Era demasiada la somnolencia potenciada con mi cansancio aquel día viernes, fue intensamente pesado que hasta el hambre se me había quitado y, sin pensarlo repetidamente procedí a dormir tranquilamente.
En un instante ya no encontrábame solamente soñando, también estaba consciente con mi vista apagada. Presencié mi sueño húmedo con una mujer hermosamente madura y parecióme lógico, pues me atraen mujeres de esa edad. De la nada ya sentíalo tan real aquella experiencia erótica con esa atractiva dama que en un momento no negaré que había sentido placer, después de unos segundos sentí que mi cuerpo movióse involuntariamente en posición lateral y enseguida, aunque no podía encender mis luces, sabía que algo andaba mal ya que mi cuerpo movíase de una manera como si realmente estuviera realizando el acto pasional con una mujer de verdad.
Logré tomar fuerza de quién sabe dónde para poder abrir mis ojos por unos segundos solo para comprobar que efectivamente, mi cuerpo simulaba con sus movimientos hacer el ritual amoroso y además el miembro encontrábase en el punto máximo de excitación. Mis manos incluso parecían tomar de la cadera a una mujer, una mujer que en ningún momento logré observar. Parecía que algo estaba controlándome porque mis esfuerzos eran en vano para detener el acto, ahí fué cuando mi preocupación y mi desesperación salen a relucir, porque sabía que esto no podía ser normal ¿Cómo alguien como yo, sin experiencia abrasante hasta ese día con veinticuatro años de edad con una dama, podría saber y realizar a la perfección aquellos movimientos y además a ese ritmo?
Aquella mujer en mi sueño de repente cambia su aspecto sin pausar el momento íntimo; ahora sus ojos tornáronse completamente negros, su piel cambió a un tono verde muy oscuro resaltando en ella partes como de plantas y su sonrisa suave era más larga. No sentí miedo alguno incluso durante su drástica transformación pero causóme tanta sorpresa que solo aumentó mi desespero.
Tomé algo de calma aún sabiendo los anormales e involuntarias acciones corporales mías, luego no recuerdo si me aventé mentalmente un padre nuestro o internamente dije algo rápido como "líbrame señor" pero cuando hícelo, abruptamente se detuvo tanto mi cuerpo como aquella entidad. Aún hallábame paralizado pero con la seguridad que todo había terminado, sentí como aquella mujer sentóse al costado de mi cama para ponerse de pie y enseguida marcharse con unos lentos caminados, no podía ver pero el rastro de su andar podía sentirlo.
Cuando terminó el efecto de la parálisis, paréme de la cama asustado y pasando mis manos por instinto rápidamente por mi cuerpo, eran para ese entonces las tres de la madrugada y difícilmente recobré el sueño pensando que, en un descuido podría sucederme de nuevo.