Inferno

Inferno

Autor(a):Alpha Phantom

Una historia que quiero contar

Es un honor para mí darles la bienvenida al infierno, literalmente el infierno; ese lugar mencionado en la Biblia, descrito como el peor lugar donde un humano puede terminar. Y si bien el cielo y el infierno existen, estos no tienen nada que ver con lo que se describe en ese libro religioso.

De hecho, nosotros existimos ocultos del mundo humano, solo interactuando con ellos cuando es necesario. Ambos mundos son tan avanzados como el de los humanos: tienen televisores, shows de entrenamiento, parques, cines, etc. Y sus habitantes son tan humanos como tú, que estás leyendo esto, mostrando sus alas solo cuando es necesario...

Pero no vine aquí solo para hablarte de estos mundos. Te contaré la historia de la guerra entre el cielo y el infierno: la guerra de las creencias, la cual tuvo lugar muchos años antes de que la actual gobernante de este mundo naciera. Por lo tanto, nos remontaremos mucho tiempo atrás en el pasado.

Bueno, ¿empezamos?

Nuestra historia comienza en el año 10.600 del calendario demoníaco. En pleno apogeo de la guerra de las creencias, un suceso hermoso está ocurriendo: el emperador del infierno, quien debe llevar el título de Lucifer, está dando vueltas con desesperación fuera de sus aposentos, mientras su esposa grita de dolor acompañada de su servidumbre en el interior.

Unos tiernos sollozos hacen que el rey rompa a llorar.

—Es una niña, Su Alteza. Es una princesa —dice un médico emocionado después de abrir la puerta del lugar donde se encuentra la emperatriz.

El hombre de cabellos oscuros no pierde tiempo y entra a ver a su primera hija, la cual ya se encuentra acurrucada en los brazos de su madre.

La niña ha heredado los ojos verdes de su padre y los cabellos dorados de su madre; sin duda, la nueva princesa es hermosa.

—Tu nombre será Katarina. Katarina Flame —expresa el padre primerizo emocionado, sosteniendo a su hija en brazos mientras ella solo balbucea un poco, descubriendo así por primera vez el rostro de sus padres.

Como todo un padre orgulloso, con su actitud presumida, el emperador ordena que se notifique el nacimiento de la princesa en todos los medios de comunicación.

—Emperador, felicidades por el nacimiento de nuestra princesa.

—Hammer, querido amigo, tus palabras siempre son un aliento para mi cansado cuerpo.

Hammer, el consejero del emperador y su mejor amigo, es un hombre delgado, pero con una lengua que puede ser mordaz o muy amable dependiendo de la situación. Sin duda, es la persona más importante en el castillo después del gobernante y su esposa.

—Por cierto, amigo mío, las noticias se propagan rápidamente. ¿Es cierto lo que escuché sobre la familia Serverus? —pregunta el viejo mandatario con una mirada atenta y triste a la vez.

—Así es. Es una tragedia, es su primer hijo. Ambos están devastados.

—¡Cielos! Y justo en el nacimiento de mi Katarina. Pobre pequeño... Iré a verlos de inmediato.

Sin pensarlo dos veces, el emperador toma uno de sus mejores autos, conducido por su chofer más competente, y se dirige a la casa de los Serverus, una familia noble que ha mantenido una gran amistad con la familia real durante generaciones.

Con cortesía, el gobernante toca la puerta.

Es recibido como corresponde a alguien de su calibre; sin embargo, no se queda mucho tiempo saludando y, después de preguntar por el hombre de la casa, sube al segundo piso donde encuentra al Conde Serverus sentado, sosteniendo a un bebé en sus brazos.

—Serverus.

Al escuchar su nombre, el hombre se levanta rápidamente y se acerca a su amigo para recibirlo adecuadamente.

—Albert, tú y Paola, reciban mis felicitaciones por el nacimiento de Katarina.

—Gracias, viejo amigo. Escuché lo de tu pequeño; aún me rehúso a creerlo... ¿Puedo cargarlo? —dice Albert, a lo que Serverus le entrega en brazos a un pequeño de ojos carmesí y cabello plateado que, tristemente, ha nacido con una enfermedad crónica que afecta los huesos.

Causa un dolor inmenso, y los médicos, sin ninguna piedad, le han dado menos de 3 meses de vida.

—¿Tiene nombre?

—Por supuesto... Es el pequeño Fernando —responde el conde con cortesía y tristeza, lo que provoca la ignorancia del gobernante.

Albert observa detenidamente al recién nacido.

—¡Lo sabía! Este niño se ve muy fuerte. Confía en mí, amigo, sabes que tengo buen ojo para eso. Dale los mejores tratamientos y crecerá para convertirse en todo un casanova —dice Albert con una sonrisa que alegra a su amigo.

Después de conversar un rato con Serverus y su esposa, el emperador regresa al castillo para continuar con su agenda y revisar el progreso de la guerra. Sin embargo, es detenido por Hammer, quien desea discutir un asunto importante.

Sin poder negarse, el emperador es llevado a una amplia habitación donde se encuentran dos niños de aproximadamente 6 años. Presentan un aspecto descuidado y sucio. Hammer hace que Albert se siente frente a los niños y le explica al líder que estos niños fueron encontrados entre los escombros de una de las ciudades del norte, que había sido bombardeada por los ángeles días antes.

—Vaya... Es triste tener a personas tan afectadas por la guerra tan cerca de nosotros. Como gobernantes, a veces creemos que lo tenemos todo. Me disculpo por eso —dice el mandatario con un tono de arrepentimiento. Es evidente que los niños han perdido todo. La guerra es algo terrible, ¿no les parece?

—Cielos, en un día tan especial y justo cuando nació mi pequeña... Pero eso significa que sus vidas también serán igualmente especiales —agrega Albert mientras acaricia el cabello de ambos niños—. Tranquilos, chicos, todo estará bien, se los prometo.

Sin duda, este día quedará grabado en la historia del infierno de formas que no podemos ni imaginar.