La familia se reunió en la mesa para cenar, y Sofía se sentó con una expresión un poco tímida.
—Perdón, mamá, papá, por decir lo que dije en la tarde —dijo Sofía, mirando a sus padres con lágrimas en los ojos.
Eduardo y Elsa sonrieron y se miraron entre sí.
—No pasa nada, mi amor. Nosotros y tus hermanos estuvimos hablando —dijo Eduardo, mientras Elsa asentía en acuerdo.
Daniel se metió en la conversación.
—Estuvimos pensando en algunas cosas, pero a la final no eran buenas opciones —dijo, con una sonrisa.
Sebastián se unió a la conversación.
—Sí, lo que pensamos eran esas opciones que sabemos que no te van a gustar —dijo, con una risa.
Elsa y Eduardo se miraron y sonrieron.
—Así que vamos a hacer algo diferente. Vamos a buscar para que puedas estudiar en una universidad el próximo año —dijo Elsa, con una sonrisa.
Sofía se sorprendió y se puso de pie de un salto.
—¿En serio, mamá, papá? —preguntó, con lágrimas de alegría en los ojos.
Eduardo y Elsa asintieron.
—Claro, mi amor. Pero con algunas reglas, por supuesto —dijo Eduardo, con una sonrisa.
Sofía no se preocupó por las reglas en ese momento.
—¿Puedo estudiar diseño? —preguntó, con una sonrisa.
Elsa y Eduardo se miraron y asintieron.
—Sí, mi amor. Vamos a buscar una universidad que tenga una buena carrera de diseño —dijo Elsa.
Sofía se puso muy feliz y corrió a abrazar a sus padres y hermanos.
—¡Gracias, gracias! —dijo, con lágrimas de alegría en los ojos.
Sofía se secó las lágrimas y miró a sus padres y hermanos con una sonrisa.
—Aaah, estoy feliz... pero puedo decir algo —dijo Sofía, con una expresión seria.
Eduardo y Elsa asintieron.
—Claro que sí, mi amor —dijo Eduardo.
Sofía tomó una respiración profunda.
—Bueno, me gustaría estudiar en una universidad que no llame mucha la atención. Me encanta el diseño y todo lo que se trata de él, ustedes lo saben... pero no quiero que me vayan a tener mucha consideración si voy a estudiar en una universidad muy prestigiosa. Me gustaría lograr lo mío por mi propio mérito —dijo Sofía, con convicción.
Elsa y Eduardo se miraron entre sí, entendiendo a qué se refería su hija.
—Porque si llego a una universidad como la que estudió mi hermano Sebastián, que estudió administración de empresas... todos los profesores saben que soy su hermana. O en la universidad de mi hermano Daniel, que está estudiando para ser abogado... —Sofía se detuvo, mirando a sus hermanos—. No quiero que mi apellido sea lo que me abra puertas. Quiero lograrlo por mí misma.
Eduardo y Elsa se miraron y asintieron.
—Sí, ya te entendemos a qué te refieres, hija. Descuida, tendremos eso en cuenta —dijo Eduardo, sonriendo.
Elsa agregó.
—Queremos que seas feliz y que logres tus objetivos por tus propios méritos. Vamos a buscar una universidad que se adapte a tus necesidades y que te permita crecer como persona.
Sofía sonrió, sintiendo que sus padres la entendían.