No sé por qué sigo usando este espejo. Desde que lo encontré en el desván de mi abuela, algo cambió en la casa. Ella falleció hace dos meses, y mi familia me pidió que limpiara la vieja casa de campo. Yo acepté, más por necesidad que por ganas. Una casa gratis, aunque fuera vieja y tétrica, era mejor que seguir alquilando.
El espejo estaba cubierto con una manta bordada. Cuando lo destapé, el aire se volvió pesado. Era antiguo, con un marco de madera tallada que parecía retorcerse si lo mirabas demasiado tiempo. Pero lo peor era el cristal: opaco en los bordes, como si algo desde adentro quisiera salir.
La primera noche, lo colgué en la pared del pasillo, frente a mi dormitorio. Y ahí empezó todo.
Al principio eran cosas pequeñas: ruidos cuando no había nadie, el sonido de pasos que no eran míos. Luego empecé a ver cosas. Sombras. Siluetas. Siempre justo al borde del espejo.
Una noche, mientras me cepillaba los dientes, lo vi. Una figura parada detrás de mí. Me giré con un golpe seco, pero no había nadie. Me miré otra vez: ahí estaba. Alto, sin rostro, con una presencia tan densa que me dolía el pecho. No se movía. Solo estaba... ahí.
No dormí esa noche.
Empecé a cubrir el espejo con una sábana blanca. Cada vez que lo hacía, algo extraño pasaba. La sábana amanecía arrugada, tirada en el suelo, o peor aún: en mi cama. Una vez me desperté en medio de la noche con una sensación de frío insoportable y el sonido leve, casi imperceptible, de algo rascando el vidrio. Como si desde adentro algo quisiera salir.
Una mañana, lo decidí: tenía que destruirlo.
Lo llevé al patio, con las manos temblando, y lo golpeé con un martillo. Una, dos, tres veces. Los vidrios volaron por todas partes. Me sentí aliviado, libre por primera vez en semanas. Enterré los pedazos en el fondo del terreno.
Pero esa noche, cuando volví a casa… ahí estaba. Colgado. Entero. Como si nunca lo hubiera tocado.
Y esta vez… el reflejo no era el mío. Era él. El que siempre había estado ahí, observándome. Pero ahora era diferente: estaba fuera del espejo. Y yo…
Yo estoy dentro.