En un lejano reino, donde la magia y la realidad se entrelazan.
Elara, se enfrenta a una dolorosa verdad, su marido, el príncipe Aldric, le es infiel. El descubrimiento de la traición la sumerge en un abismo de dolor y conflicto, y se debate entre la lealtad y el deseo de divorciarse.
....
Una tarde sombría en el castillo, Elara regresaba de sus quehaceres y encontró a su esposo en una situación muy comprometedora con una dama de la corte.
El corazón de Elara se estremeció al presenciar la traición en su propio hogar.
"¿Cómo pudiste traicionarme de esta manera, Aldric? ¡Juraste amor eterno! ¡Dijiste que me amabas!"
Exclamó Elara con voz temblorosa, llena de dolor y decepción.
Aldric, con una mirada culpable y evasiva, balbuceó
"Lo siento, Elara... Fue un error, una debilidad momentánea".
Las lágrimas empiezan a brotar de los ojos de Elara mientras el dolor y la ira la consumen.
"¡Una debilidad que ha destrozado nuestro matrimonio! ¡No puedo soportar esta traición, Aldric! ¿Acaso nuestro amor no significaba nada para ti?"
Aldric, con gesto apesadumbrado, intenta justificarse.
"Lo lamento, Elara... Pero te amo, por favor, dame otra oportunidad".
Elara siente un nudo en la garganta, luchando con la tormenta de emociones que la abruman.
"El amor no se construye sobre la mentira y la traición, Aldric. No se lastima a quien amas. Me has roto el corazón en mil pedazos. No sé si pueda perdonarte".
El silencio pesado llena la estancia, cargado de la tristeza y la desolación que envuelven a la pareja.
Elara se aleja lentamente, con el peso del dolor y la decisión pesando en su alma.
Mientras las sombras de la tarde se alargan en el castillo, Elara se enfrenta a la pregunta que la atormenta.
¿Debería divorciarme? ¿O perdonarlo?
En medio del dolor y la traición, la decisión se cierne sobre ella como una sombra oscura, desgarrando su corazón en la encrucijada de un amor roto y una promesa traicionada.
..
Elara se retiró a sus aposentos, con el corazón destrozado y la mente en un torbellino de emociones encontradas.
La traición de Aldric resonaba en cada rincón de su ser, y la decisión de su futuro se cernía sobre ella como una sombra oscura y amenazante.
En lo más profundo de la noche, mientras la luna derramaba su luz plateada sobre el castillo, Elara tomó una decisión que marcaría un nuevo rumbo en su vida.
Al amanecer, Elara convocó a Aldric a la sala del trono, donde la tensión y la expectación colgaban en el aire como una espesa niebla.
Aldric entró, con la mirada baja y el rostro lleno de remordimiento, consciente de la tormenta que se avecinaba.
"¿Cómo pudiste manchar nuestro amor?"
Dijo Elara con voz firme, pero cargada de dolor y determinación.
Aldric intentó disculparse, pero las palabras se atascaron en su garganta, consciente de la gravedad de sus acciones.
"Has quebrantado la confianza que nos unía, Aldric. Y por eso, debes enfrentar las consecuencias de tus actos"
Continuó Elara, con una mirada fría.
Con un gesto de su mano, Elara invocó un hechizo ancestral, tejiendo el maná de su alrededor.
Un destello de luz brillante envolvió a Aldric, quien se vio inmovilizado por el poder de su esposa.
"Por tu traición, serás castigado"
Sentenció Elara con voz firme, mientras el poder mágico se materializaba en una cadena que envolvía a Aldric, aprisionándolo.
Aldric miró a Elara con ojos llenos de temor y arrepentimiento, mientras la cadena lo arrastraba hacia un destino incierto, lejos de la luz y el amor que una vez compartieron.
Elara observó con determinación cómo su castigo se consumaba, sintiendo una mezcla de tristeza y liberación en su corazón.
La traición de Aldric había marcado el fin de su matrimonio, pero también el comienzo de una nueva era de fuerza y autonomía para ella.
Y así, en el castillo envuelto en sombras, Elara se alzó como una reina de su propio destino, con la fortaleza de quien ha superado la traición y ha encontrado su verdadero poder.
Elara regresó a sus aposentos, con el peso de la decisión que había tomado aún resonando en su ser.
Mientras contemplaba la luz del amanecer filtrándose por las ventanas del castillo, sintió un leve mareo y se desplomó en el suelo sin previo aviso.
...
A la mañana siguiente su padre la miraba emocionado.
Un pensamiento fugaz cruzó la mente de Elara, y un destello de esperanza brilló en sus ojos.
"¡Seré abuelo!"
Su padre se tocó su oscuro cabello tratando de calmar su felicidad.
Un sentimiento de asombro y alegría la invadió.
La noticia del embarazo llenó a Elara de emociones encontradas. Por un lado, la dicha de traer una nueva vida al mundo la llenaba de felicidad y esperanza.
Por otro lado, la sombra de la traición de Aldric oscurecía su alegría, recordándole el dolor y la decepción que había experimentado.
Decidida a confrontar a Aldric con la noticia, Elara lo convocó nuevamente a la sala del trono. Cuando Aldric entró, la mirada de Elara lo atravesó con una mezcla de determinación y enojo.
