Ya habían pasado dos años desde el asesinato contra el segundo, el quinto príncipe y la primera princesa. Ariana tenia una leve sospecha de quien era el culpable, pero no entendía las razones, en primer lugar desde esa charla los siguientes seis meses su padre estuvo tan ocupado que apenas podía visitarla una vez cada cinco días, no era muy divertido, pero entendía que el trabajo era demasiado.
Si madre ha la dejado de darle leche materna y en vez le daba comida, balanceada en nutrientes y minerales, por la tarde se iba al jardín para encontrarse con la primera hermana y la tercera, eran iguales, ambas de la segunda esposa, quien había dado a luz la mayoría de las hijas de su padre
Esa tarde mientras su guardia coqueteaba con una sirvienta y el otro no estaba en su turno comenzó a dar pasos rápidos, no corría aún, ya que se sentía a punto de caer en cualquier minuto, sumando que era floja y en toda su vida, anterior y actual odiaba correr y sudar.
Siempre se escabullía por los túneles secretos, todos enseñados en su anterior vida por su tío. La verdad es que nunca lo había encontrado útil ya que amaba estar en la biblioteca leyendo novelas de Romance y misterio con su madre, la que le había pasado la adicción por las novelas, en esta vida tampoco había cambiado, cuando su madre dormía con ella le contaba y leía historia coloridas con finales felices.
Al cumplir los tres años venía a dormir un día si, un día no, con el fin de acostumbrarla a dormir sola. En cuanto a los guardias, siempre esperaba toda la noche fuera del cuarto, siempre se dormían por lo que escaparse era fácil, por la noche se encontraba con el primer y el quinto hermano, charlaba y jugaban, por un rato y luego se iba, nunca mostrando el como se escapaba si ser notada.
Al llegar al jardín, se escondió en su lugar favorito, los arbustos, su hermana ya se había aprendido el escondite, por lo que siempre la hallaba. De todos modos en el jardín no habían muchos arbustos, solo dos secciones
Cómo ya se había hecho costumbre hizo paso entre los arbustos y allí vio a su hermana menor, la tomo y cargo hasta un invernadero lleno de mariposas de una infinidad de colores, desde un azul bajo haya un rojo intenso
En el invernadero había una variedad de gatos que nunca había visto, además de varias personas siempre limpiado y cuidándolo. Había varios tipos de flores, menos girasoles, por la alergia de Susan a las mismas.
En el centro de este, después de muchas plantas y árboles había una mesa con sillas, había una especialmente para ella, con una altura en la que ella podía alcanzar la mesa. Susan le enseñaba a agarrar los cubiertos, cosa que ya sabía, pero para estar más tiempo con ella fingía no saber al respecto
Su objetivo parecía estar cada vez más cerca, de vez en cuando su padre la iba a buscar y la encontraba con alguno de sus seis hermanos mayores, con los que tenía una buena relación, los demás aún la ignoraban
¿Cuánto podrá pasar hasta que los demás dejen de fingir mi inexistencia? pensó frustrada
Ya tenia seis, seis destinos que podían ser cambiados, pero aún faltaba, tres hermanos que ella defendieron, aún cuando no tenía buena relación y había muerto a causa de eso, y tres que la había atacado y habían muerto en manos de su Amado, una muerte lenta que ella trato de detener, pero en el proceso le habían puesto el hechizo de inmovilidad. Solo podía ver cómo todos sus hermanos morían al igual que sus hermanas
—¿Ariana? ¿estás escuchando?— preguntó un poco enojada, no era la primera vez que se perdía del mundo
—¡Ah! ¿Si?— contestó con nervios
***
—¡Mierda!— gritó desesperado,
ya habían pasado dos años desde el incidente, pero aún no había respuesta, el asesino había escondido de manera excelente sus huellas, lo único que habían encontrado era un pedazo de tela rasgado, de mala calidad, no era al menos de buena calidad, los magos, caballeros, redes de información ¡Nada! ¡No había pista alguna! ¡Ni por el lado de las leyes ni por el ilegal! ¿Qué mierda estaba pasando?
Había anuncios por el reino dando dinero por información, habían bastantes personas que decían saber, pero después de un control normal para comprobar que tan cierta era la información, todo terminaba mal, nada era verdadero
—Mi señor, le pido que descanse ¿Por qué no visita a su hija?— trató de persuadir al Duque, quien estaba desde aquel día trabajo el doble para encontrar al culpable.
Más cuando en la escena había un ramo de rosas rojas, manchadas de sangre, como destinaría su hija, su adoración, su princesa.
¿Quién era aquel psicópata que había dejado eso?
—...— No dijo nada, se levantó de su asiento, tomó su saco y se lo colocó, abotono y tomo un postre con relleno de chocolate y fresas con una superficie crujiente y un Interior blando. Una tendencia entre los niños y jóvenes
Su asistente un hombre que siempre lo acompaño en el trabajo desde el momento en que había asiendo como Duque. Sabía bien la diferencia entre la bebé menor y todos los demás. El porque era querida, en cambio a los demás.
