Cada noche al salir del trabajo había un chico que estaba a la salida. Siempre estaba algo serio, con capucha negra. No hablaba con nadie, solo observaba a los transeúntes en un rincón de la acera. Yo en un inicio lo ignoraba también.
Lo más extraño era que solo aparecía a las doce. Ni un minuto más ni menos. Coincidía con mi girar de salida, ya que trabajaba en un pequeño negocio local en las noches para poder pagarme los estudios. Yo cursaba la universidad, estaba en mi último año.
Desde que comencé mi carrera siempre trabajé, mis padres no podían permitirse un gasto más en la vida, así que fui consciente de que debía sacrificarme para lograrlo. Ellos tampoco me exigían nada. Estaban muy orgullosos de tener una hija tan sacrificada.
El chico de la capucha negra, en silencio me acompañaba a la parada de mi bus, tomaba el mismo transporte que yo. Siempre bajaba en mi parada y cuando yo ingresaba en mi habitación en la cama universidad desaparecía.
En un inicio eso me asustaba mucho, debo confesar que creía que me haría algo malo. Pero con los meses me adapté a su presencia y verlo me daba algo de alivio. Me sentía segura con él a mis espaldas, en el último año habían ocurrido muchas desapariciones de chicas en la zona.
Descarte que fuera un asesino en serie o que deseara secuestrarme para hacerme Dios sabe que, cuando noté que jamás intentó entablar conversación alguna. También pudo hacerlo, ya que yo era vulnerables. Su tamaño era mayor que el mío, al igual que su fisionomía, así que pudo hacerlo fácilmente y no lo hizo.
Así estuvo cada noche, cuidando mis espaldas. Cuando no iba a trabajar, dicen mis amigas que no aparecía por la zona. Todos sabían de su existencia, ya que comenté más de una vez sobre esa costumbre suya. Al inicio siempre me pedían que respetara cuando llegara a casa, para saber que estaba bien.
Las desapariciones seguían ocurriendo, cada vez eran más las chicas perdidas. Muchas en los negocios cercanos al mi lugar de trabajo. Incluso dos en mi local. Pero yo no temía. Un héroe oculto velaba mis pasos. Nunca pude ver su rostro, cada vez que intentaba acercarme se marchaba apresurado, así que lo deje estar. Si en algún momento quería acercarse estaría dispuesta.
Ya está era mi última noche en mi trabajo, al día siguiente terminaría la universidad y podría comenzar a buscar trabajo como psicóloga. Con mi carrera podría ayudar a mis padres y comenzar a salir de la pobreza. Solo quería agradecer al chico de la capucha negra por cuidarme cada noche.
Fue por eso que en mi última noche. Debía buscar una estrategia para confrontarlo y poder agradecer su labor. Planeé hacerlo al bajar del bus, antes de entrar a mi cuarto lo encararía. Me había comprado un hermoso reloj con el dinero que había ahorrado en propinas.
Fue así que antes entrar en mi habitación volteé sin avisar y le di el regalo, dije gracias y cerré la puerta. No toco la puerta, ni hizo contacto alguno. No fue hasta el día de mi graduación que supe quién era ese héroe sin capas. Era mi padre orgulloso, en su brazo llevaba el reloj que había comprado, para mi héroe amado.