"Frente a Frente"

— ¿Escuchaste eso Addison?, el señor Gunn elogió esos extravagantes zapatos rojos — dijo Catalina con risa burlona.

— Eso no me interesa, tarde o temprano esta mujer se irá como lo hizo la anterior... y por cierto, un simple elogió no asegura nada en esta casa y tú mejor que nadie lo sabe — termino con una voz tajante.

— Niñas si ya acabaron con su pleito de quinceañeras, por qué no se van a sus habitaciones y se arreglan para la merienda — sugirió la señora Campbell con una sonrisa fingida.

— Por qué no dejas que ella se defienda, ¿eh Campbell?, ¿o acaso ella ya es de tu agrado?... hmm, como todas las anteriores — agregó con un tono desagradablemente altanero y mirandome como si fuese menos que ella, la muy estúpida.

— No tienes por qué expresarte de esa manera princesa, aquí nadie te quitará tu preciado lugar — sonreí amablemente.

— Ja...Ja , por supuesto que nadie podrá quitarme mi lugar en esta casa — dijo muy confiada.

— Tienes razón, nadie podría llenar el papel de muñeca de aparador al que tú por lo visto ya llevaste a otro nivel ¿o será de muñeca inflable? — afirmé de forma sarcástica — ¿Sabes?... hay quienes si usamos el cerebro para pensar y no solo como un bonito adorno... me retiro señora Campbell — agregué y me fui antes de que otra cosa pasará.

Mientras tanto se escuchaban las risas de todos lo oyentes en ese patio, estaba contenta de decirle lo que pensaba pero realmente me aterraba el hecho de que probablemente el señor Gunn me habría escuchado y por esa estúpida razón me maté, pero en fin si fuera así ya estaría tirada en una zanja, ¿no?.

Ya desde mi cuarto estaba estaba planeando que contestarle a preguntas obvias que él me haría, pero continuaban las incógnitas de, ¿por qué me trajo aquí?, ¿y por qué hacen énfasis en las otras mujeres que pasaron por está casa y que si le habían agradado a la señora Campbell?, quisiera saber que lugar llegaron a ocupar realmente... son preguntas a las que debía hallar respuesta rápido para poder accionar y lograr salir de aquí con vida, así tuviera que ganarme la confianza de aquel monstruo yo haría lo que sea con tal de regresar con mi hijo.

|Despacho del señor Gunn|

Toqué la puerta del despacho muy suavemente.

— Adelante — se escuchó su voz desde dentro del despacho.

— Pase señorita, y no se preocupe detrás de esa puerta se encuentra un hombre que aun con una mirada que parece ser frívola, sigue y seguirá siendo tan solo un ser humano — dijo muy confiada.

— ¿Segura? — le cuestioné muy escéptica y con voz sarcástica, ella solo sonrió, abrió la puerta y se fue.

Al entrar se veía una pequeña sala con sillones de piel en color negro en un estilo bastante tradicional, una mesa de centro de vidrio con un par de libros de historia, una tetera y un par de tazas encima, justo al frente tenía un escritorio con muchísimos documentos, libros y carpetas, también una computadora, detrás del escritorio había una silla enorme (se notaba muy cómoda), y justo ahí iniciaba una biblioteca que abarcaba toda esa pared y parte de la de enfrente, se notaba que pasaba mucho tiempo en su despacho, me impresionó mucho lo que alcanzaba a ver mi vista, que me llevaba a suponer que estaba en casa de alguien muy inteligente y con conocimientos que no solo abarcaban su área laboral si no también conocimientos extras que le proporcionaban la ventaja en cualquier conversación. Al seguir caminando me encontré con un minibar bastante mono y que combinaba con todo el ambiente masculino que ahí habitaba, y al fondo, una ventana enorme con cortinas preciosas que hacían juego con el majestuoso candelabro que colgaba sobre mi cabeza.

Frente a la ventana estaba él, con las mangas de su camisa arremangadas y fumando un puro, ¡carajo! se veía tan bien y muy atractivo, además que su altura lo hacía ver aún más impresionante e imponente, tenía una mirada que inspiraba respeto y algo de miedo a la vez, de verdad no podía dejar de mirarlo y de hecho por un momento me olvidé que estaba frente a un horrible secuestrador y probablemente un delincuente con negocios fraudulentos que ocupaban un lugar en muchas partes del mundo, incluído mi país.

— ¿Tu vuelo fue agradable? — me preguntó sin aún voltear a verme.

— Sí... eso creo — respondí tratando de ocultar mi nerviosismo.

