Primeros años III

Me encuentro sentado en mi silla, en la mesa ubicada en la cocina pero no para comer como es lo normal.

Estoy siendo castigado por mi madre, no, sería mejor decir que se está eligiendo mi castigo dependiendo de lo que diga ahora en adelante.

Se me acusa de romper la túnica favorita de mi madre, una rasgadura que se extiende desde el final de la prenda hasta la mitad de ella, algo grave realmente.

Con el ceño fruncido sostiene la capucha y muestra el tamaño de la rasgadura como si no la hubiese visto ya.

—Mira esto, no puedo creer que lo hicieras es un regalo de mi madre y tu lo rompiste... ¿Qué tienes para decir?—. Exclama enojada.

¿Perdón? ¿Yo no fui? ¿Qué debería hacer? Piensa piensa.

Si digo yo no fui entonces seré castigado aún peor por que mi respuesta no está bien fundada ya que soy el único en la casa no le puedo echar la culpa al perro por que aquí no hay ninguno.

Pedir perdón no será suficiente, ella me perdonará pero aún así me castigará con la mentalidad de que de esa forma aprenderé y no lo volveré a hacer.

Eso no ha funcionado nunca pero de esa forma calmará un poco su irá, me gritará y ordenará con hostilidad que realice tareas hasta descargarse finalmente.

No quiero pasar por eso.

Podría confrontarla marcando sus errores, ella no ha estado vigilando, me ha dejado solo o no es justo que solo ella posea buena ropa cuando yo ni siquiera tengo un par de medias sin agujeros.

No, solo conseguiría herirla, ella me cuida a pesar de todo no hay razón real para enfrentarla y hacerla sentir culpable, no lo merece, no lo quiero, no lo haré.

Además es posible que termine perdiendo aunque con su amable personalidad... No, la lastimaría.

Solo tengo una opción, iré directo al papel de víctima.

Me esfuerzo para comenzar a derramar unas cuantas lágrimas falsas sin que ella lo note, no deben ser muchas pero tampoco exagerar o no me creerá debe ser lo justo.

—Pero... Pero mamá tu nunca estas me siento solo, no tengo amigos, me aburro mamá ¿Por qué no puedo salir a jugar?—. Declaro mientras lloro conmocionado.

O al menos así lo cree.

—N-No evadas el tema, no puedes salir por que es peligroso eres muy Joven—.

Parece estar funcionando, ella duda de las palabras que intenta decir.

—!¡Entonces quiero ir contigo, ya no quiero estar en casa solo nunca más!—. Exclamo elevando el tono de mi voz.

¡Diablos! Me dejé llevar por las emociones falsas y algunas reales se mezclaron dejando salir lo que realmente pensaba.

De esta forma parece que la estoy desafiando por lo cual es normal que ella reafirme su autoridad negándome salir.

Ve por el camino de la culpa es más seguro, vuelve Ciel vuelve.

—Solo quiero salir un rato... Por lo menos a unos pasos de casa... No pediré más—. Mientras le muestro una cara dolida con unas cuantas lágrimas.

Y ella cae en la culpa como lo tenía planeado, al agachar su cabeza me doy cuenta de mi victoria y no puedo evitar sonreír de orgullo.

Pronto suspira y eleva su mentón nuevamente borrando rápidamente mi sonrisa orgullosa.

Casi soy visto, ella sospecharía como mínimo.

—Sé que no debe ser fácil para ti estar aquí todo el día y quieres salir pero no puedes hacerlo, lo siento—. Declara cabizbaja.

¡¿QUÉ?! Era un suspiro de culpa pero no por la situación actual sino por la respuesta ¿De verdad tan terca eres mamá?

No me dejará salir a este paso, viviré aquí para siempre.

Pronto siento grandes deseos de planear mi escape a la libertad de estas cuatro paredes que me mantienen prisionero las 24 horas.

—Aun eres muy chico para salir de aquí, no debes hacerlo ¿Entendido?—. Aclara mi madre Tae con una expresión de madurez.

Claramente intenta hacerse la fuerte pero noto como su corazón es inundada por la culpa.

Pero no lo suficiente para dejarme salir.

—Si mamá... Lo entiendo—. Murmuro en voz baja y me doy media vuelta.

Por lo menos no hay castigo alguno por lo que hice eso es algo bueno para mi, pero la idea de no poder salir nunca de aquí ronda por mi cabeza mucho tiempo al llegar a mi habitación.

Por esa razón veo la ventana los árboles, pájaros y animales del lugar muestran su libertad paseando por ahí por sus anchas mientras yo observo del otro lado del cristal.

Afortunados.

Podría simplemente romper el cristal pero los vidrios son costosos y tendría serios problemas al rato...

Pero si consigo escaparme sin consecuencias y volver antes que mi madre sería realmente una buena idea.

Nadie sabría de lo que pasó y yo cumpliría mi capricho es perfecto.

¿Cómo puedo hacer eso?

Solo con la llave pero nunca la conseguiría y mi madre la necesita para cerrar la puerta principal.

Para ser sincero no se me ocurre nada de nada.

Consternado comienzo a dar vueltas y vueltas por mi habitación pisando el suelo mientras me encuentro descalzo, un mal hábito que tengo cuando estoy nervioso.

Si, cuando estoy nervioso comienzo a caminar de lado a lado o en círculos sin darme cuenta, algunas veces descalzo.

No existen lugares secretos tampoco así que no es que pueda escapar por un túnel.

Pero podría... ¡Ya sé!

Rápidamente del baúl de madera tomo el libro que suelo leer y busco en sus páginas algo con entusiasmo.

—Creo que era esto—. Murmuro en voz baja.

"En aquella hoja de papel estaba escrita una lista de tipos de magia existente.

1 Elementales:. Fuego, viento, eléctrico, tierra, oscuridad, luz.

2 Tiempo-espacio: Espacial, temporal.

3 Energía pura:. Energía, Arcoíris (Elemento especial)

4 alteradoras:. Alquimia, invocación, fantasmal, familiar."

En aquella lista mi dedo señala la palabra "Alquimia" recuerdo que con ella podría crear objetos o incluso alterarlos... Si puedo aprender esto puedo crear una llave para salir de aquí y volver cuando se me plazca.

Eso sería perfecto, no se me había ocurrido antes por que no me percaté de la llave que posee mi madre.

Debo aprender esta magia de alguna forma.

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