"¡Estoy embarazada!"
Anunció Elara con una mezcla de alegría.
"¿Qué? eso es genial, por fin podré descansar como se debe, me duele la espalda"
Se quejó Aldric molesto.
"¿Qué es esto, Aldric? ¿Acaso crees que un hijo puede borrar la traición que has cometido? Además que clase de respuesta es esa."
Exclamó Elara con voz firme y algo decepcionada con la actitud de su marido.
Aldric, sorprendido, intentó disculparse.
"Elara, lo siento... No sé qué decir. El embarazo es una bendición, una nueva oportunidad para nosotros".
Las palabras de Aldric cayeron en oídos sordos mientras Elara luchaba por contener la tormenta de emociones que la embargaba.
"Sí, un hijo es una bendición ¡Una oportunidad que tú has manchado con tu traición! ¡La confianza rota no se repara con palabras vacías!".
Aldric con una mirada de arrepentimiento intentó disculparse.
"Elara, lo siento. No hay excusa para mí comportamiento, pero te amo y quiero ser parte de la vida de nuestro hijo"
Elara con los ojos llenos de lágrimas, respondió con voz entrecortada.
"Nuestro hijo merece un padre honesto, prefiero mil veces que mi hijo crea que su padre murió."
Elara se sintió dividida entre la alegría del nuevo ser que crecía en su interior y la ira por la traición de Aldric.
Mientras las emociones la abrumaban, una decisión se forjaba en su corazón, protegería a su hijo, sin importar las consecuencias.
"Jaja, ¿cómo sé si es mi hijo?"
Sonó la voz desdeñosa de Aldric mientras acomodaba su rubia cabellera.
"¿A qué te refieres Aldric?"
Estaba incrédula.
"¡¿Crees que no lo sé?! Ese caballero pelirrojo y tú son tan inseparables, me dejabas solo y salías con él, de seguro te acostabas con ese tipo"
Elara escuchó las palabras de Aldric con una mezcla de incredulidad y dolor, no podía creer que su marido desconfiara así de ella.
"Solo salíamos a cumplir misiones, sabes bien que además de ser parte de la realeza también soy capitana de los caballeros"
Las lágrimas de decepción resbalaban por sus mejillas.
Aldric con una mirada de falsa comprensión respondió con una sonrisa cínica.
"Querida, no entiendes por el sufrimiento y la soledad que viví cuando me dejabas. A tu lado siempre me siento inútil, incapaz de llenar el vacío que dejas en mi vida. Tu frialdad y tu independencia me hacen sentir inferior."
Se secó las lágrimas y regañó a su desvergonzado marido.
"¿Cómo te atreves a culparme por tus propias debilidades y errores?"
Las acusaciones desvergonzadas y las confesiones hipócritas de su esposo la golpearon como un puñal en el pecho.
Aldric con una mueca de falsa contrición intentó justificar sus actos.
"No quería lastimarte, me sentí atrapado en tu sombra. Eres tan poderosa, tan capaz de todo que me sentía insignificante. Por eso buscaba consuelo en otros brazos. No soy el único culpable en esto"
Elara con voz firme y temblorosa anunció.
"Quiero el divorcio."
Aldric intentó negarse tratando de retener a Elara con promesas vacías y excusas desesperads.
Sin embargo, la mirada fría de Elara lo hicieron ceder. Con resignación aceptó la petición de divorcio, sabiendo que había perdido a la mujer que verdaderamente lo amaba.
El rey en un acto de justicia y castigo, desterró a Aldric a su país natal junto a sus amantes, lejos de su hogar y de todo lo que una vez había poseído.
La vergüenza y el remordimiento lo acompañaron en su exilio, recordándole el precio de su traición.
Y así, en el castillo envuelto en emociones encontradas, Elara se enfrentó al desafío de un nuevo camino, marcando el inicio de un nuevo capítulo en su vida.
......
Años después, en un enorme jardín bañado por la luz del sol, Elara paseaba junto a una hermosa joven rubia y un niño pequeño.
La joven tenía los delicados rasgos de su padre pero la mirada dominante de su madre, y el niño tenía la apariencia de su abuelo pero el cabello rojo de su padre.
Caminaban alegres a su lado. Elara los miraba con amor y gratitud, la brisa del viento sopló su castaño cabello.
Elara les contaba historias a sus hijos, cuando de repente una voz ronca y sexy le estremeció la piel, se cubrió el rostro sonrojada.
"Cariño, te extrañé"
Unos brazos firmes la abrazaron por detrás y le acariciaba suavemente su abultado vientre.
"Yo igual te extrañé amor"
Susurró suavemente Elara, luego de unos minutos se volteó y lo besó delicadamente, después tocó su suave cabello rojo.
Y así, en el jardín bañado por la luz del sol, Elara encontró la paz y la felicidad que tanto anhelaba, rodeada del amor de sus hijos, y de su esposo.
El pasado quedó atrás, enterrado en las sombras del olvido, mientras un nuevo futuro se abría ante ellos lleno de esperanza y promesas de un mañana mejor.
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(≧▽≦) Fin.
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¿Qué hay detrás de la aparente maldad? ¿Estás list@ para desentrañar misterios?
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EL LEGADO DE LA VILLANA