— ¿Estás nerviosa? — preguntó luego de girarse y darme media sonrisa, su tono de voz era bastante sarcástico — ¿O acaso es que ya no te encuentras en tu ambiente? — me miró atentamente por un instante — Siéntate — me ordenó apuntando una de las sillas que estaban frente a su escritorio — Me imagino que William ya te dió los documentos que hablan sobre tus labores en esta casa, ¿no es así? — me preguntó de forma indiferente.

— Si... pero lo que no entiendo es, ¿por qué traerme desde tan lejos?, si viendo todo esto usted podría contratar a cualquier otro médico, sobre todo uno mucho más calificado que yo — no me respondió, de hecho el solo se limito a sonreírme.

— Firma estos documentos, son tu contrato y tu hoja de residencia en este país — ignoró por completo lo que le pregunté, lo cual me hizo darme cuenta de que para él entre menos supiera mejor.

— Está bien, pero... —

— ¿Pero qué? — se comenzaba a notar irritado y molesto.

— ¡¿Por qué me trajo aquí?! _ pregunté azotando mis manos sobre el escritorio y él ni siquiera se inmutó.

— Siéntate y cálmate, no es necesario que te alteres— dijo muy tranquilo el desgraciado.

— No me voy a "calmar", quiero que en este instante me diga por qué estoy aquí y por me separó de mi familia y si tanto esto es un maldito trabajo, ¿por qué no solo me lo ofreció en su momento?, o ¿acaso nada de lo que haga aquí si quiera es legal?— pregunté muy molesta, nerviosa e irritada, en su rostro se notaba altanería y egocentrismo, no parecía molestarse al ver cómo me dirigía hacia él.

— Te pedí que te sentaras y que por favor no te alteraras, aparte no me gusta que se alce la voz ni se use un lenguaje tan vulgar en mi casa — continúo fumando.

— Me importa un carajo si a usted no le gusta que se alce la voz en su maldita casa, contestará lo que le estoy preguntando por que si no... —

— ¿Por qué si no, qué? — preguntó dejando su puro de lado y entrelazando los dedos de ambas manos sobre su escritorio.

— Por qué me lo merezco — dije mientras me sentaba, sentía que mi cuerpo perdía todas sus fuerzas, y aún así, no deje de verlo a los ojos ni un segundo — Yo lo atendí, suturé su herida y... yo solo quiero regresar a mi hogar, con mi hijo —

Mi voz se quebró pero parecía que hasta mis lágrimas tenían miedo de rodar por mis ojos, finalmente no pude contenerme más y un par de gotas cristalinas corrieron sobre mis mejillas, mis ojos estaban demasiado cansados y mi corazón ya había pasado por demasiadas emociones que aún me tenían alterada.

— No tienes de que preocuparte, tu hijo estará bien, tu sueldo será depositado en una cuenta bancaria que estará a nombre de tu madre, y ellos podrán vivir bien de ahora en adelante —

Enseguida se levantó de su silla, rodeo su escritorio y se recargó en el frente a mi, me sorprendió cuando me dió un pañuelo para limpiar mis lágrimas para luego poner su mano en mi hombro, sus palabras me daban un luz de esperanza y tranquilidad, y por un momento sentí que me podía relajar un poco, además, no debía molestarlo si no como podría ganarme el beneficio de ver a mi hijo, así que me relaje y continúe escuchando.

— No puedo decirte por qué estás aquí, realmente si me lo preguntas no se ni siquiera por qué te elegí — mencionó con una risa nerviosa — Fue... una decisión muy poco meditada de mi parte, pero aún así eres una excelente profesional así que de ayuda si serás aquí en mi casa, sobre por qué te traje de la manera en que lo hice pues... tienes razón mucho de lo que pasa en esta casa no es del todo legal, al ser yo un hombre rico tengo algunos "Privilegios" de los que gozo al ser un gran benefactor del estado. Además, me gusta mantener un perfil bajo y que mi personal sea de entera confianza por las buenas o... por las malas — agregó mientras tomaba asiento a mi lado.

