SU PROTECTOR.

...CHARLES JONES...

Por motivos de trabajo tuve que salir de viaje por semanas. La última vez que vi a Sam fue esa noche, donde inconscientemente, cegado por sus magníficas expresiones, confesé algo, una frase de la que quiero arrepentirme, pero no puedo.

-No debo enamorarme.

Durante mi ausencia contraté personal profesional para vigilarla las veinticuatro horas, cuando ellos me informaron de la presencia de una persona siguiéndola, tenía pocas horas de llegar a New York, conduje lo más rápido hasta el punto donde se encontraban. Al llegar no actué de inmediato, decidí guardar una distancia prudente entre ellos y así poder escuchar lo que decían disimuladamente.

En estos momentos estoy enojado por la propuesta de este tipo a ella, Sam está tardando en contestar, ¿acaso quiere hacerlo? … Ya no puedo soportarlo. - Enserio, ¿estás pensando en la respuesta? –. Voltea y sus hermosos ojos se clavan en los míos.

-¿Qué hace aquí? – Me cuestiona enojada.

–A impedir que cometas un error. – Camino a ellos y me coloco al lado de Sam.

-¿Error?, más bien sería una gran oportunidad.- Habla el maldito imbécil con una pequeña sonrisa.

-Tiene razón, sería una gran oportunidad para ustedes aprovecharse de ella. Esta señorita tiene alguien que la defienda. – Entrelazo mi mano con la de Samanta.

-Usted no es nadie para decidir por mí. - De un jalón quita su mano de la mía.

-Preciosa, tienes mi tarjeta, si aceptas ya sabes dónde encontrarme.

Nadie le dice preciosa a mi Samanta. Tomo al imbécil de la camisa y lo levanto. – ¡Mírame! – Soy de las personas que no recurren a la violencia, pero este tipo se está metiendo donde no debe.

-Suéltame, no sabes quién soy. – Tengo más fuerza y altura que él, mi agarre lo está asfixiando.

-Escúchame. – Lo tomo con más fuerza. - Si te atreves a tocarla, te las verás conmigo; Charles Russo Jones. – Su cara está adoptando un color azul. - Si me entero que le has dado trabajo, tu maldito club se va a la quiebra y tú a la cárcel. ¿Entendiste?

Da pequeños golpes a mis brazos, pidiendo que pare. - ¡Sí!, no lo haré, me estás ahorcando. - Lo suelto y cae al suelo.

-¡¿Qué le pasa?!, casi lo mata. - Sam intenta ayudarlo, pero la retengo tomando su mano.

– No lo hagas.

-¡Necesita ayuda!

Con esfuerzo el tipo se levanta y toma un poco de aire. - Deme …, deme la tarjeta. - Se dirige hacia Samanta.

-¿Qué?

-Ya oíste, dale la tarjeta. – Le digo seriamente.

-Pero …

Mi intimidación funcionó. - Samanta, dásela. – Me mira con enojo, me debe estar odiando, aun así, no suelto su mano. Le extiende la tarjeta y enseguida el imbécil sale corriendo.

-Es un desgraciado. - Su mirada refleja muchas emociones.

– Pero, este desgraciado se encargó de que no te pasara nada. Vamos, te llevaré a tu departamento.

-No quiero irme con usted. Por favor déjeme ir.

Samanta la ha pasado mal todas estas semanas. Me acerco y con mi mano libre intento acariciar sus cachetes, pero voltea la cara, esa acción me provoca un dolor en el pecho. – Te llevaré a tu departamento, he dicho. - Empezamos a caminar unos cuantos metros hasta llegar a mi coche. Le abro la puerta y se sube. - No intentes escapar. - Digo esto y después pongo en marcha el auto.

-¿Cómo supo que estaba aquí?

-Tengo mis métodos.

-Estoy segura que usted fue el responsable del aumento de mi renta y que me negaran los apartamentos. Me acababan de ofrecer un trabajo y lo arruinó.

-Lo hice por tu bien.

-Si haría las cosas por mi bien, no me estaría haciendo esto. Sepa señor Charles Jones, que haré todo lo posible para no caer ante sus brazos, es más, pediré trabajo en otro club nocturno, seré una excelente bailarina.