A sus ojos el Duque había cambiado desde el nacimiento de la bebé, no solo con el mismo sino sus demás hijos, no todos, pero al menos más de uno
—¿Y con le señorita Susan? ¿No le dará nada? Si mal no recuerdo está es la hora donde la Señorita Ariana está con la señorita Susan— preguntó, esperando algún rostro, expresión o habla tranquilo y cálido. No pasó
El rostro del Duque se demarco, hizo una mala cara, también con signos de culpa. Esos años trataba de acercarse a sus hijo, tratando de aceptarlos pero, aunque ya no fuera como antes, era difícil... Aún
—... Compra y mándalos en mi nombré— Ordenó a su asistente, siempre prometedor en su desempeño, pero metiche, cosa que muchas veces agradecía.
Sin esperar una respuesta o palabra se marchó, hasta el invernadero 'Tornerò'. Las miradas incomodas de los sirvientes que no se acostumbraban a ver su señor por allí no le dejaban muchas ganas de seguir. Aún así llegó hasta la puerta del invernadero donde uno de los muchos jardineros le abrió la puerta y lo guío hasta donde sus hijas estaban comiendo
***
Estaba siendo regañada hasta que él quinto y el primer hermano aparecieron y se sentaron junto con ella, comenzando a comer. Todos usaban cuchillo y tenedores menos Ariana quien solo usaba cuatro cucharas
Iban charlando con naturalidad hasta que que de lejos pudo ver a su padre venir, sonrió alegre, no duró mucho, se acordó de como se encontraba su ropa, sucia y mojada por la sopa fría, y por el postre, un especie de pan completamente de chocolate con un centro de vainilla, sus manos estaban también sucias
—¡Papi!— gritó energética, parándose en su asiento y dando salto
Su primer hermano la tomo, antes de que algo malo pasará y la obligación a sentarse en su retazo, ella trataba de huir de este, era en vano
El duque al terminar de acercarse, quedó un poco incómodo, eran tres niños... ¿Cómo alcanzaría el pan que solo tenía planeado compartir en dos?
Por suerte, su asistente llegó corriendo, con el corazón palpitando y su frente sudorosa. Traía panes, de distintos sabores y diseños, un total de trece, para los demás hijos del duque… y uno para él.
Parado frente al duque el entrego la bolsa, sonriendo de manera alegre
—Dejó esto en su oficina— Mintió
En realidad había usado una poción para correr tres veces más rápido de lo corría para poder ir a comprar los dulces y volver; la poción era conocida, pero no duraba tanto, por ello cuando ya estaba llegando se acabó el efecto
El duque si decir una palabra aceptó la bolsa, no quería mentir ni decir la verdad, por miedo a lo que pasaría con Ariana después, ya que conociéndola haría el berrinche más grande, le insultaría en el idioma oficial del imperio que sabía desde pequeña o siempre mente lo ignoraría durante semanas como había pasado cuando no quiso festejar el cumpleaños de otro de sus hijo. Su pequeña hija sabía cuándo mentía, un poco aterrador ya que apenas tenía seis años.
Ariana lo miro entrecerrados los ojos y con la mejillas ligeramente hinchadas, aunque hubiera hecho bastante progreso aún le parecía irreal que comprará cosas para sus hermanos. Pero no quería dañar el momento así que solo lo miró acusatoria, esto incómodo ligeramente al duque
A diferencia de la bebé y el hombre, el trío de niños lo miraron con ojos brillantes, no podían negar que, el que su padre les regalará algo les emocionaba hasta las lágrimas, las lágrimas que tenían aguantadas
—Tomen— dijo culpable por las miradas Alegres y Dichosas del trío de niños —Es para ustedes y sus hermanos— aclaró
Le dio a cada uno una bolsa, dentro con pan, cada uno con diferentes sabores. luego le dio a su hija el único que si había comprado personalmente, está lo acepto con saliva saliendo de su boca, aún así su mirada le había sentir más incómodo que antes
—¡Gracias papá!— agradecieron el par de niños mirándolo con una amplia sonrisa "Te quiero" dijeron después
Sin saber le echaron un balde de agua helada a Ariano, quien no dijo absolutamente nada, solo les devolvió una sonrisa forzada
¿Alguna vez los amare incondicionalmente? se pregunto en sus pensamientos.
No sé sentía capaz de decir un simple 'Yo también' la culpa que caía recaía, constantemente sobre sus hombros era demasiada. Y Dios conocía que él sabía que estaba mal.
Estaba mal que rechazara amar a sus hijos por el hecho de la manera en la que habían sido procreados, pero no podía evitar sentirse racio a ellos
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