De niña quería ser bruja, amaba los hechizos, lo oscuro, la noche. Tenía un gato, por supuesto que negro. Todas las series que veía o pelis eran de terror, temática brujas o magos. Estuve esperando a que un búho me reclutara para estudiar en una escuela mágica como a Harry o tener un anillo que me hiciera desaparecer como a frodo.
Nada de eso pasó, llegó la adolescencia y mis gustos estaban intactos. Ahora vestía gótico y me gustaba el rock. También conocí a muchas amigas con gustos parecidos. Leíamos grimorios y practicábamos hechizos. Todos fallidos por cierto. Todos hasta un día en el que se me ocurrió realizar uno sola en mi habitación.
Consistía en intentar proyectar el alma hacia un portal que fuese el puente de los dos mundos. El nuestro y el más allá. En mi caso utilicé un espejo para que sirviese de puente. Claro en el hechizo decía bien claro que uno debía protegerse para no quedar atrapado en el más allá. Se debía ata el dedo gordo del pie a un cordel y ese cordel al dedo meñique de la mano.
Por su puesto que no lo hice, sabía que no resultaría o que era algo tonto atar esos dedos. Comencé a las doce de la noche el hechizo y no sé cómo ocurrió mi alma se desprendió de mi cuerpo y fui hacia el espejo. Una vez allí vi mi cuerpo frente a mí, estaba inerte, inconsciente, vacío. Quise volver, pero no supe como hacerlo.
Entonces comprendí la utilidad de los nudos antes dichos. Eran un ancla a aquel mundo donde pertenecía y ahora no podía volver. Choqué el cristal con mis manos en busca de auxilio, ayuda, pero mi cuerpo estaba completamente desconectado, no reaccionaba a mí. En eso vi pasar a mi madre e intenté llamarla, pero fue igual en vano.
Al amanecer mis padres me encontraron parada frente al espejo y sin entender lo ocurrido intentaron moverme, solo me caí, o mejor dicho mi cuerpo vacío se cayó. Nadie podía explicar que había ocurrido para que yo estuviese en semejante estado, todos coincidían que la noche antes estaba bien.
Vinieron médicos de todas partes y nada. Me llevaron al hospital y nada. Yo seguía en el espejo atrapada y no podía decir nada. Solo podía saber lo que ocurría en mi habitación y nada más, ya que tampoco fui capaz de entrar al otro mundo. Me quedé atrapada allí en ese maldito espejo.
Mis amigas eran mi última esperanza. Ellas lo notarían. Pero aunque si inspeccionaron el lugar en busca de alguna pista de lo ocurrido y sabían que estaba relacionado con algún hechizo no pudieron descifrar cuál, ya que mi madre había cerrado el grimorio que estaba usando y lo colocó en el estante.
Esteve allí atrapada por todo un año, viendo mi cuerpo en la cama, aunque tenía las funciones básicas no tenía consciencia. Allí pude notar quiénes me querían de verdad y quién no. Solo mi madre me amaba, incluso mi padre deseo mi muerte al verme así.
Solo fui capaz de volver a ser yo cuando sin querer limpiando mi madre rompió el espejo. Sentí mi alma entrar en mi cuerpo nuevamente y respirar, esa primera respiración fue tan gratificante, quedando ambas enormemente sorprendidas por mí despertar