-Samanta, no me hagas enojar. – Conduzco más rápido.

-Baje la velocidad o moriremos.

-Lo haré, si dejas de pensar en esa tonta idea de trabajar en un club nocturno.

-Entonces moriremos. – [Firme]

Tranquilo, charles, tranquilo. En pocos minutos llego a su edificio. Los dos nos bajamos al mismo tiempo.

-No tiene por qué acompañarme.

-Subiré contigo. – Pongo la alarma del auto.

-No es bienvenido.

-Lo sé. - Me acerco más y rápido se echa para atrás. - ¿Seguirás con esa idea de trabajar en un club? – Pregunto rodeándola con mis brazos e impregnando mi mirada con la suya.

-Sí. - Su respuesta es firme, no quiero hacer esto, pero tengo que.

– Bien. – Posiciono mis manos en su cintura y la levanto, cargándola en mi hombro.

-¡Pervertido!, bájame. - Empieza a patalear y con sus manos golpea mi espalda.

–Sam, contrólate. Dame las llaves.

-¡No! - Sus movimientos son más bruscos, solo hay una manera para controlarla. Le doy una nalgada y en seguida se queda quieta.

-No te bajaré. Dame las llaves o te daré otra nalgada. – Le advierto. No escucho contestación de su parte, solo me extiende la mano con sus llaves. -¿Cuál es la de la entrada principal? - Pregunto.

-La más grande. - Me contesta de una manera nada agradable. Abro la puerta y con cuidado entro para que no se lastime. - Mi departamento queda en el quinto piso, ¿me podrá cargar hasta allá? - Su pregunta ofende mis capacidades físicas.

–Sam, ¿Te muestro mis músculos?

-¡Desgraciado! - Empieza otra vez con sus golpes, y de nuevo le doy una nalgada.

– Si vuelves a hacerlo, te seguiré dando. - Solo escucho un resoplido de su parte. Subo las escaleras mientras que ella guarda silencio y compostura. Mis manos sienten lo suave y delicado de sus piernas, esto es el paraíso. Llego a su piso y busco su cuarto, lo encuentro y en ese momento sale una muchacha, que queda asombrada por la manera en la que estamos.

-Sam … - Habla la susodicha.

-Daniela, no es lo que tú piensas. Señor Charles, ¿me puede bajar?

Ignoro su pregunta y me dirijo a la señorita que ahora se su nombre.  - Srta. Daniela, debo hablar algo con Samanta, ¿sería tan amable de abrirme la puerta?

-Daniela, no lo hagas. - Mejor para mí.

-Bien, entonces hablaremos en mi departamento.

-¡NO! - Grita Samanta, yo solo me río por dentro. -Daniela, abre la puerta, estaré bien. - Se resigna.

-¿Segura?

-Sí.

Le entrego las llaves y en cuestión de segundos ya estamos adentro, solo los dos. Bajo a Sam y ella rápido se acomoda la falda.

-¿De qué quiere hablar?, ¿de los demás obstáculos que me pondrá para acostarme con usted?

-No.

-Por favor váyase.

-Quiero verte en ropa interior, quítate la ropa.

-Está loco, fuera de mi departamento.

-No me iré, ¡quítate la ropa!

...------------------...

¿Qué harás, Charles Jones? 🤨🤨

Más populares

Comments

Luz Yenit Bohórquez Vellojin

Luz Yenit Bohórquez Vellojin

A mí me da risa
El machote es un gatito
con solo olerla ya está perdido.

2024-04-06

0

Aleyda

Aleyda

Que tan bajo puede llegar el para que ella acceda a sus peticiones absurdas
No falta que alguna piense que es excitante ser tratada de esa forma

2024-03-29

0

Sandra Vazquez9

Sandra Vazquez9

una porquería, no se porque siempre en estas novelas ponen a los machotes y a las mujeres como unas débiles, que les hacen las mil y una y terminan derritiendose con un simple beso, que bajo nos hacen caer a las mujetes

2024-03-27

2

Total

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play