Cuando entiendo que entre declaración y demostración, más vale la demostración. Es allí cuando aprecio y me enamoro de los detalles de la vida: de ver esa cartita escrita a mano, de recordar la fragancia de mamá, de oír sus gritos cuando está molesta, de ver sus fotos y compararla con alguien que he buscado. De ver los viejos mensajes de buenas noches de ella, de llorar por recordar su cara de asombro cuando fui reconocida como buena estudiante, de reír por sus chistes malos y llorar por querer darle un mundo mejor. Esperar más de ella cuando me dio más de lo que esperaba, eso es declaración o demostración, me digo a mí misma en las noches de desvelo en mi habitación.