EL INICIO.

...CHARLES JONES...

Una inmensa felicidad recorrió mi cuerpo al escuchar la voz de mi hermano, el sentir su abrazo después de años, definitivamente fue lo mejor. Es una lástima que ya no seamos aquellos niños que podíamos jugar y platicar libremente, ahora él está perfectamente custodiado por muchos hombres, tal como lo veíamos con nuestro padre, pero esto no debe ser motivo para que pueda platicar con él y recuperar un poco del tiempo perdido. Le di mi número de teléfono y enseguida se marchó.

Después de eso, seguí caminando sin rumbo alguno hasta que di a parar a un parque. Estoy sentado en una banca, admirando el hermoso lago iluminado por las luces artificiales de la ciudad.

El aire fresco de la noche eriza los vellos de mi piel, el saco no me da el calor que necesito. Unas fuertes risas captan mi atención, son unos padres jugando con sus hijos a reventar burbujas, me pregunto si alguna vez, ¿viví alguna alegría parecida con mi familia? … nunca.

-BI BI BI. - El sonido de mi celular me obliga a apartar la mirada de ellos. Meto mi mano en mi bolsillo derecho, saco el móvil y contesto. - Dime Alan.

-Charles, lamento interrumpir tu noche, pero ha habido un problema con uno de nuestros clientes. Estoy enfrente de tu edificio.

-¡Carajo!, en este momento no estoy en - ¿Qué es esto?

– en tu departamento. - Alan termina de completar mi frase.

–Sí. - Respondo abobado. El aire ha traído un aroma, es como a dulces, no, flores. Me levanto de la banca con el teléfono aún en mi oreja y busco con la mirada el origen del aroma.

-Charles, jefe, sigues ahí.

-Alan, dile al portero que te deje pasar. – Cuelgo.

Soy como un niño jugando al escondite, busco por todos lados sin encontrar nada. Ya no siento la fragancia, tal vez el propietari@ se haya ido, es inútil seguir buscando, debo volver.

Son alrededor de las diez de la noche, debería haber gente caminando por esta calle, es raro que sea el único, está muy callado y un poco oscuro. Sigo mi camino muy atento a todos mis lados … Pero qué demonios, ese …, no puedo maldecirlo, ese maravilloso olor de nuevo. Lo siento cerca, viene de este callejón, estoy seguro.

-No, no me toque. - La voz de una mujer siendo, al parecer, forzada salen del callejón. Discretamente me acerco al inicio de este.

El pequeño farol, que pobremente me alumbra, me deja ver a una mujer trincada en la pared con un hombre tapando su boca.

-No me toque. – El desgraciado la intenta violar, eso no lo permitiré. Me adentro, pero detengo mis pasos a tres cuartos de ellos, la señorita, que no es nada débil, le da una patada en los genitales y con eso noquea a su agresor.

-¡¡Maldita!! -. Le grita mientras se retuerce del dolor. La señorita, portadora del hermoso aroma, recoge sus cosas del piso e intenta huir.

-No, tú no te vas. - El imbécil saca un arma. En un abrir y cerrar de ojos, llego a él y le doy una patada en su mano, tirando el arma muy lejos de su alcance.

-¡¡¿Y tú quién eres?!! ¡¡Estúpido!! - Se ha atrevido a insultarme en mi idioma natal, italiano. Esto será gratificante.

-Cosa insignificante de la vida, a mí no me vas hablar así. – Le doy dos puñetazos que le revientan el labio.

-Señor déjelo, no quiero que se meta en problemas por mi culpa. – Sostiene mi brazo para que pare. – Señor, ese hombre es un mafioso, él me lo dijo. - Con qué mafioso, ¿será uno de los hombres de mi hermano? Obedezco sus órdenes y lo dejo en paz. Tomo el arma y le quito el cartucho aventándolo del otro lado de la barda.

-No sé quién seas, pero lo descubriré y te arrepentirás de esto. – Me dice. - Y tú, preciosa, no te me escaparás. - Le dice a la señorita, que se ve está aterrada.

-Veremos quién será el que pagará. - Digo esto y tomo la mano de la damisela, que perezosamente me sigue el paso.

-¿Se ha lastimado? – La observo hasta encontrar el problema, su tobillo.

-Me lastimé con …

No dejo que termine y la cargo entre mis brazos.

-Estoy bien, no tiene que hacer eso.

El tenerla más de cerca me permite apreciar su rostro: ojos color verde, cabello negro y con un aroma… -¿Qué perfume utiliza?. - Mi pregunta le provoca una leve rojez en sus cachetes, se ve tan …

-Es el agua de rosas con el que me baño. - Me contesta tímidamente. Me alegra haber salvado su vida de ese maldito.

– La dejaré en el hospital para que le traten el tobillo.

-Gracias. - Posiciona sus manos en mi hombro.

El hospital está a tres cuadras, en un par de minutos ya estábamos adentro y ella ahora está siendo tratada por una enfermera.

-BI BI BI. – Tomo mi teléfono, es Alan, me olvidé que me está esperando.

-Señorita, ¿vendrá alguien por usted? – Pregunto mirándola a los ojos.

–Sí, señor.

La luz del hospital me dejan apreciarla más detalladamente, es …

No termino de completar la frase y me marcho sin decirle ni una palabra. Debo enfocarme en mi trabajo.

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