenas lo abrigaba, una almohada dura. Suelo con moho, paredes húmedas con algunas grietas, y una pequeña ventana donde apenas podía caber un conejo, que daba una vista de nieve y a lo lejos, apenas visibles desde allí unos pinos. para alcanzar la ventana debía de ponerse de puntillas, solo miraba la nieve que tantos recuerdos le traían, algunos malo, pero su mayoría buenos, junto a su familia.
Quiero verla pensó
una simple mirada a su Amada le repondría todas sus fuerzas, las fuerzas de la que carecía para seguir dejando vivir a los hombres con los que tenía lazos sanguíneos y hacían llamar padre, hermanos y hermanas
Suspiro, era mejor que no le viera en ese momento, calculado la diferencia de edad que tenían debía tener solo tres años, que la viera en este momento sería incómodo, más cuando los dos sabían secretos del otro que más nadie sabía. El único secreto que nunca dijo fue el que era hijo bastardo del Rey, pero eso para él ya era irrelevante
Sus días más fríos, como la comida de un esclavo y el cuidado de uno, siendo un príncipe, le esperaba. Esperaba poder aguantar todo ese tiempo sin derramar un gota de sangre. Al menos hasta que el invierno, el paisaje bajo el que le había dado el primer beso a Ariana
Sus pensamientos anhelantes se interrumpieron la puerta abriéndose, el chirrido que hacía al abrir era muy molesto. Voltio su rostro con una mirada sería, nada amigable, para encontrarse con la mirada de un astuto zorro, el zorro que era su hermano, El príncipe Heredero
—Buenas, séptimo príncipe... o debería decir ¿Quinto? príncipe— saludó con una astuta mirada, descarada y superior
El príncipe Heredero, un hombre lleno de codicia hasta el alma, con un aspecto atractivo, un cuerpo fornido a base de las horas practicando espada, ojos dorados y pelo rojizo, viva imagen del emperador, y una terrible personalidad, formada por su sed de poder y ansias de ganar
Aiden suspiro, ya sabía a lo que venía ese tipejo que no le podía dejar pensar en su Amada con tranquilidad
—Habla rápido— Ordenó con una voz fría e irritada.
—El que debería dar órdenes aquí, solo yo— dijo frunciendo el seño, solo permitía que su madre y su padre le ordenaran, solo porqué tenían más poder que él
—¿Y?—
***
Doce días de encierro, mirando por la ventana, viendo como sus hermanos corrían y festejan lanzándose bolas de nieve, que en un instante se convertían en guerras dónde cada quien debía ganar SI o SI, haciendo muñecos, algunos sin forma y otros el clásico muñeco de nieve.
De vez en cuando su hermano más unido a ella, Eugenio, la acompañaba, pero su ganas de jugar eran tan altas que solo duraba de media hora o hora y media
Su padre de vez en cuando la llevaba a su oficina y la sentaba a qué dibujara, pero siempre terminaba dibujando tan perfecto por sus clases de pintura aprendidas en su primera vida que lo rayaba todo o lo rompía o hasta comía, siempre la detenían antes de que lo tragara.
A veces se le olvidaba que debía mantener la mirada de niña y su mirada se volvía compleja. Su padre siempre se preocupaba cuando eso ocurría
Su madre le leía libros infantiles, donde habían el mal moría de forma cruel, el sentimiento de lo ocurrido a sus hermanos se hacía presentes, odiaba esa clase de libros, más cuando pensaba que:
Si estuviera en uno de esos libros, seria la extra pareja del villano. sabía bien que clase de persona era el padre de su hijo. Lo había presenciado en sus últimos momentos ¿Quién era bueno en el mundo? Todos pensaba que sus acciones eran para bien, pocas aceptaban por si solas que sus acciones estaba mal
oh, y no olvidar cuando sus hermanos, con los que tenía una buena relación, la sacaban a escondidas u terminaban siendo castigados por su padre. Nunca castigos que durarán más de un día
—Siamo... due amici che vengono a giocare, tu con me, io con te, un angioletto è caduto dal cielo, un angelo è caduto ed è caduto!-— iba murmurando una canción que se haría popular cuando cumpliera dieciséis años, en el idioma no oficial de imperio, pero luego adaptada al oficial. Hasta que vio a su hermano, en la puerta con la boca abierta, se miraron entre ellos un momento y luego este salió corriendo
mierda! pensó mientras corría detrás de él, se había hecho una idea de a dónde iría: A contarles a los demás
tomo un atajo por la biblioteca que se conectaba con la cocina, el túnel con menos de dos metros estaba llenos de telarañas, aún así se aseguro que nadie viera, no sería prudente que algún ojo malintencionado observará como habían más de mil túneles que conectan el Ducado
Luego de llegar a la cocina, la única cocina abandonada, que pocas veces se usó al ser el lugar donde la madre de su tío se había suicidado
La cocina tenía la puerta que llevaba a fuera, se había tardado al rededor de Diez minutos, la mitad de lo que se estaría gastado si fuera tras su hermano, abrió la puerta, nadie estaba cerca y sin que nadie la viera, por lo alta que estaba la nieve para ella, llegando le a las rodillas, camino hasta la puerta principal, y se puso de un lado, así su 'presa' no le vería
Eugenio había quedó indignado y sorprendido del como su hermana, de solo tres años y media sabía más que él, en definitiva debía contárselo a los demás, luego se lo contaría a su padre
miró atras, Ariana no lo estaba persiguiendo ¿Le habría pasado algo? Dudo un momento preocupado por su pequeña hermanita, no duró mucho pues se acordó de lo lista que podía llegar a ser. Siguió corriendo y en el momento en que cruzo la puerta alguien se le tiró encima y cayó sobre la nieve, debajo de la personita que resulto su hermana, dejo caer la cabeza sobre la nieve. Su cuerpo se hundió en esta
—¡Te atrapé!— grito victoriosa la pequeña abrazando a su hermano
Recordó que esto ya lo había vivido, con Aiden, estaban en esa posición, la única diferencia era que el había dicho unas palabras
—...Eres un Demonio ¿sabías?— susurro su hermano, en un suspiro, era un bello ángel con el corazón de uno pero el ingenio de un demonio
—¿Ah?—
esas mismas palabras eran las de Aiden, pestañeo un par de veces y dejo caer su rostro sobre el pecho de su hermano, trataba de no extrañarlo, era difícil, sus ojos se aguaron, se sentía mal, pues con el había vivido sus mejores años después de los que había vivido con su padre
parecía un bebé llorando, tenía la apariencia de uno, pero si mente era mucho mayor, el amor que sentía por Él, aún se había calmado, y cuando pensaba en como fue que había llegado aquí su corazón le dolía y le daban ganas de romper algo
Se quedaron así un momento hasta que Eugenio comenzó a tener frío y Ariana estornudó
—No digas nada... porfis— susurró, entre estornudos
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