Luego puso su tobillo izquierdo sobre su rodilla derecha y con su mano izquierda tocaba su espesa barba, (si señoritas era un completo macho Escocés de barba y bigote espeso, todo un sueño para aquellas que gustan del bello facial abundante en el rostro de un hombre maduro y sexy) aquella barba color castaña oscura de la que apenas se comenzaban a notar unas cuantas canas que dejaban a relucir su verdadera edad, a pesar de ser un hombre maduro, se notaba muy bien conservado y con rasgos muy masculinos, tenía cejas pobladas y unos agradables ojos color marrón, tenía los parados caídos y un poco de ojeras tal vez por el viaje de regreso, su cabello era igualmente castaño oscuro el cual peinaba hacia atrás y las canas también ya comenzaban a asomarse por sobre sus orejas, sus manos eran enormes al igual que sus pies, me preguntaba si en él aplicaría aquella regla del tamaño sobre el tamaño de su pie y su... en fin. Se notaba que prestaba mucha atención a la higiene personal ya que su traje y sus zapatos estaban impecables, me hacía imaginar que tal vez tenía duendecillos que se encargaban de que no se ensuciara o se arrugará demasiado. Su imagen era en extremo reluciente, tanto que parecía que no se dedicaba a nada en todo el día.

— ¿Sueldo?, ¿cuenta?... perdón pero no estoy entendiendo nada — lo mire extrañada.

— Trabajas para mí, eso significa que te tengo que pagar, y como sabrás tú no podrás salir de aquí sin que yo lo autorice así que tú salario será depositado a tu madre directamente — respondió tranquilamente.

— Pero, ¿por qué está haciendo todo esto?, acaso, ¿me está jugando una broma? — y yo seguía preguntado cosas que para él no tenían sentido alguno.

— Escucha... se muy bien que el salario que ganabas trabajando en el hospital apenas te alcanzaba para vivir bien y pagar alguno que otro gusto personal — ¿este tipo enfermo me investigo? — Eres viuda y tienes un hijo a quien mantener y una madre que tambien es viuda pero de un hombre que no le dejo ni en caerse muerta — y seguía y seguía — También sé que el lugar donde vives es horrible y peligroso, tan peligroso que pudimos interceptar el taxi dónde venías sin ningún problema, así que supuse que si te traía aquí con tal de darle una buena vida a tu hijo y asegurarle un futuro prometedor, tú serías leal a mí... y eso es todo — terminó satisfecho.

— Está... bien — dije mientras asimilaba la información — Entonces, ¿no estoy aquí para ser prostituta o algo por el estilo? — pregunté un poco más tranquila.

— Si no lo deseas... No — dijo aguantando la risa.

— Como mierd... — me detuve para evitar expresar mis pensamientos tal cual por qué "al señor no le gusta que se use un lenguaje tan vulgar en su casa", tomé una bocanada de aire y pregunté — ¿Cómo por qué desearía prostituirme?, ¿acaso está loco? — pregunté, él solo sonrío.

— Es una broma — su expresión era de burla, al parecer le gustaba hacerme molestar.

— Entonces ¿que es lo que haré en esta casa? —

— ¿Notaste la presencia de las cinco señoritas?, bueno tú sabes que lugar ocupan en esta casa, tu trabajo será ocuparte de ellas, de su educación, su salud pero sobre todo... de mantenerlas a raya — dijo en un tono muy áspero y continúo — También de la salud del personal, ya que mi médico personal solo viene cuando se le necesita, además, para serte sincero soy un hombre muy celoso con las damas que viven en mi hogar y casi ningún hombre tiene autorización de entrar a la casa donde ellas habitan, así que tú te encargarás de que su salud siempre esté en condiciones para cualquier momento que se les mandé a llamar —

— ¿Celoso?, ¿y si soy lesbiana? — cuestioné sarcásticamente.

— ¿Esa es tu idea de una broma? —

— Algo así, es que como puede ser posible que usted sea un hombre celoso si... literalmente ellas no pueden salir de aquí y ningún hombre las puede ver o tocar, es como si me encontrará viviendo en el palacio Topkapi en el año 1500 y pleno siglo XXI — seguí hablando como si estuviera sosteniendo una conversación con cualquier otra persona.

— ¿Te gusta la historia?, bueno en el palacio Topkapi también colgaban, decapitaban y asesinaban cruelmente a los traidores de la corona... — agregó de forma tajante.

— Mejor cierro mi linda boquita — terminé con una ligera y sarcástica sonrisa.

— Si, mejor... — respondió no sin poder evitar mirar mi sonrisa — Puedes retirarte, el día de mañana comenzarás tus labores en la casa, Carlota te dará a conocer tus tareas diarias... Y Elisa... —

— ¿Si? —

— No me decepciones — dijo mientras yo salía de su despacho.

<< ¿Que no lo decepcioné?... ¿este tipo está pendejo o que?... en fin, no es tan desagradable como me lo imaginé, tal vez pueda manejar bien está situación >>