Suelo dedicarme a mi trabajo y volver a mi casa.
Siempre me ha sido difícil socializar es por ello que mis compañeros suelen burlarse de una u otra forma.
En realidad en mi casa convivo con otras personas. No suelo verlas, casi seguro por mis horarios y los suyos. Aunque permanentemente dejamos notas en la nevera, en los espacios comunes o bien en el escritorio.
Hay quienes son mucho más antisociales que yo puesto que ni siquiera responden los mensajes. Y, otros son más activos.
Estos últimos días me está preocupando que suelo despertar en la cama de Marcos, Penélope o Margarita. No hay rastro alguno de que ellos hayan pasado la noche allí. Nos conocemos bien. Sabemos nuestros gustos e intereses. Incluso nuestras enfermedades. Eso me hace sentir extraño. Cada quien tiene su espacio y así lo tomamos. Pero ellos no me han dicho nada. Me han dejado hacer sin siquiera dejarme una nota...
Quizás estos apagones de energía se deban al cansancio. No lo sé.
Me dirijo a mi psicóloga para tratar este tema porque quizás se trate de una especie de narcolepsia. Pero no es sólo eso lo que me preocupa. Me inquieta la falta de mensajes. Acaso no notaron siquiera mi presencia? No les molestó en absoluto que haya invadido su espacio? No quieren comunicarmelo? Qué sucede realmente?
Debo tratar este malestar. Toco timbre y no parece sorprendida. No recuerdo haberle solicitado una entrevista y justamente venía a agendarla. En su lugar, ella me hace pasar al consultorio donde se encuentra un hombre de aspecto serio y algo mayor.
Estos psicólogos parecen locos en su gran mayoría. Me causa gracia de solo pensarlo y sin querer suelto una sonrisa.
Ellos me miran y ella con su aspecto sagaz me pregunta qué es lo que me causa gracia.
Me limito a verlos nuevamente, me cuesta decirselos. No tengo ganas de ofenderlos.
Ante su insistencia, les hago el comentario aclarando que fue sin intención ni prejuicio. La conversación va fluyendo y consultan una y otra vez por mis compañeros de casa.
En esos momentos me entero de que ese señor no es psicólogo sino psiquiatra. Algo que confirma mi pensamiento. Aunque me sorprende que esté presente ya que me aclaran que me estaban esperando.
Eso me hace sentir incómoda. Frágil. Acorralada. Y nerviosa. Sobre todo nerviosa. No tenían forma de saber que yo iba ese día.
Tiempo más tarde voy recuperando la conciencia. Despertando en el mismo sillón. Sin comprender pregunto por qué no me despertaron. Cómo puedo ir a terapia y dormir durante la sesión?
Me comunican que estuvieron hablando durante ese tiempo con Xavier. El más agresivo de mis compañeros.
No entiendo nada. Vino mientras dormía y se fue? A que vino? Por qué me dormí? Y por qué no me despertaron?
- Samanta, te encuentras bien?
- No lo sé. No sé qué sentir en este momento. Me siento abandonada. Me dejaron a un costado. Qué vino a hacer Xavier aquí? Por qué estaba teniendo una sesión cuando yo vine sin aviso? Esto no me gusta nada.
Me levanto y aunque intentan frenarme los aparto y continuo. Pero aparecen dos hombres con ambo blanco. ¿Médicos? Y me impiden el paso.
Me agito. Grito. Pido auxilio. Los insulto. Les ruego. No entiendo. Sólo los escucho decir mientras me están llevando:
- Pobrecito, ha llegado al límite. No tiene control de sí mismo y sus personalidades aparecen sin orden sólo para pedir ayuda.
- Estoy de acuerdo. Tenía razón en su evaluación. Agradezco que me convocara. Será trasladada a la sala de intensivos inmediatamente después del ingreso.