# 4

¿Quieres que te prepare el baño?- Era obvio que había tomado demasiado. Me tomo por la muñeca y me acerco a el.

- ¿Sabes?. Aaron Villareal, estaba indeciso, acerca de aceptar el contrato con nosotros, pero en cuanto te vio, dijo que encontrariamos la manera de trabajar juntos. Solo por eso, hoy pasaré por alto tu falta. Pero ten cuidado Abigail, no tientes a tu suerte.- Dijo apretando un poco más fuerte. Acercó su nariz a mi cuello.- Hueles delicioso, ¿Cómo es posible, que alguien que se ve y huele como tú, no sea capaz de sentir nada. Me voy, está noche, quiero una mujer de verdad, no una muñeca.- Me soltó y se fue.

Me senté en la cama, temblando.

No era nada nuevo el hecho de que tenía otras mujeres. Yo era suya, pero yo no tenía ningún derecho sobre el. Sin embargo, algunas veces, tal como está ocasión, agradecía ese hecho.

Me tomé un calmante, estaba demasiado tensa para poder conciliar el sueño yo sola. No podía creer que el estaba aquí. Fueron tantas cosas que pasamos juntos, tantas travesuras, siempre fue un niño muy seguro de si mismo. Incluso cuando murió mi padre, el supo cómo ayudarme a sentirme mejor. Ahora es un hombre y sin saberlo me sigue ayudando. Me quedé dormida pensando en eso.

A la mañana siguiente, me levanté y decidí ir al gimnasio, era algo que Samuel, me pedía, pero a mí me gustaba, era algo relajante. Me puse un pantalón deportivo negro y un top arriba del ombligo en color blanco. Me puse la chamarra a juego y unos zapatos deportivos blancos. Pregunté a la servidumbre por Samuel, pero el no llego a casa. El nunca faltaba a su oficina, así que solo tome algo de fruta y un jugo y me fui.

El chófer me llevo al gimnasio, que estaba en una linda plaza comercial, llegue directamente a la caminadora a hacer un poco de cardio. Estaba tan distraída en mis pensamientos, que no note al hombre que se posicionó justo en la caminadora de al lado. Estaba trotando, intentando controlar mi respiración, cuando un aroma familiar .e invadió. Voltee y ahí estaba Aaron, el corría pero volteo para sonreírme.

- Pensé que me ibas a ignorar.- sonaba un poco agitado

- Perdón, no te ví.-

- Te perdono solo si me ganas una carrera, ¿Quién corre más rápido durante 5 minutos?-

- Hecho.- Y subí la velocidad. Siempre estábamos jugando carreras cuando éramos niños. El sabía que no iba a rechazar un reto así.

Al final le gane solo por una mínima diferencia y creo que me dejo ganar.

Nos bajamos agitados y con una gran sonrisa.

- No puedo creer que me ganarás. Además no vale, ya estaba cansado- Dijo jadeando.

- Debes ser un buen perdedor. Yo gane limpiamente- Contesté intentando mantener la respiración.

- Bien, te perdono, pero debes invitarme un café, como compensación.-

- Jajaja, te estás aprovechando de mi.-

- Solo creo que es lo justo. Anda, vamos.-

Y lo seguí, era embriagador escuchar su risa, su voz. Que no dude ni un segundo.

Salimos del gimnasio, rumbo a una cafetería, nos sentamos y cuando la camarera llegó a tomarnos la orden, prácticamente se deshizo de amabilidad frente a el.

- Veo que aún tienes a todas las chicas a tus pies.- Le comenté sarcásticamente.

- ¿Que te puedo decir? Aunque hubo una, que no cayó en mis encantos.- Le sonreí tímidamente y el me miró de manera extraña. Lo conocía tan bien, que era fácil para mí saber que sentía o pensaba, pero ahora no lo entendía.

- Y dime, ¿Que sucedió con Samantha?-

- Termine con ella, cuando te fuiste. Resulta que ella fue quien difundió los rumores acerca de ti.-

- ¡ No puedo creerlo! Sabía que no le agradaba, pero no creí que tanto. Entonces Gustavo no fue.-

- El no comenzó el rumor, pero tampoco lo negó, se aprovechó de la situación, intentando ser reconocido.-

- Vaya, eso sí no me lo esperaba.-

- Después era muy gracioso ver cómo me huía en los pasillos, por la paliza que le di.- Se burló. - Nadie se mete con los que me importan.-

- Hubiera sido bueno verlo.- Me reí.

- Pero en lugar de pedir ayuda, decidiste irte y no volver.- Sus reproches dolían.

- Y ahora, ¿Estás saliendo con alguien?- Le pregunté cambiando de tema.

- Si, estoy comprometido.- Sonrió con pena.

- Wow, ¡Felicidades!, me da gusto que encontraste a alguien que te hace feliz.- Lo dije sinceramente. Aunque si sentí un poco de decepción, supe que era egoísta de mi parte, por qué yo estaba casada, infeliz, pero casada.- Y ¿Quién es la afortunada?-

- Es modelo, tengo poco de conocerla y es un poco mas joven que yo.-

- No importa, a veces, no terminas de conocer a las personas, si te sientes bien haciendo esto, adelante. Tienes todo mi apoyó... Y mi bendición.- Me burle de el.

- Bueno, pues gracias. Al menos eso creo. Aunque se que te estás burlando de mí.- Acusó.

Así seguimos al menos media hora más, nos despedimos y cada quien tomo su camino. Subí a mi coche y el chófer condujo a casa.

Cuando llegue, subí a mi habitación, me duche y cambie, tenía que bajar para poner la mesa, para cuando llegara Samuel.

Me sentía contenta, tuve un buen día. Y de repente se terminó. Llegó mi marido, que por su cara no estaba contento.

- Me puedes explicar,¿ que hacía la estúpida de mi mujer, con uno de mis clientes?.- Me tomo del brazo y me llevo escaleras arriba, me lanzó a un sillón y me golpeó el hombro.

- Espera, por favor, no es lo que piensas.- Le suplique.

Me tomo de las muñecas presionando hasta hacerme daño.

- ¿No?. Entonces no estuviste hablando y riendo con el, como si fueras una cualquiera.-

- Lo conozco desde hace años. Nos encontramos en la plaza y solo tomamos un café, por favor, te lo juro.-

Me aventó al piso y ahí me dio una patada en el estomago y las piernas.

- Te dije que tuvieras cuidado. Que no tentaras tu suerte. Fui bueno contigo y no te importó.-

Me tomo del cabello y me lanzó a la cama.

- Tienes prohibido salir por un mes. Te quedarás aquí, en tu casa, como debe ser.-

Y salió de ahí.

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