Había amanecido y fuí despertado por la voz persistente de mi madre, con algo de pereza dominándome, decido levantarme de la cama y caminar hasta la cocina. Madre estaba haciendo una de mis comidas favoritas y díceme muy contenta que mis amigos estaban buscándome y en unos 20 minutos volverían a darse la vuelta por acá.
Me quedo pensando en que conocido podría ser mientras madre sírveme mis alimentos ¿Quizás gente de mi trabajo? ¿Alan, un ex compañero de la preparatoria, que vive cerca de mí casa,junto con el pelotón desmadroso? ¿Orlando, el vecino de al lado de la casa de dos pisos?
Tocan la puerta y madre se dirige para atenderlos, ya había terminado de comer y en ese instante díceme que vaya. Me sorprendió ver qué era una escuadra, todos tienen un cuerpo fornido como si fuesen seguido al gimnasio; tres de ellos tenían piel oscura pero entre uno y otro diferentes tonalidades, sus cortes de cabello eran en estilos militar, uno tenía completamente cubierto el cabello con un paliacate rojo, vistien; el restante era güero con onduladamente corto y su vestimenta era al estilo rockero.
Saludáronme con excesiva confianza como si yo conociéralos desde siempre, me quedo pasmado mientras les saludo y ellos riénse de mí cuando pregunto de dónde nos hemos conocido. Ellos Quedánse con la idea de que me había pasado un poco de copas el día anterior, pidénme que vaya con ellos a descargar algunas cajas del carro del vecino de la casa de dos pisos. Accedo y ayúdoles cargando las cosas hasta arriba, mientras voy avanzando con la carga, noto que toda la colonia está exactamente como siempre ha estado.
Ya estando en la puerta con esos amigos, antes de que siquiera tocará la puerta, abren inmediatamente y noto que no son los vecinos que viven realmente en mi colonia. Alegremente esa pareja madura y alegre me dan un abrazo con un gusto de verme, parece que también hablánme como si conociéranme de años.
—Mi futuro Yerno, que gusto de verte-Díjome el señor con una exagerada alegría
—Qué gusto de verte hijo-Díjome la señora con la misma tonalidad que el señor- me alegra siempre que vengas a la casa
—Bueno madre-Dice uno de los amigos- ¿En dónde dejamos las cosas?
Mis amigos adelantánse guiados por la pareja y yo voy aproximadamente a 60cm distanciados de ellos. Mientras avanzo, siento que un brazo me jala y como rápida reacción, muévome hacia un sofá alargado y ahí dejó caer la caja. Vuelve a jalarme el brazo haciéndome girar del otro lado del sofá y cayendo sentado, sacándome un gran susto en el proceso.
Observo a una bella mujer rubia de ojos hermosamente color miel, tes nevada, labios un poco gruesos y carmín, cabello largo y ligeramente rizo y vestía un vestido fresco floreado. Ella sonríeme y se dirige a mí con la misma confianza que los demás, pero a ninguno de los que me he topado realmente no conocíalos ni habíalos visto siquiera en una ocasión.
—Cielo, viniste a visitarme como siempre lo haces todos los días -me abraza románticamente-
—¿Quién eres? -Dije estando en confusión-
—Ay mi bebé -Díceme riendo dulcemente y tocándose con una de sus finas palmas sus labios- Te dije que no tomaras mucho porque momentáneamente se te iban a olvidar las cosas -Dice rozando cariñosamente nuestras narices- era tanta tu alegría por haberme dado el anillo que, aunque no hiciste locuras, bebiste un poco de más -con sus dos manos acaricia mi rostro y sonriendo con un brillo amoroso en sus ojos- Estoy tan feliz que pronto estaremos totalmente juntos -Dice dándome más afecto empalagoso-
De tanta sorpresa que dáme ese momento, intento liberarme, pero ella cree que estoy jugando a las escapaditas y no deja de sujetarme sin tanto esfuerzo. Escucho la plática de la pareja y de mis amigos que van acercándose.
—Ay ay ay -Dice uno de los amigos- Creo que estamos interrumpiendo un momento especial -Se alegran al igual que todos-
—No te preocupes mi yerno -Dice el señor- ya pronto estarán unidos por la ley de Dios y no pararás de romances con Mija todos los días
—Me da gusto que mi hija vaya a casarse con un hombre trabajador y romántico -Dice la señora sonriendo- ya es raro toparse un chico caballeroso y poeta
—Ese es mi amigo, todo un Romeo -Grits eufóricamente junto con los demás amigos-
Me doy la vuelta para decir algo pero ella me interrumpe dándome un abrazo por detrás. Los demás nos dejan solos y se van a afuera a platicar.
—Creo que me toca ser la romántica templaria bebé -Hace girarme frente a ella- Es justo que también como tú me digas cosas lindas y te poner tierno conmigo, yo también debo hacerlo -Sonrie muy contenta mirándome con deseo- Tu solo escucha bebé, no digas nada y disfruta de mi cariño.
Aunque intento evitar sus besos, ella logra besarme continuamente, mientras me dedica frases bonitas.
—No vas a escapar de mis besos de miel bebé -Toma de la mesa un labial escarlata y se pinta- Ven mi bebé, tengo Que aprovechar cada segundo que estás aquí
—Pero. . . Yo . . .
—Sssh -me calla pasando su dedo índice en mis labios- Déjate querer bebé
Procede a levantarse del sofá y enseguida me jala, haciéndome poner de pie y continúa besándome mientras continúa diciéndome versos. Pongo mis palmas en sus hombros para intentar separarme de ella, después a causa de mis nervios, coloco sin querer mis manos sobre sus atractivos pechos.
—Bebé -Dice sonriente y con sorpresa- yo también quiero entregarme contigo en cuerpo y alma, sé que te gusta tocarme -Baja lentamente mis manos, colocándolas sobre su cadera- Aquí no mi bebé, no quiero que nos vean -Sonríe tiernamente-
Después de tanto momento cariñoso, nos interrumpe el señor.
—¿Todavía románticos eh mi yerno? -Dice el señor sonriendo-
—Ay amor -Dice la señora- así como cuando estábamos jóvenes -Sonríe mirándolo y recargándose en su cuerpo-
—Disculpa la interrupción hijo pero tú madre está buscándote
—No papi -Se entristece- Deja que se quede un ratito más ¿Sí?
—Hija -Dice la señora- A nosotros no nos molesta que esté aquí
—Y siempre es agradable tenerlo de visita -Interrumpe el señor- aparte me agrada tener platicas de antaño y medievales con él, pero tiene que obedecer a su madre hija.
—Está bien papi -Voltea La chica sonriéndome- Mañana nos vemos ¿Sí bebé? Te amo -Me besa-
Me encaminan a la puerta y se despiden de mí, voy retirándome lentamente y escucho detrás de la puerta "Gracias a Dios le ha mandado un buen hombre a mi hija, estoy más que contento". Bajo las escaleras yendo a la casa, confundido y dudando de conocer a estas personas.